No Quiero Amar

Capítulo 31

Shadday

No me gusta la forma en la que se fue Damián, entiendo que se sienta angustiado por la presencia de ese hombre en complicidad con Allison pero sé que él no lleva esas grabaciones hasta la estación de policía para que atrapen a ese par de narcos. Algo se trae entre mano y lo peor es que yo lo desconozco.

- No me gusta como se ha ido- pienso mientras miro una mancha en la pared blanca desgastada. 

- Aún no me agrada tu novio- Al parecer pensé en voz alta. Luz lo golpea con el codo, él se queja- bueno, digo que aun no le conozco mucho pero sé que hará algo esta noche y por si acaso le instalé un micrófono en su mochila.

Esto mejora la situación, ya que podré saber que hará Damián, o por lo menos estaré escuchando lo que diga en lo que queda del día. Carlos es muy observador, demasiado diría yo, quizás deba darles gracia de por vida por su excelente observación al saber que Damián haría algo.

- Oh, por Dios! eres el mejor- le abrazo y Luz me aparta- Ay amiga, yo fui primero que tú.

Ella y las demás ríen. En estos momentos Carlos activa el micrófono y solo se escucha el viento debido a que Damián aun está manejando. Todos estamos atento a cualquier sonido que proviene de los altavoces del salón, esperando a que Damián hable.

- Padre, necesito que consigas el contacto del comandante general de policía de esta ciudad- se hace una pequeña pausa- sí, padre estoy bien, podrías enviarme ese contacto o decirle que me llame- otra pequeña pausa- Si usted me ayuda pronto acabaré con este infierno que ha sido mi vida desde que... Por favor padre, necesito su ayuda- una pausa mas corta que las anteriores- Gracias padre, sabía que contaría con usted, le llamaré después.

Suponemos que Damián cortó la llamada y ahora sabemos que contactará a la policía, por lo menos no hará nada indebido. 

- Ya sabemos que Damián no hará nada estúpido, así que nos vamos- dice Carlos y yo lo observo levantarse- qué?- pregunta al ver como le miro- tengo hambre- miro la hora en la computadora y pasan la una y media de la tarde.

- Siento tenerlos aquí, vayan a comer, yo me quedaré otro rato aquí- sonrío.

-No señora- dice Loreth con las manos en la cintura- usted debe ir a comer algo, de seguro no has desayunado bien y te quedarás aquí aguantando hambre.

Es cierto que no he comido bien, pero no tengo hambre, sé que Damián trama algo y sé que no me lo va a contar así que quiero estar aquí escuchando todo y saber en que le puedo ayudar, sin que él lo sepa, claro.

- No tengo hambre, en serio- miento - yo pido domicilio apenas sienta hambre y ya, largo de aquí- La empujo hasta la puerta de salida.

- Entonces yo me quedaré contigo- dice Loreth y yo me niego.

Hago que todos se marchen a sus casas a comer y yo me quedo pendiente de cualquier sonido que salgan de los altavoces. Va media hora en los que solo se escucha sonidos leves de llaves de cajones abriéndose y cerrándose, escuché la ducha y un silbido. El teléfono de Damián suena.

- Si, dime papá- una pausa - en una hora estará aquí en mi casa, entonces podrías volver a llamarle y decirle que venga de civil, nadie puede reconocerlo- otra pausa- gracias papá y no te preocupes.

Damián tendrá a un comandante en su casa, supongo que el dinero genera influencia. El poder del dinero.

Mediante espero la hora en la que debería de llegar ese comandante hago la llamada al domicilio, le escribo a mi madre excusándome por no llegar aun y por ultimo llamo a Damián, bajo el volumen de los altavoces.

- Perdón por salir así de rápido- se disculpa apenas descolgó el teléfono.

- No hay problema, entiendo como te sientes.

-No dejaré que nada te suceda, te lo prometo, por favor no salgas de tu casa en lo que resta del día.

- Qué harás Damián? - pregunto pero no obtengo lo que deseo, él no me dirá absolutamente nada.

- No te preocupes, sabes que te amo, pero debo colgar, adiós- ni siquiera me dejó despedir.

Todo esto es confuso, él está haciendo un plan en el que no me incluye y me desagrada que piense que no soy útil en algo, yo quiero y puedo ayudar y él no dice las palabras mágicas.

- Joven Damián, llegó el Señor Ruslan- supongo que es la señora encargada de la casa.

- Gracias, en seguida voy.

Se escucha los pasos alejándose y agradezco a Dios de que Damián no cerrara la puerta o por lo menos no escucho el crujir de la puerta cerrarse. Esto hará que escuché algo de la conversación que tendrán.

-Un gusto Señor Ruslan- dice Damián.

- Me dice su padre que usted está escondido aquí debido a que está siendo amenazado de muerte, es eso cierto?- dice un hombre con una voz áspera.

- Así es, pero ahora no quiero hablar de eso, necesito que usted ponga a un grupo de hombres a cuidar la casa de mi novia- hay una pausa- perdón que esté actuando como si fuese su jefe pero estoy desesperado, la mujer que amo corre peligro esta noche, ellos están aquí y me quieren a mí y lo más seguro es que querrán chantajearme usándola a ella.

Mi corazón se acelera al escuchar a Damián tan preocupado por mi. Sacudo mi cabeza y me concentro en los altavoces, haciendo a un lado los fuertes latidos de mi corazón que rebotan en mi pecho.

- Entiendo su preocupación, Señor King, pero hay reglas que seguir. - Damián le interrumpe.

-Señor Ruslan, le pido esto como favor personal. Esta noche bajaran un gran cargamento a las afueras de la ciudad y el hombre que han estado buscando por todo el país estará presente y...- le interrumpen.

- Acaso habla usted de Luifer- dice sorprendido.

-Sí, él me quiero a mí y créame que le diría todo si tuviésemos mas tiempo, pero debemos actuar ahora.

-Señor King, si ese hombre está de por medio, usted está metido en grandes problemas y otra cosa, usted no va a actuar, usted dejará que la ley se haga cargo.



#26247 en Otros
#3907 en Humor
#39862 en Novela romántica

En el texto hay: comedia romantica, guerraromancedesamor

Editado: 28.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.