Daniela:
—¿Qué sucedió esta vez directora? —pregunto entrando a la oficina de la dirección de la escuela donde estudian mis pequeños de 7 años: Hasher y Hashly y los miro allí sentados de castigo.
—Sus hijos como siempre causando problemas—dice y le lanzo a los niños una mirada de reproche mientras bajan la cabeza.—Hasher agredió a otro niño, al hijo de los Wilson, una de las familias más prestigiosas de la escuela.
—Pero Hasher ¡¿por qué hiciste eso?!. —le reclamo al pequeño.
—Le estaba diciendo huérfana a mi hermana y ella estaba llorando. Y le pegué—dice entusiasmado poniéndose de pie y enseñando su puño—duro como el tío Santi me enseñó.
—Señorita Hills Rodríguez—agrega la directora—debería llevar a estos niños a un psicólogo o casarse, sus niños necesitan una figura paterna que los represente y los eduque como es debido. Sé que usted hace el mejor esfuerzo, pero eso no es suficiente.
—Gracias por sus recomendaciones, no se volverá a repetir.
—Por supuesto que no, la próxima vez tendrá que conseguir otro colegio para sus hijos, es la tercera vez en este mes que les llamo la atención. Las mayores donaciones para esta escuela la hacen los Wilson, si se forman tan mala opinión de este colegio se llevarán a su hijo de aquí y eso afectará a toda la escuela—agrega y tomo a cada uno de los niños por una mano.
—Hablaremos seriamente cuando lleguemos a la casa—les digo a los pequeños.
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—Daniela—interrumpe mis pasos la dueña de mi apartamento.
—Señora Sulen, cómo está.
—Solo quería recordarte que este mes no ha pagado el alquiler.
—Lo sé, lo sé, a inicios de semana se lo pagaré, es que aún no me pagan en el trabajo. —digo y me mira y luego dirige la vista a sus niños.
—Deberías conseguir un hombre que te ayudara, tienes dos bendiciones, te pasas la vida trabajando y ni siquiera así tienes dinero, ¿te acuerdas de Anita? —cuestiona y asiento con la cabeza—Se casó con un señor de unos 60 años, rico y ahora vive como una reina, los príncipes azules no existen y menos si ya tiene dos hijos.
—No quiero un príncipe azul señora Sulen y tampoco quiero ser princesa—respondo. En esta semana le pagaré lo que le debo—digo y sonríe.
—Pero pensándolo bien, ya tienes un buen pretendiente. —sigue con lo mismo, acaso no se dará cuenta de que estoy loca por llegar a la casa.
—¿A sí? —pregunto sin saber ni de qué habla, me pasé el día trabajando, estaba pensando en como regañar a los niños, me duele la cabeza y me estoy muriendo de hambre pues no como nada desde la mañana, eso sin contar que ya estaba calculando como dividir mi miserable salario para que alcanzara para el mes completo y aun así tengo que escuchar lo que opina esta mujer de mi vida personal porque es quien me alquila el lugar donde vivo.
—Tu amigo Santiago.—dice y me río.
—¿Santi?, señora Sulen Santi es como mi hermano.
—No te hagas—dice chocándome el hombro con malicia—¿nunca has visto como te mira? Y es contador en una empresa...
—Me ha hecho el día con esa broma, ¿Santi?—digo riéndome y avanzo abriendo la puerta de mi departamento.
—Mamá ¿sabes una cosa? —pregunta Hasher cuando entramos.
—Dime cariño.
—El otro día Santi dijo que eras muy guapa—responde
—Cariño, Santi y yo somos amigos, como hermanos. Por cierto, ya lo olvidaba Hasher estás castigado, no debiste agredir a ese niño.
—Le dijo huérfana a mi hermana... —responde.
—Violencia solo genera violencia, debiste decírmelo a mí, a tu cuarto, estás castigado.
—No es justo mamá—interviene Hashly dándole la mano a su hermano—has dicho que debemos de cuidarnos y como no tengo un papá que me defienda debe hacerlo Hasher.—y volvemos a caer en el mismo tema de siempre. Y al final siento hasta remordimiento, preferí mentirles un poco a los niños y decirles que su padre había muerto, antes de contarles la triste verdad, una por la que incluso yo me siento culpable debes en cuando, pero a veces las mentiras nos salvan o es lo que me digo siempre para evitar las decisiones que tomé en el pasado.
—Mamá el viernes próximo es el día del padre—interviene Hasher.
—No iré ese día a la escuela—dice Hashly.
—¿Por qué? Yo iré ese día con ustedes.
—No eres papá—exclama Hasher—eres nuestra mamá.
—¿Por qué todos en el aula tienen papá menos nosotros? —pronuncia Hashly y sus palabras me rompen el corazón.
—Andy y Claudia tienen los padres divorciados, pero al menos tienen papá—dice Hasher.
—Niños, pero me tienen a mí, que los adoro con mi vida—digo agachándome frente a ellos.
—Pero queremos un papá—afirma Hashly cruzándose de brazos—No lo entiendes porque tú si tienes papá—dice y me quedo pensando, es cierto tengo un papá que me odia después de abandonar al hombre millonario con el que me casé y huir del país, unos padres que hace más de 7 años no veo ni tampoco puedo hacerlo, ellos tampoco pueden saber la verdad porque todo lo que he hecho ha sido para protegernos porque preferiría cualquier cosa antes de estar lejos de mis pequeños y conozco perfectamente a mi ex, si supiera que tenemos dos hijos haría hasta lo imposible por quitármelos o los usaría para que regresaramos y yo nunca volvería con un hombre como él.