No salgas

Parte 5

Después de una hora, mi tío entra desesperado, agarra sus cosas con prisa, ni siquiera me mira, solo guarda varias cosas en una maleta que cuelga de su hombro y quema unos papeles.

—Alix, agarra tu muñeca. Debemos irnos —dice mientras corre de un lado a otro.

No respondo, solo aprieto a Nancy contra mi pecho cuando él me carga y salimos de la casa.

Afuera todo es un caos. Varios carros negros, muy grandotes, están estacionados mientras todos los niños del refugio son metidos en ellos.

—¿Tío, qué pasa? —pregunto asustada, aferrándome más a Nancy.

—Las personas malas vienen por nosotros, por eso debemos irnos.

—¿Y mis papás? —pregunto con miedo.

Si nos vamos y ellos regresan y no me encuentran, se van a preocupar mucho.

—Luego vendrán —responde.

Nos dirigimos a la casa más grande del refugio, la casa de mi tía Camil, la novia de mi tío y allí todo me da miedo, porque Camil grita a varias personas, y todos corren de un lado a otro.

—¡Cuiden las cargas valiosas, apúrense! —la escucho gritar cuando nos acercamos.

—¡Camil! —le llama mi tío César, y ella voltea enseguida.

—¡Cuida a la 106, es mercancía valiosa! —grita ella.

—¡Yo me encargo! —responde mi tío antes de llevarme hacia uno de los carros grandotes.

Me sienta en la parte de atrás y, mientras me coloca el cinturón, yo me aferro a Nancy.

—¡Debemos irnos enseguida, no pueden ver el camión! —le grita a alguien que no alcanzo a ver.

El carro arranca tan rápido que me empuja hacia atrás. No digo nada porque veo a mi tío muy concentrado en manejar, así que decido quedarme callada.

Solo espero que mis papás sepan a dónde vamos, para que podamos encontrarnos allá.

A medida que pasamos por el bosque, mi tío recibe varias llamadas por un aparato. Dice que interceptaron varios carros, él se enoja y acelera más.

Yo sigo callada, pero siento que alguien nos persigue.

A unos metros más, dos carros nos bloquean el camino.
Mi tío frena tan fuerte que casi salgo volando hacia adelante, pero el cinturón logra detenerme.

—Alix, escúchame bien —me dice, mientras varias personas con la cara cubierta bajan de los autos, apuntándonos con algo que no sé qué es—. No hables, no digas nada, ni respondas a nada de lo que te digan. ¿Entiendes? Son malas personas. Si hablas, te lastimarán.

El miedo me recorre el cuerpo y un hormigueo me sube por el estómago, cuando veo que abren la puerta y sacan a mi tío a la fuerza, mis ojos no pueden evitar derramar lágrimas.

—Ven, no llores —me dice uno de ellos al abrir mi puerta y alzarme en brazos.

No respondo, solo agacho la cabeza y aprieto a Nancy contra mí.



#532 en Thriller
#190 en Suspenso
#1767 en Otros
#342 en Relatos cortos

En el texto hay: suspenso, niñez

Editado: 20.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.