No salgas

Parte 4

El sol brilla con esplendor, los pájaros cantan en el bosque, y las calles del refugio están vacías.

No hay nadie afuera.

Sin perder tiempo, corro hacia donde vi a la niña. Ella ya se movió, está unos metros más adelante.

—¿Te encuentras bien? —pregunto al acercarme.

De cerca se ve peor. No parece haber estado jugando, su cuerpo tiene varios moretones morados y verdes.

La niña me mira asombrada, no dice nada, solo abre mucho los ojos.

—¿Tú también vas a escapar? —susurra.

—¿Escapar? —pregunto, confundida.

—Sí. Si lo vas a hacer, debemos irnos ahora, antes de que la otra chica se vaya y nos deje.

—¿Por qué quieres irte? —le digo, sin entender nada.

—¿Qué dices? —susurra nerviosa, mirando a todas partes—. Ven, debemos irnos, apura —me extiende la mano, pero no la tomo. —¿Qué haces? ¡Ven, debemos irnos!

Su expresión se vuelve ansiosa, sus ojos no paran de moverse, y su insistencia me asusta que instintivamente niego con la cabeza y retrocedo.

Creo que fue una mala idea salir.

—¡Quieta, quédate ahí! —nos gritan y ambas nos volteamos.

Es un hombre del equipo de seguridad del refugio, me lo dijo mi tío.

—¡Corre! —grita la niña completamente asustada. Intenta huir, pero dos guardias la detienen.

Yo no puedo moverme, el miedo me dejó paralizada, y las ganas de llorar hacen que mis ojos se llenen de lágrimas.

—¡Alix! —aparece mi tío César corriendo hacia mí y me alza en brazos—. ¡Te dije que no salieras!

—Tío… —mi voz se corta por las ganas de llorar—. Ella estaba lastimada, solo quería ayudarla…—digo entre sollozos, viendo cómo los guardias se llevan a la niña, que grita y forcejea desesperada pidiendo que la suelten y que le dejen ir.

Mi tío no dice nada, solo intercambia miradas con los guardias y me lleva de vuelta a la casa.

Al llegar, mi tío me coloca en el sillón de la sala. Parece asustado y ansioso, pues camina de un lado a otro con las manos en la cara o en el cabello.

—Alix, ¿qué fue lo que te dijo esa chica? Dime —me pide un poco desesperado.

Me da miedo la forma en la que me habla. Siento como si hubiera hecho algo muy malo.

Nunca debí haber salido.

—Me dijo que si quería escapar, que fuera con ella —respondo con la voz temblorosa.

—¿Y qué más? —insiste, agarrándome por los brazos.

Su apretón me duele, provocándome que los ojos se me llenan de lágrimas.

—Solo eso… me dijo que nos vayamos antes de que una chica nos deje —murmuro.

Su rostro palidece al oír mis palabras y por unos segundos no contesta.

—¿Qué chica?

—No lo sé.

—Alix, dime, ¿qué chica?—No sé… no le vi. Solo me dijo eso.

Las lágrimas me manchan la cara, y trato de controlar mi respiración.

—Maldición… —lo escucho murmurar antes de salir corriendo de la casa.

Y yo me quedo quieta, asustada y llorando.



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En el texto hay: suspenso, niñez

Editado: 20.11.2025

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