Shadday
Damian no me ha escrito, casi no pude dormir porque nunca llegó su mensaje de "ya llegué" o de "buenas noches, mi machito". algo tuvo que haberle pasado a mi cuernudo, él siempre está pegado a su teléfono.
Tomo mi teléfono y miro la hora, apenas son las 7:24 am.
- Está muy temprano aún- me levanto voy al baño y me visto rápido. Salgo de la habitación.
Mis padres me miran sorprendidos.
-Acaso hay algún paseo y no nos informaste con tiempo- dice mi padre- de ser así no iras, porq...
-No, no hay ningún paseo, padre- le interrumpo- solo que hoy desperté con ganas de salir a trotar.
- Ya decía yo, que a su tiempo mi hija- se toca el pecho- mi querida hija sacaría el lado fitness de su padre- río, mamá solo dobla los ojos.
-Si, claro, ante todo se parece más cuando no quiere ducharse- habla mi madre
-¡MAMÁ!- da un saltito por mi grito- Má eso no se dice, es el secreto de la familia- le guiño un ojo y papá ríe.
-Me voy, adiós.
Salgo lo mas rápido que puedo de casa para evitar hablar mas, ya que estoy ansiosa de ver a Damian, corro mucho, agradezco a Dios el ser delgada, de no ser así no correría tanto
-Buen día vecina- digo a la señora de la esquina que esta barriendo el frente de su casa.
Sigo mi trayecto hasta llegar a casa de Damian, vive lejos, caramba necesito una moto. Quizás con moto logre engordar.
Estoy frente a la puerta de Damian y estoy muy cansada, tengo mucho sudor y siento que el aire no me llega a los pulmones. Apoyo mis manos en mis rodillas y tomo aire antes de tocar la puerta. toco y no obtengo respuesta. vuelvo a tocar y escucho movimientos del otro lado.
-Damian, estas bien? soy yo Shadday- no responden, pero escucho un leve ruido detrás de esta puerta - sé que estas ahí y si no me abres, tocaré y tocaré hasta que me abras- señalo la puerta con el dedo indice, nada aún- y si no lo haces buscaré a un gran hombre que se llama Carlos y le diré que rompa tu puerta, así tendrás que comprar una nueva y sabrás que mi amigo si tiene mucha fuer..
Abre la puerta de golpe, tan rápido que me hizo asustar.
- ¿Donde estas?- solo abrió la puerta pero no se dejó ver- puedo pasar?- no responde, por lo tanto entro.
-Qué pasa contigo? -está de espalda, harta de que no hable, lo tomo fuerte del brazo y lo volteo- acaso tu leng... Ah- ahogo un grito y pongo mis manos en mi boca debido a la sorpresa, Damian tiene su cara golpeada. sus ojos están hinchados y un gran moretón alrededor de su mejilla derecha.
-Damii- tartamudeo- Damian, ¿que ocurrió?- lo tomo suave de la mano y lo siento en el sofá.- fue ella cierto?
-Supongo que si- se queja- me duele un poco al hablar- habla pausado.
-Esto no puede seguir así, debemos hacer algo. no es justo que ella quiera obligarte a hacer algo que no quieres y que debido a eso te mande a golpear o queriendo matar.
-Lo sé, ash- se toca su mejilla- pero no sé que hacer, no logro encontrar una forma de salir de todo esto sin que le hagan daño a las personas que mas amo.
Oh por Dios eso toco cada fibra de mi cuerpo.
- Debo hallar una salida, en la cual ni tú ni mis padres salgan heridos, entiendes?- asiento.
-Está bien que quieras proteger a las personas que amas, es decir a tu familia y...
- Tu también eres parte de esas personas que amo- lo miro sorprendida.
Aunque me encuentro sorprendida muy en el fondo quería saber que era para Damian y ahora sé que él me quiere de la misma forma que yo lo quiero. Me encuentro en una gran burbuja relajante, no quiero ser ponchada.
-Hey Shadd- Damian menea su mano de un lado a otro frente a mi cara
-que? disculpa.
-perdon si te incomoda lo que dije, pero es lo que siento.
-Oh no te preocupes- cambio el tema, estoy nerviosa- debes usar medicamentos para que tu cara hermo... - me callo de golpe y carraspeo mi garganta- digo que, debes usa medicamento para que no queden cicatrices en tu cara- Damian tiene su sonrisa arrogante.
-si, no te preocupes, pronto viene el medicamento que encargué y así no se me dañará mi hermoso rostro.
Mi cara arde por lo que sé que está roja.
-Necesito un cuaderno y lápiz.
-En la mesa de mi habitación hay ambos- sigue sonriendo.
Me levanto de donde me encontraba y sin importarme pedir permiso entro a sus aposentos y que sorpresa me he llevado, yo hacia de su cuarto algo mas juvenil, es decir, carteles de mujeres desnudas y motos en las paredes o un desorden impresionante pero no. Esta habitación pertenece a un hombre elegante, a un hombre de clase, posee paredes blancas con una decoración básica. Su cama es de un negro mate y las impecables sabanas blancas que la adornan junto a muchas almohadas. Siempre me he preguntado para qué tantas almohadas si a la final siempre las tiran y posan su cabeza en una sola. Que raro son los ricos.
Salgo de la habitación sin aun mirar a los ojos de Damian.
-Damian debemos involucrar a mas personas, es decir debemos confiar en o...- me interrumpe.
-No. No quiero que mas personas salgan heridas.
Pongo mi mano encima de la suya y le doy pequeños círculos con mi dedo pulgar y por fin lo miro a los ojos.
-Todo va a estar bien, debes confiar para poder salir de este infierno al cual te llevó aquella mujer- él asiente.
-Qué debemos hacer?
- En realidad no sé, del momento debes de saber que tienes que confiar en Loreth, Luz, Amparo y Carlos.
-Es en serio?
- Él es bueno es las computadoras, lo necesitamos. Ademas no creo que se niegue, él siempre ha querido ser parte de un clan o algo así. De hecho quería crear un grupo para liderar algo de mafia, decía que había que pensar en grande.
-Si, claro. Es bueno tu amigo- me río por su ironía.
-Oyee, ya comiste?
- Pronto viene Mercedes, está aquí a mas tardar a las 9 de la mañana, trae mi desayuno, limpia toda la casa y así.