No quiero una vida sin volver a verte

TRECE

CAPITULO 13

 

Creo que si debí de pedir la ambulancia.

 

Abbey me golpea a cada nada, golpes en la cabeza, nunca, brazos, me lanza pequeñas patadas y mientras yo retrocedo en cada ataque ella avanza hacia mí para seguir haciéndolo.

 

–Ya basta

–NO –me grita –te quedaras con ella, con ella sabiendo lo que tenemos

–Es por el bebé, Abbey

–Si claro y yo veo con claridad –su sarcasmo me saca una sonrisa silenciosa

–No sonrías, Zac De la Vega –me señala y la borro

–A veces pienso que tu ceguera es una mentira –le bajo su mano que me sigue señalando –no es momento de burla Zac

–Ya, bueno, pues tranquilízate loca –la abrazo a la fuerza

 

Han pasado unos cuantos días desde que sucedió lo de Teresa, le pensé demasiado para contarle a mi novia toxica, tomando valentía lo hice y al parecer no le agrado mucho que digamos. Sé que no le puede gustar, pero fue lo que indicó el médico para una pronta mejora en el embarazo que vaya creciendo sin problema alguno. 

 

Sus golpes se detienen, pero es debido a que se pone a buscar su bastón con el que camina siempre en la escuela o en la calle, yo trato de escapar de sus próximos movimientos, pero me acorrala.

 

–Ni se te ocurra huir, Zac –me señala

–Y a ti no se te ocurra golpearme con esa cosa

 

La baja lentamente

 

–Solo te iba a dar uno, miedoso

 

Camina hacia el sofá y se deja caer.

 

–No me sienta nada bien el que tu vivas con ella, no nos dejará hacer nada

 

Tomo asiento a su lado, lentamente le quito el arma que tiene en su mano, la alejo y regreso con ella abrazándola.

 

–Puedo venir a visitarte cuando ya no sea necesario estar presente con ella

–Si, seguramente ella te dejara y te dirá vete Zac, disfruta de tu sexo con la chica ciega que te robo de mi lado –imita su voz dramáticamente

–Bueeeeno… tampoco tan así –me golpea la nuca y cruza los brazos –ya no estes enojada, loquita

–Es que… yo debería de estar viviendo contigo y no ella –hace un puchero 

–Oye, apenas llevamos un mes y días de conocernos y de andar, a lo mejor mientras duermo me haces cirugía y te robas mis ojos hermosos

–¿Cómo haría cirugía si ni veo?

–Permíteme dudar –bromeo

–Ya, Zac – me golpea el hombro –, en serio me incomoda que estén juntos

–Solo es por el primer trimestre, nuestro hijo corre peligro de que algo le pase

 

Suelta un suspiro y acepta a regañadientes.

 

–De acuerdo, ya no diré nada –se me abalanza –ahora hagamos otras cositas, ¿sí?

–Vaya, debí de ser jodidamente bueno para que quieras tener sexo otra vez

–Me gusta como lo haces tu –acaricia mi rostro analizando mis facciones como siempre

–¿Como lo hago yo? –la aprieto hacia mi colocándola debajo de mi cuerpo en el sofá –¿acaso hay alguien más? –niega sonriente –obvio no, solo yo te he tocado y si alguien lo hace, te juro que es hombre muerto

 

Puedo jurar por todo lo que soy y tengo que a esta chica le calienta el que sea un poco posesivo cuando de ella se trata, lo noté desde que me daban celos porque estaba con Erick y se lo hacía saber diciéndole que es mía, porque lo es y nadie me puede negar eso. No me interesa lo que digan sobre si es o no un objeto, Abbey Fisher es mía y punto, y lo disfruto a cada segundo. 

 

Beso con agresividad sus labios, saboreando cada esquina de esta con mi lengua luchando con la suya por poseerla, sus manos se pasean por mi abdomen subiendo mi camisa y mis manos lo hacen con sus piernas mientras aprieto mi erección con su zona sensible que la hace elevar un poco las caderas.

 

Yo la sigo besando, no puedo parar, lo hace tan bien que es imposible que no lo haya hecho antes con alguien, pero eso ya no me molesta porque como lo dije, ahora es mía y de nadie más.

 

–Amo tus labios –digo separándome por falta de aire –amo tu respirar agitado por lo que hacemos –paseo mi mano por su cuello llegando a en medio de sus pechos –amo tus redondos pechos que me hacen querer comerlos a cada nada

 

Le estrujo uno por fuera para que después retirarle la prenda que me obstruye el contemplar lo que me gusta lamer. Como no llevaba sostén fue rápido el observar cómo sus pezones se endurecían al sentir mi aliento alrededor de ellos, su espalda se arquea acercándome más a los montes que me fascinan, pasa una mano por mi cabellos entrelazándose en sus dedos y yo por fin meto uno de sus pechos en mi boca, Abbey suelta un suspiro pesado lleno de deseo y eso me prendió, me prendió de una manera increíble que me hizo comerle con demasiada hambre aquel pecho que ya tenía un mi boca mientras a el otro le daba atención con mi mano libre.




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