No quiero ser princesa

Capítulo: 10

—Lo siento—exclamo con los ojos llenos de lágrimas. 

—Lo siento mamá, estoy muy distraído, no sé dónde tengo la cabeza—me interrumpe Elí y la vista de la señora se dirige de uno a otro por un breve tiempo hasta quedarse fija en su hijo. 

—Es por no obedecerte y estar todo el tiempo con el maldito teléfono—exclama y me quedo asombrada mirando lo bien que miente—estaba hablando con los nuevos socios chinos y choqué accidentalmente con ese búcaro. 

—Elí hijo, estás muy estresado, debes descansar—opina ella calmadamente abrazando  a su hijo, pero luego me mira a mí con duda. —Si fuiste tú quien tumbó ese cuadro realmente por qué ella está llorando. —cuestiona y bajo la mirada, por lo visto no tiene nada de tonta y no es fácil de engañar ni siquiera con el buen drama que ha montado su hijo. 

—No ves que se ha cortado, la mandé y limpiar esto y se dañó. Manda a alguien que limpie eso y tú ven conmigo—exclama tomándome por el brazo—si se infecta esa herida tendremos que pagarle el seguro médico—le dice a su madre—sabes como son estos empleados le sacan partido a todo—agrega alejándome de la señora y me lleva hasta lo que parece ser su despacho. 

—¿Te sientes bien? —pregunta cerrando la puerta. 

—Gracias—respondo—lo siento tanto, deme tiempo y le pagaré todo. 

—No hace falta, odiaba eso, imagínate cada vez que entres a la sala de tu casa ver un búcaro de un hombre desnudo. Es más no sé como no se me ocurrió antes tumbarlo accidentalmente, es que mi madre tiene unos gustos bastante peculiares—dice divertido intentando relajar el ambiente. 

—Insisto—respondo tragando en seco y aunque trata de transmitirme tranquilidad no puedo estar tranquila con todo el caos que tengo en mi vida. —lo dañé lo pagaré. 

—Costó 250 mil dólares—pronuncia y lo interrumpo:

—¿Qué? —digo quedando con la boca abierta—¡¿250 mil dólares?! ¡¿250 mil dólares ese horrible búcaro con un hombre desnudo?! —exclamo y él se ríe. 

—He dicho que lo olvides—exclama encogiéndose de hombros—al final no me gustaba—termina diciendo y me cubro el rostro con ambas manos, además de sentir vergüenza por hablar desmedidamente estoy tan asustada que siento que estoy a punto de colapsar psicológicamente. Y trato de disimular y limpiar unas lágrimas que intentan escapar de mis ojos. 

—Hagamos algo —pronuncia—págamelo con trabajo. 

—¿Con trabajo? ¿Qué clase de trabajo? 

—Será nuestro secreto—responde dando unos pasos hacia mí—eres la persona que necesito. 

—Espere un momento—lo interrumpo poniendo mi mano al frente—Es cierto que le debo dinero, pero tampoco hago esa clase de trabajos, yo soy una mujer decente—exclamo y abre grande los ojos mirándome con asombro y se echa a reír. 

—No, no es esa clase de trabajo, no soy ese tipo de hombre, me voy a casar recuerdas—responde mostrándome su anillo de compromiso—No le sería infiel a mi prometida. 

—A—suspiro aliviada sonriendo falsamente, no sé si deba creerle o no, es muy apuesto, tierno, sociable ¿y fiel? dudo que exista un hombre que reúna todas esas características y si es así algún defecto enorme debe de tener—Y entonces ¿qué quieres que haga?.

—Quítate esa ropa—exclama.

—Desgraciado—mascullo y él pasa la mano por su rostro. 

—Eres muy mal pesada, te digo que te quites el uniforme de empleada pues el trabajo que quiero que hagas es fuera de esta casa. Te cuento, mi prometida cree que viviremos aquí en esta casa, pero yo he comprado una casa muy linda, a solo unos kilómetros de la playa para que vivamos solos, pero es una sorpresa, es mi regalo de bodas y quiero que vayas y la organices, no me atreví a mandar a ninguna de las empleadas de la casa porque no quiero que le vayan a contar y me arruinen la sorpresa, por eso te lo estoy pidiendo a ti. —explica y su teléfono comienza a sonar—disculpa un momento—dice alejándose a responder. ¿En serio hay hombres así? —cuestiono mirándolo por detrás y no, no hablo solo de ese cuerpo que tiene, hablo de sus buenos sentimientos. 

—Hagamos algo, dejemos lo de la casa para mañana, porque se me ha presentado una reunión de último momento. 

—Está bien—respondo.

—No le digas a nadie, recuerda. 

—Gracias por todo—digo saliendo de allí con admiración, la verdad no creo haber conocido nunca a alguien así. 

***************

Mi teléfono suena y me sorprende ver que es Santi quien está llamando, ya pasa de las una de la madrugada y no sé que tenga que decirme a esta hora pues se fue de aquí a las 8 luego de cenar. 

—¿Santi? 

—¿Estás bien? —pregunta asustado. 

—Sí, por qué, qué sucede. 

—Estoy en el hospital Daniela—responde.

—¿En el hospital y eso por qué? 

—Cuando salí de tu casa tres hombres me dieron una golpiza y me dijeron eso es por meterte con la chica equivocada. 

—Marcos—murmuro.

—Mantente lejos de ese hombre Daniela, tu ex está loco. Si te quedas con él vas a terminar muerta—termina diciendo antes de colgar la llamada.




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