—Señor Marroni, quería disculparme, dice Camila entrando a mi oficina.
—¿Porqué? —Digo extrañado.
—Es que como la señorita Neyva, venía recomendada, no pude negarme a llevar a cabo la contratación. Dice la mujer.
—¿Y porqué habría de negarse a contratarla? — pregunto intrigado. La señorita Neyva es justo la persona que necesito, para el tema de la seguridad, es perfecta.
—Si usted lo dice, lo único malo es que es algo… ummm, bueno algo fea y desaliñada, continúa diciendo Camila y la verdad, no se si eso representaba, algún problema para usted.
La miro, algo molesto por su comentario, la verdad nisiquiera tuve tiempo de reparar en la señorita Neyva, si advertí que su vestimenta era algo extraña, pero nada mas.
—La necesito para jefa de seguridad, no como mi novia, por lo tanto si es fea o no, para mí carece de importancia, señorita, respondo tajante.
—Disculpe señor, no fue mi intención molestarlo. Responde ella.
—Pues para la próxima, ahórrese ese tipo de comentarios, que para mí, carecen de relevancia. Digo mirándola serio.
Mi jornada laboral termina y me dirijo al hotel, para cambiarme, esta tarde recibimos una invitación de parte de Dometti.
Vengo llegando junto con Nico, a un exclusivo club de la ciudad, nunca antes he venido, acepté porque necesito relajarme, los días que se vienen serán un poco pesados, se que Caleb necesitará todo mi apoyo cuando asuma el trono.
No logro divisar a Franco, probablemente llegamos antes que él y sus amigos, Nico y yo nos vamos a la barra del lugar, es un club exclusivo, se nota que aquí no entra cualquiera, mis guardaespaldas igual están dentro, solo que a cierta distancia de mi, no me gusta llamar la atención, aunque siendo quién soy eso es casi imposible.
—Me gusta el ambiente, dice Nico.
—Pues si, respondo llevando un trago de whisky a mis labios.
—No veo a Dometti, dice mi amigo.
—Seguramente esta por llegar, respondo.
Repaso la mirada nuevamente por el lugar, percatándome que algunas miradas femeninas, estan sobre mi amigo y yo. Esperemos a ver como termina la noche, tal vez no duerma solo, aunque dormir es lo que menos me apetece.
Una contagiosa música latina, empieza a sonar. Lo que hace que la pista quede algo vacía, creo que es salsa o algo así, ese es un ritmo que solo se atreven a bailarlo loa que saben o valientes a los que no les importa hacer el ridículo. Un par de parejas se adueñan de la pista, llamando la atención de los presentes, que hace un semicírculo a su alrededor, lo que nos permite mirar a Nico y a mi, desde el lugar en el que estamos.
Una de las chicas es rubia y se mueve, como si la música y ella fuwran uno solo, lo hace con elegancia pero también con sensualidad, parece que su pareja y ella fueran uno en la pista, sin embargo es la pelinegra la que llama mi atención, su melena que cae hasta su cintura se mueve libre, cada vez que gira, sus caderas se mueven en un vaivén sensual que es todo un espectáculo, el vestido negro que lleva puesto que le ha subido un poco con los movimientos al bailar, dejando a la vista unas muy bien torneadas piernas, su piel color, caramelo invita a tocar cada parte de ella, esa mujer exuda sensualidad y aquí estoy yo como un imbécil, sin poder quitar mi vista de ella.
—¿Le limpio la baba, príncipe? — Dice Nico en tono burlón.
—¿De qué hablas? — Digo haciéndome el desentendido.
—De que esa pelinegra, te llevo a la luna y a las estrellas, amigo mío.
—No exageres, es solo que baila muy bien, digo serio.
—No te sabía, experto en ese tipo de bailes, Marco.
—No hay que serlo, para identificar a una buena bailarina. Respondo tomando otro sorbo de mi trago.
La música termina y cambia a una más estruendosa, ambas parejas abandonan la pista en medio de los aplausos de un grupo, ambas parejas se dirigen a una mesa en el área VIP y es hasta ese momento que me percato que los caballeros, que bailaban hace un rato en la pista con las sexys damas, son nada mas y nada menos, que mis amigos Franco y Piero.
Nico y yo caminamos hacía ellos, abriéndonos paso entre la multitud de atiborra el lugar.
—Buenas noches, decimos Nico y yo, al llegar a la mesa de mis amigos y sus acompañantes.
—Buenas noches, contestan todos al unísono, volteando a mirarnos.
Sin poder evitarlo, mis ojos buscan la mirada de la sexy pelinegra, que cautivo mi atención en la pista de baile.
Esos mismos ojos verdes, que no pude sacar de mi mente en toda la tarde, se posan en mí, causándome el mismo escalofrío. Es ella, es la señorita Neyva.
—Buenas noches, señor Marroni, contesto mirando fijamente.
—Cierto que ustedes ya se conocen, dice Piero tomando a la mujer por la cintura y pegándola a él, Guada será tu nueva jefa de seguridad, continúa diciendo mi amigo, por favor cuídamela, aunque a decir verdad, estoy seguro será ella la que te cuide a ti, termina diciendo Piero en tono burlón.
—Bienvenidos, dice Franco, palmeando mi espalda y la de Nico, al mismo tiempo. Te presento a mi esposa Marissa Sugasti, dice girándose hacía la rubia, que está a su lado, quién nos saluda con una hermosa sonrisa y ella es Tania, dice girándose hacía hacia una castaña, que hasta este momento advierto que también se encuentra en el lugar.
—Buenas noches a todos, contesto en tono cortés, sin poder evitar que mi mirada curiosa se pose nuevamente en ella, intento con disimulo reparar en sus facciones, son delicadas, sus labios carnosos, tiene unas pestañas largas y oscuras, su nariz es perfilada, el maquillaje que usa es leve, pero le ayuda a resaltar sus atributos.
Demonios por que parte vieron Nico y Camila a esta mujer fea, yo diría mas bien que es una belleza exótica, es una morena de hermosos ojos verdes, cuerpo de diosa y labios que invitan a saborearlos despacio.