No puedo dejar de pensar en Ti

Capítulo Veinticinco

Avistamiento de objetos desconocidos:

A) Aliens.
B) Género femenino.
C) Emociones desconocidas.
D) Otro.

Mateo vuelve a suspirar cansado cuando una chica pelinegra lo obliga a girar de nuevo. La actividad de Mateo junto a Tatiana inicia en unos cuantos minutos y está chica, Suzuna, se va a encargar de su vestuario para la cita en algún lugar de Londres. La chica es amiga de Belinda o eso fue algo que mencionaron ambas.

—Me gusta. Tienes potencial para ser modelo, ¿te lo han dicho antes? Además de que eres muy guapo, ¿te lo han dicho? Podría llamarte para que desfiles en alguna de mis pasarelas, te llamaré guapo, una oportunidad de tenerte posando con mis diseños no se puede desperdiciar. —Mateo me mira extrañado porque la chica simplemente se dedica a hablar mientras toma su bolso y se dirige a la puerta—. Nos vemos. Fue un gusto conocerlos y Veronica cuida de tu novio, respeto que este contigo porque de lo contrario ya lo habría invitado a tomar algo.

Suzuna abre la puerta y tan solo nos permite agitar nuestras manos como despedida. La chica paso hablando durante los pocos minutos donde obligo a Mateo probarse distintas camisas para dejarlo con la primera. Una camisa negra de manga con estampado blanco, los bordes de la camisa van dentro del pantalón negro, un cinturón del mismo color y zapatillas negras.

Guapo, muy guapo. ¿Existe algo que le quede mal a Mateo? Lo dudaba. Él se acerca al espejo para observar su reflejo ignorando por completo mi presencia hasta que me acerco al lado del espejo para mirarlo sin ningún tipo de vergüenza, tampoco me lo estaba comiendo con la mirada, pero se ve guapo, ¿ya lo mencioné? ¡es imposible apartar la mirada de él!

—Novio mío, debes de cuidarte de las personas locas en la calle. —Mateo detiene sus movimientos en su cabello para mirarme sorprendido.

—¿Novio? —indaga confundido— ¿cuándo obtuviste la autorización de mi madre para llamarme de ese modo? —se queja con un pequeño puchero en sus labios.

—Sí, perdona. —me disculpo entre risas. Lo observo acomodar su cabello, pero suspira rendido cuando este no se acomoda—. Déjame ayudarte con eso.

—Está bien. —gruñe mirándose molesto, específicamente a su cabello.

Me acerco posicionandome frente a él y me pongo de puntillas para acomodar sus rulos rebeldes. Ignoro la tentación de acariciar su cabeza al percibir su cabello suave al tacto y me enfoco con el trabajo con algo de dificultad —su cabello es revelde—, mis pies me hacen perder un poco el equilibrio por el dolor que se crea en ellos. Suspiro regresando a mi posición y volviendo a ponerme de puntillas, Mateo posa sus manos en mi cintura ayudándome a matener el equilibrio y disparando mi corazón en el proceso. Termino y él me suelta.

—Gracias.

—¿A dónde irás con Tatiana? —indago sentandome en un pequeño sofá del salón.

—Supongo que ella ya debe de tener algún plan en mente. —se alza de hombros y se deja caer a mi lado.

—¿Nervioso? —consulto mirando como cierra sus ojos, desde mi punto de vista luce concentrado.

—Con sueño, este tipo de actividades me agotan. —recarga su espalda en el sofá y deja caer su cabeza sobre mi hombro.

—Mateo, pero ni siquiera ha iniciado. —suelto divertida observando sus ojos cerrados.

—Pero ya estoy cansado. —se queja como un niño pequeño—. Déjame dormir cinco minutos, ¿sí?

—Bien, duerme cinco minutos.

Realmente de haber sabido que acomodaría su cabeza en mi regazo me habría tomado un tiempo para pensarlo, prepararme mentalmente y sobre todo preparar ni pobre corazón antes de aceptar. Pero era tarde, su abundante cabellera estaba sobre mis piernas, inclinado sobre su costado izquierdo con el rostro oculto un poco contra mi estómago, dormitando, tranquilo, confiando en que yo era capaz de cuidar de su sueño, pero internamente estoy muriendo.

Su imagen tranquila descansado en esa posición se me hace muy tierna, angelical en comparación al Mateo que realmente conozco. Puedo notar su respiración relajada conforme pasa el tiempo y solo esta vez no lucho contra la tentación de acariciar su cabello. Introduzco mis dedos en sus rulos suaves y le entrego delicadas caricias para ayudarlo a dormir.

Detengo mis caricias cuando pretendo sacar mi móvil para mirar algunos memes mientras el tiempo pasa, pero la mano de Mateo me detiene hundiendo mi mano en su cabello con su agarre cálido contra mi piel.

—No te detengas, por favor. —esbozo un tierna sonrisa cuando sus ojos por primera vez en mucho tiempo al mirarme tienen un suave brillo.

—Tan solo iba a sacar mi móvil. —le digo, pero su agarre toma un poco de fuerza.

—¿Puedes? —susurra liberando mi mano y yo asiento iniciando nuevamente con las delicadas caricias—. Esto me recuerda a nuestras pijamadas, ¿lo recuerdas? Dormiamos abrazados y tu acostumbrabas acariciar mi cabello cuando tenía pesadillas. —su cuerpo se encoje un poco sobre el sofá como si estuviese acurrucandose contra el mío.

Mis ojos pican un poco al recordar esos escenarios pasados. Me duele haber terminado con nuestra bella amistad. A temprana edad mi alma se vio entrelazada con la suya, fundiendose una con la otra hasta formar una sola. Y el tiempo de separación fue doloroso, demasiado doloroso.



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En el texto hay: jovenes, amor, amor novela juvenil

Editado: 14.01.2022

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