Llego a mi apartamento y preparo mis maletas, mañana temprano salgo rumbo a Luxemburgo, mi nuevo jefe, es un patán definitivamente, pero bueno ese pequeño detalle lo recompensa, el muy jugoso salario que recibiré, durante estos meses, según le entendí a la desagradable de la asistente, que no paraba de mirarme con desdén, Marroni es un príncipe, bueno de nombre porque en modales no lo es, conozco plebeyos que se comportan mejor. Mi celular suena y dejo de hacer mi maleta, para contestarlo.
—¿Cómo te fue? – Preguntan Franco y Marisa al unísono.
—Bien, mañana mismo viajo, para Luxemburgo, ¿Porqué no me dijiste que tu amigo Macarroni, era de la realeza, Franco? — Pregunto intrigada.
—¿Querrás decir Marroni? — responde Franco.
—Macarroni o Marroni, igual entendiste a quién me refiero, Franco.
—Esa información, debían suministrártela ellos, Guada. Ya sabes protocolos reales y demás.
—¿ Y qué te pareció Marroni? ¿Es guapo? — Pregunta Marisa.
—Sí, recuerdas que estoy aquí, esposa. Dice Franco.
—Ay oye, fue una pregunta inocente, contesta Marisa.
—Bueno, jefa, el tal Macarroni es un patán, mal educado y engreído, que de príncipe solo debe tener el nombre y por pura carambola, digo indignada.
—No te creo, tan mal te cayó, dice Marissa.
—Como un codazo en las bubis, Marisa.
—Pobre hombre, pasará un karma estos dos meses, si te cayó tan mal, Guada.
—Después que se mantenga a distancia, no habrá problemas, digo seria.
—¿Nos vemos esta noche?— Dice Marisa, debemos hacer una fiesta fe despedida.
—Solo se va dos meses, nena. Dice Franco indignado.
—Y qué, hay que hacer la despedida, que tal que conozca al amor de su vida y decida radicarse allá, entonces ya queda uno acá con el remordimiento de conciencia de que nunca le hizo su fiesta de despedida, no señor eso no puede ser, contesta mi amiga.
—Vale yo me anoto, sirve que invito a Piero y a otros amigos, responde Franco.
—Listo hoy hay rumba, grito emocionada.
Termino de preparar mi maleta y empiezo a alistarme para la ocasión, según Tania que también va con nosotros, iremos a un bar yeye de esos que frecuentan Marisa y Franco, que bueno que me invitaron con todo pago, porque en eso lugares hasta el agua es cara.
Termino de alistarme y me miro en el espejo, tal como quería me siento cómoda y me veo bien.
El timbre suena y me dirijo a abrir.
—Hola, dice Tania entrando al lugar, seguida de Piero.
—Hola, saluda Piero al entrar, dándome un beso en la mejilla.
—Hola, contesto para ambos.
—¿Aún no estas lista? — Dice Tania molesta.
—Ya estoy lista, contesto desconcertada.
—¿Qué? — En serio piensas ir vestida así, vamos de rumba, no a trabajar, dice Tania reparándome de arriba a abajo.
—Ay no empieces Tania, a mi me gusta, como me veo, digo molesta.
—Creo que en esta ocasión, debes hacerle caso a Tania, dice Piero. El lugar al que iremos es muy exclusivo, no sea que pases un mal rato, por no vestir acorde al lugar.
—Pues entonces no iré, porque no tengo mas nada que ponerme, contesto molesta.
—Ni lo sueñes Guada, ya me adelante a esa respuesta, contesta Tania, aquí traje ropa de tu talla, solo tienes que escoger algo que te guste, dice moviendo la bolsa de ropa de manera chistosa.
—No me pondré ninguno de esos vestiditos tuyos, que se te sale media nalga si te agachas, parece que fueras tan pobre que no pudieras comprar ropa, con más tela.
—Y tú pareces, tan rica que gastas demasiado en tanta tela, si yo tuviera ese cuerpo que te gastas, saldría semi desnuda a la calle, dice Tania indignada.
—Pues esa eres tú, porque yo no haré eso.
—Lo sé, por eso traje algo más tapado y menos sexy, pero bonito para tí.
—Yo la ayude a escogerlo, dice Piero sentado en el love seat de mi sala. Confía en mí, te va a gustar.
—Bien, veamos a ver que fue lo que trajeron, digo algo incómoda.
Después de batallar media hora, con Tania y modelar para Piero tres vestidos, escojo uno negro, ceñido al cuerpo, con un escote discreto al frente, pero con toda la espalda afuera, Dios mío, es que acaso porque tapa enfrente, no puede tapar detrás, me calzo unos zapatos de tacón bajo. Tania suelta mi cabello, pasa rápidamente un cepillo eléctrico que lo alisa un poco y me lo deja suelto, me pone algo de maquillaje y listo, ya vamos de salida.
Me miro al espejo y me veo, distinta, no sabría explicar que tanto o como, pero definitivamente, me veo distinta.
—Wao Guada, te ves espectacular. Dice Piero.
—Gracias, pero me siento rara. No me gusta llamar la atención, digo algo inquieta.
—Tranquila, estaré cerca y juro que bailare contigo toda la noche. Dice Piero dándome un beso en la frente.
—¿y yo qué? — Dice Tania. ¿No piensas bailar conmigo? — Pregunta indignada
—Bailare con ambas, lo prometo, dice Piero, seguro seré el hombre mas envidiado de la noche.
Un rato más tarde, los cinco nos topamos en la entrada de un club, donde se baila la mejor música latina de la ciudad.
Tania, Marisa y yo somos excelentes bailarinas, modestia aparte por supuesto, mientras que Franco y Piero son excelentes parejas de baile, así que nos peleamos a los Francesitos para bailar.