Ayer fui al psicólogo otra vez. Las visitas comenzaron como una sugerencia de mi novia Sofi, al inicio no me convencía contarle mis problemas a un perfecto desconocido, pero en realidad no es tan malo. Es liberador supongo. Solo quisiera que hubiera servido de algo... talvez fue así.
No se lo conté desde la primera de nuestras sesiones, talvez ese fue mi error. En todas nuestras pláticas le contaba cosas un poco genéricas, le hablaba de cosas que ocurrieron cuando era niño, le decía como me sentía ese día, ya saben lo típico, creo. Cada vez que llegaba a casa Sofi me preguntaba sobre qué tal me ayudaba a mi asunto, yo le mentía diciendo que cada vez me sentía más seguro y en paz, pero no era así.
No sé por qué no se lo dije antes, supongo que me sentía inseguro, o talvez quería probarlo. Ayer fue cuando cambie de opinión, pues esta vez fue mucho más fuerte que nunca.
—Siéntate, ¿Cómo te sientes hoy?- me preguntó con una fingida sonrisa en su cara.
—La verdad mal, doc.
—Cuéntame.
—Verá... tengo miedo.
—¿Miedo? ¿De qué?
—Es difícil de explicarlo, doc. Le temo a alguien, supongo.
—A alguien —no fue una pregunta— ¿sabes quién es ese alguien K.?
—Sí, creo, hem no lo sé.
—Tómate tu tiempo K.
—Verá, yo creo que le tengo miedo a mí mismo —doc se quedó en silencio y asentía examinándome— es algo que me aqueja desde hace mucho, es por eso que intento evitar consumir alcohol o drogas porque tengo miedo de... no sé.
—Bueno K. creo que entiendo.
—¿De veras?
—Mira K. sé por lo que estás pasando, tus padres eran muy exigentes con tus calificaciones y te condicionaste a darlo todo por conseguir la excelencia, tanto que tienes miedo de darte un tiempo para relajarte y así provocar que no seas lo que tus padres esperaban de ti. Conozco un caso como tú de un muchacho que...
Seguimos hablando durante un par de horas, la verdad esta fue la única vez que en verdad me sentí mejor, esta vez salí con mucho valor... mucho valor.
Como dije esto fue ayer, hoy ya es de noche y me arrepiento de no haberle explicado bien, quién sabe, talvez si pudo haber hecho algo al respecto. Ahora que lo pienso tampoco se lo expliqué bien a Sofía, le decía que me sentía perseguido y asustado por alguien que no estaba ahí, pero ahora es tarde, muy tarde. Yo creía sinceramente que era yo mismo, que por eso cuando me paraba en un segundo piso me preguntaba como se sentiría saltar por la ventana o empujar a alguien por ella. Por eso cuando tenía un cuchillo en mi mano me preguntaba que se sentiría clavarlo en alguien o en mí. Siempre fui capaz de controlarlo, evitaba tomarme el contenido de las botellas de veneno (por curiosidad), evitaba empujar a alguien a las vías cuando esperaba el metro, mi curiosidad era muy grande, pero creo que no tenía el valor para hacerlo.
Ahora Sofía está muerta, mis manos la mataron, solo golpeaba y golpeaba con el martillo. Pero ahora que veo en el espejo, sé esa cosa sangrienta y sonriente, no soy yo.