Capítulo:8
—Buenos días—digo llegando al trabajo al acercarme a Sofi.
—El jefe quiere verte—es su saludo y pone cara de lástima, no tengo valor siquiera para preguntar y camino con un tanto de temor hasta la oficina de este.
—Adelante—dice este luego de que toque la puerta.
—Buenos días señor, me dijeron que quería verme.
—Ten—exclama dándome un sobre, lo abro y lo miro sin entender, es dinero lo que contiene el sobre.
—¿Y esto?
—Su liquidación, ayer contratamos nuevos empleados.
—Pero señor, ahora más que nunca necesito este trabajo.
—Lo siento—responde mirando su teléfono—debió pensarlo mejor antes de faltar al trabajo. Cierra la puerta al salir—agrega y salgo de allí totalmente devastada, respiro profundo recostándome a la pared. Me duele la cabeza y estoy estresada al punto que siento que ya no puedo más. Entonces tomo mi teléfono y llamo a Santi, mi mejor amigo.
—Buenos días princesa, justo estaba pensando en llamarte.
—Santi, necesito hablar contigo. —digo con un nudo en la garganta.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien?
—Sí, más o menos, no puedo decirte por aquí—respondo.
—Ve al café de siempre, te estaré esperando. —responde y cuelgo antes de salir para allá.
*****
Llego a la cafetería donde solemos reunirnos a conversar, levanta su mano y me hace una seña cuando me ve llegar, camino hasta su mesa, está con un pulóver azul y unas gafas oscuras, me saluda con un abrazo y un beso en el rostro y se quita las gafas cuando me siento.
—Me dejaste preocupado ¿qué sucede? —pregunta y apoyo mis brazos sobre la mesa cubriendo mis labios con las manos antes de responder.
—Es Marcos, me encontró...
—¿Tu ex-marido? ¿el padre de los chicos? —me interrumpe mientras la mesera se acerca—Trae una botella de vino—le dice él y la chica se marcha.
—Sí y no sé que hacer Santiago, si no regreso con él va a reclamar la custodia de los niños.
—Desgraciado—exclama—No puedes volver con ese hombre.
—Los niños lo adoran... —digo tragando en seco.
—Por supuesto, es el padre, además que no saben quién es realmente.
—Ni lo sabrán—lo interrumpo—No tienen por qué. Pero sabes que no puedo estar lejos de mis niños, yo los adoro.
—Lo sé, lo sé—duce tomando mis manos—eso no va a pasar, eres una buena madre y viven en condiciones apropiadas.
—Me despidieron hoy—comento bajando la mirada —eso sin contar que Marcos tiene mucho dinero y es capaz de todo. Todos sabemos como es este mundo y todo lo que se puede lograr con dinero.
—Lo sé—responde—y que estés sin trabajo lo complica aún más. Pero Daniela no puedes desesperarte, no puedes volver con ese tipo.
—Los niños necesitan un padre. Siento que estoy siendo egoista
—Más que un padre necesitan una madre viva. Ese hombre es un canalla, cuando llegaste aquí todavía tenías marcas en la piel, es un milagro que estés viva y que no perdieras a las criaturas.
—Lo sé, no quiero volver con él, pero estoy bajo mucha presión y tengo miedo. —confieso.
—No estás sola, me tienes a mí. Conozco un buen abogado y ya encontrarás un empleo apropiado. —dice mientras la mesera regresa con la bebida que pidió y nos mantenemos en silencio. Ahora que lo pienso, mi jefe se casa dentro de poco y estaba contratando personal—explica y lo miro atentamente—ya sabes solo serán unos días y es trabajo pesado, acomodar cosas, limpiar y preparar todo lo de la boda, pero seguro paga bien, tiene bastante dinero.
—Santi yo necesito trabajar en lo que sea, necesito el dinero.
—Le hablaré de ti, es solo trabajo de unos días, hasta la boda...
—Algo es mejor que nada—lo interrumpo.
—Hablaré con él y te llamo y por favor Daniela mantente alejada de Marcos, hazlo por los niños, hazlo por ti, tienes que quererte mucho, ese hombre no te merece. Ninguna mujer se merece que la traten así. Eres fuerte y te admiro, no caigas ahora, no me hagas sentir decepcionado.
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Me quedo observando a mis pequeños dormir, han quedado obsesionados con su padre, solo espero que sepa ser mejor padre que esposo.
—Dios ayúdame a salir adelante, te necesito—digo apagando la luz y me voy hasta mi habitación. Miro por la ventana y hay un auto afuera de la casa, cosa que me sorprende demasiado, un sujeto sale del auto y mira los alrededores de mi casa y cuando me quedo mirándolo detenidamente es el chofer de Marcos, mi teléfono empieza a sonar, es un número desconocido.
—Hola—respondo.
—¿Cómo están tú y mis hijos? —esa voz la conozco
—¿Marcos? —pregunto asombrada de que incluso a esta hora me esté llamando.
—Envié a uno de mis hombres para que los cuide. —es la respuesta que recibo y es obvio que se trata de él.
—¿Me estás vigilando?
—No, mi amor, solo los estoy cuidando—responde
—No necesito que me cuides, déjame en paz, eres un acosador.
—Mañana iré a recoger a los niños para llevarlos a la escuela—responde ignorando completamente lo que le he dicho. —luego de eso iremos a mi casa y pasaremos el resto del día los cuatro juntos
—Mañana trabajo.
—No me quieras ver la cara de idiota, sé que te despidieron.
—Me estás espiando, si sigues haciendo eso llamaré a la policía. —exclamo.
—¿Y crees que te van a creer? A ver ¿tienes pruebas? Diré que lo haces para sacarme dinero y porque quieres alejar a los niños de mí—se atreve a decir
—Desgraciado—exclamo dejando ver mi frustración.
—Estoy siendo demasiado paciente contigo y estás intentando burlarte de mí—responde antes de colgar el teléfono. Ahora me doy cuenta de que Marcos está mucho peor que antes y lo peor es que por más que quiera sacarlo de mi vida tenemos dos hijos en común, esa es su excusa para nunca dejarme en paz.