No quiero una vida sin volver a verte

VEINTIDOS

CAPITULO 22

 

Narra Abbey:

 

–Oye, de verdad no era necesario que me compraras este vestido, yo tenía ropa en mi coche

–Dudo que tuvieras la indicada para este lugar –se burla

 

Pasamos un rato por las tiendas antes de llegar al restaurant, ya que Liam lo solicitó queriendo darme un regalo como siempre lo hace.

 

–Fiuuuu –miro a todo el restaurant al cual entramos –que elegancia la de Francia

–Es español –me dice Liam sin dejar de reír por lo que dije 

–Ay, me entendiste –llegamos a la mesa y él me ofrece una silla –esto es demasiado como para solo un rato

–Te mereces lo mejor, ya lo sabes –dice sentándose

–Ridículo, pudimos ir a los tacos que estaban cerca de tu trabajo –el mesero nos entrega los menús y se retira

–Sabes que la comida callejera hace daño a nuestro cuerpo por las bacterias que rondan afuera

–Exagerado, ya lo hemos hecho antes

–Porque me obligaste

–Está bien, está bien, disfrutaré de que gastes en mi –se ríe

–Bien 

 

Le pide al mesero su “mejor champagne” el presumido este y ordena por los dos ya que esta es mi primera vez, aunque he viajado a varios lados, España no ha sido aun tachado, aunque lo pienso hacer pronto. 

 

Los platillos llegan y nosotros comenzamos a comer deliciosamente. 

 

–Oh por dios, esto está demasiado rico –digo con comida en la boca

–Ahora si no soy un ridículo ¿verdad? 

–Aun lo eres, pero uno muy lindo

–Mastica bien, no te vayas a atragantar

–Si, papá –me burlo

 

Liam Fletcher… lo conocí en uno de mis tantos viajes, en México, en una fiesta de playa en Cancún, accidentalmente derramé mi bebida en él por estar bailando con amigas que conocía en los mismos viajes que realizaba una y otra vez. 

 

De verdad fue accidental, se había derramado el trago en todo su cuerpo, en el momento de la situación me doy cuenta de lo sucedido y un hombre parecido a un orangután quiso sacarme de la fiesta tomándome fuertemente de los brazos queriendo arrastrarme a la salida y como no lo permití me cargo y yo no dejaba de golpear su cabeza calva y mordiendo su cuello, hasta que este chico lo detuvo, ya que resultaba ser el hijo del dueño del hotel en donde era la fiesta playera privada –donde me había colado, por supuesto–. 

 

Me disculpé porque sabía que tenía algo de culpa, pero hice que este tipo se disculpara por como su guarura me había tratado –si a mí me trató así por una cosita equis, qué no le hará a los que hacen cosas más grandes–, le dio risa que yo, una mujercita cualquiera a su círculo social le estuviera pidiendo eso, hasta que vio que hablaba en serio y lo hizo, sintiéndome yo una triunfadora en no complacer a niños ricos, hijos de papi.

 

Después de eso platicamos mucho y nos hicimos buenos amigos desde entonces, nos hemos ido a Brasil, Puerto Rico, Hawái, hasta que me dijo que estaría en un hospital muy importante trabajando donde habían solicitado su apoyo como médico general, justo a donde yo quería estar desde hace un tiempo cuando tuve mi operación y supe lo de Letty, aunque no le dije que lo iría a ver, era sorpresa y la sorprendida fui yo con todo esto. 

 

–Te ves muy linda, hoy –dice tomando su copa

–¿Solo hoy?

–Siempre te ves linda, Abbey –le sonrío –No sabía que Zac te conocía –dice de la nada dándole un trago a su bebida 

 

Dejo caer el cubierto en el plato y lo miro anonadada. 

 

No dijo ese nombre… ¿o sí?

 

–¿Q…quién? 

–Zac, Zac De la Vega –frunce el ceño –¿no lo conocías? Porque si es así le pediré que se aleje de ti por entrometido

–No puede ser –digo para mí misma, pero al parecer se escucha

 

Mi cabeza se deja caer en mi manos cayendo en cuenta de a quien tenía en frente hace unas horas. 

 

–¿Qué sucede?

–M-me tengo que ir –me pongo de pie tomando mi bolso y celular

–¿A dónde?

–Luego te explico –le beso la mejilla –me dio gusto encontrarte y gracias por la comida

 

Me alejo de la mesa, pero recuerdo que no sé a dónde dirigirme así que me regreso.

 




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