El principito esta aquí, supongo que a él y al otro tipo que llego con él, era quienes se refería Franco, cuando dijo que había invitado a unos amigos.
EL tipo me mira raro, como con curiosidad, no sé que bicho le habrá picado.
—Mucho gusto mi nombre es Nicolás Altieri, asesor del príncipe, dice el tipo que lo acompaña, es un hombre alto, de ojos claros, parecen grises, facciones varoniles pero hermosas, quien extiende su mano, hacía mí, a manera de saludo.
—Así que usted, es la nueva encargada de la seguridad de Marco, continúa diciendo el hombre, mientras deja un suave beso en el dorso de mi mano, una vez la extiendo hacía él.
—Así parece, respondo seria. Mucho gusto, agrego.
—Piero baila conmigo, dice Tania, tomándolo por el brazo para llevarlo a la pista.
Los veo dirigirse a la pista y Tania se acopla a él, como si se conocieran de toda la vida, siempre me he preguntado, porque mis dos amigos no han pasado al siguiente nivel, hasta se ven lindos juntos.
—¿No le molesta que su novio baile con otra? — Digo acercándome a ella, para asegurarme que me escuche.
—No, no me molesta, señor Marroni, digo sonreída.
Si este hombre cree que voy a caer, en ese viejo truco, está loco, si cree que Piero y yo somos novios, ciertamente me da igual.
—Entonces tal vez, a él tampoco le molestará que yo invite a bailar a su novia, digo extendiendo mi mano hacía ella.
—¿Los príncipes, saben bailar música latina? — Digo con cara de incredulidad.
—Los príncipes, sabemos hacer muchas cosas, señorita Neyva.
Tomo la mano que me extiende el principito, para evitar hacerle el feo enfrente de todos, pero en realidad no creo que sea tan buen bailarín, pero bueno que puedo perder, con que no me pise me doy por bien servida.
Caminamos hacía la pista y es una bachata lo que empieza sonar, el tipo pone su mano izquierda, sobre mi cintura y me acerca a él, a decir verdad mas de lo que me gustaría, con la derecha toma mi mano y la lleva junto a la suya a su pecho, empieza a moverse lentamente y para mi asombro, lleva perfectamente bien el ritmo, de repente lleva ambas manos a mi cintura, por lo que las mías, van a su pecho, empieza a moverse al ritmo de la música de una forma magistral y yo me acoplo a él, de una manera increíble, no hay nada mejor que toparse con un buen bailarín.
Su aroma, es varonil, exquisito y a la vez embriagador, su estatura sobrepasa la mia, por algunos centímetros.
Tres o cuatro piezas después la música cambia, tornándose un poco mas lenta, es una balada suave, las luces de la pista se vuelven mas tenues, por lo que le pido que salgamos de la pista, no quiero enviar mensajes equivocados a mi nuevo jefe.
—Baila usted muy bien, señor. Digo mientras nos dirigimos a la mesa.
—Gracias, respondo— viniendo de una bailarina experta como usted, eso es un verdadero cumplido.
Solo sonrío en respuesta a su comentario, este hombre sigue mirándome, como si en mi rostro, alguien hubiera escrito una especie de acertijo y el intentara descifrarlo.
Regresamos a la mesa y nos integramos a la conversación, que el resto mantiene.
—Chicos debo, irme. Digo ya luego de un par de horas de estar en el club.
—No seas agua fiestas Guada, dice Tania enojada.
—No lo soy, pero te recuerdo que mañana, debo viajar y no quiero amanecer ojerosa, ni agotada, digo poniéndome de pie, para despedirme de los presentes.
—Yo también, me retiro— Digo serio, si gusta puedo llevarla, señorita Neyva.
—No es necesario, dice Piero, llegando hasta mí, yo puedo hacerlo. Dice mi amigo, rodeando mi cintura, con su mano izquierda.
—Bueno entonces, vamos, dice Tania con cara de resignación.
Marisa y Franco, se despiden primero, montándose en su vehículo que está relativamente cerca, mientras que Tania y Piero, regresan al interior del local a buscar algo que Tania olvido. Quedando en el estacionamiento, solo Marroni, Altieri, los tres guardaespaldas y yo.
—La veo mañana señorita Neyva, digo estrechando su mano a manera de despedida.
—Hasta mañana señor, respondo seria.
El tipo es un verdadero bizcocho es alto, de tez clara, ojos oscuros, facciones perfectas, hombros anchos, se nota que se mata en el gimnasio, tiene manos grandes, en fin el clásico adonis, que causa estragos en las féminas. Afortunadamente, yo estoy curada de espanto, mis alarmas se encienden para avisarme que me aleje de hombres como estos, exceptuando claro a Franco y a Piero, el primero porque el es esposo de mi amiga y también mi amigo, al igual que Piero.
Marroni y Altieri, se disponen a alejarse de mi, mientras observo, como la seguridad que los acompaña, se mueve de manera errática. No han revisado el perímetro y van distraídos, conversando entre ellos en vez de estar alerta de lo que sucede alrededor, del principito.
Me percato, como un vehículo empieza a moverse lentamente, dentro del estacionamiento, unos sujetos dentro de un vehículo, bajan el vidrio de auto y sacan un arma que brilla en medio de la oscuridad de la noche.
—¡Cuidado! — Grito para alertar a Marroni y a su amigo, que están un par de pasos de mí, mientras saco mi arma, para impactar un par de veces, el auto que logre identificar, el resto de los guardaespaldas hacen lo mismo, mientras los hombres del auto hacen un par de detonaciones, pero al verse descubiertos aceleran el vehículo saliendo del lugar a toda velocidad.
Estoy segura que herí a alguien, dentro de ese auto.
Camino hacía el principito y su amigo, que se encuentran agachados, detrás de un vehículo, en este momento.
—¿Están bien? — pregunto aún, con el arma en mi mano.