Cuando cumplí seis meses de embarazo mire a la que es mi suegra tejer algo, yo estaba tranquila acariciando mi panza, en mi embarazo tenía que estar tranquila sin preocupaciones ni nada.
Realmente tenía un... Embarazo riesgoso por mi edad, tenía que ir a Cesárea y que me sacarán al bebé, y si en el parto yo estaba mal podría hasta morir junto al bebé.
Cuando vi al señor que es mi suegro junto a mi novio fui a abrazarlo, tal vez no debía estar tan feliz, estaba embarazada de un bebé a mis doce años, casi trece.
—Llegaste, te extrañamos yo y Abel —me sonrió, pero en su mirada sabía que no me estaba sonriendo porque él quisiera, sino, forzado.
—Deberías pensar en otro nombre para el niño, el nombre de Abel es muy feo, ponle Jonás, se escucha más bíblico.
No soy católica o religiosa como la familia de mi novio, pero no juzgaba, son mi nueva familia.
Aparte el nombre de mi bebé es bíblico, pero no sé por qué no le gusta ese, a mi el de Abel me encanta.
—¿Qué hizo hoy la niña? —se que se referían a mí, mi suegro me dice niña siempre.
—Nada, como siempre, dice que por su embarazo riesgoso y todo eso —bufaron los dos señores y me sentí un poco incómoda.
—Perdón... Es que la doctora me dijo que mi embarazo es riesgoso y no quiero descuidarme, juro que cuando nazca la ayudare en lo que deseé —sonreí pero ella solo se rió con descaro.
—¡Hubieran pensado en eso antes de abrir las piernas! ¡Pero la niña y el niño quisieron tener sexo!
—Mamá...
—Guarda silencio.
Mi novio lo hizo y me quedé callada junto a él.
Después de eso empecé a servir la comida y todo, mi suegra me regañaba por todo.
—¡Agnes esto está salado! ¿No te enseño tu madre a cocinar? —bajé la cabeza y negué.
—No... —mi mamá me dijo que a esa edad yo solo me preocupara por el estudio, pero ni siquiera sirvo para eso.
—Se nota, vete, yo te enseñaré a hacer comida, niña estúpida —me lagrimearon los ojos y me quite las lágrimas.
Casi nunca estaba con mi novio y me sentía sola, siempre tuve regaños por mi suegra y me llegaban hasta el corazón, me dolía bastante escuchar esos feos regaños.
—Siente al bebé Lis —agarré su mano sucia en mi vientre abultado —va a estar grandote como tú —me acerqué demasiado a él, lo abracé y bese sus mejillas.
Aún somos unos niños cuidando a un próximo niño, no me imagino estar de ama de casa para un familia que nunca me van a querer.
—Sí... —se ve desanimado —. Qué felicidad..
—Tu y yo podremos todo esto, ¡te lo prometo! —se rió a mi optimismo y me abrazó.
...........
Cuando nació el bebé me lo pusieron en el pecho y lo oí llorar.
Tengo trece años pero no tiene nada de malo, ¿o sí? Cumplí trece hace ya tres meses, es Julio.
26 de Julio del 2003.
—Eres tan tonta, no sabes hacer nada.
—Perdón...
—¡Apúrate! Yo cuando nació Lisandro cargaba ladrillos, colchones... —la interrumpí.
—Pero yo acabo de tener una cesárea hace dos días, debo recuperarme, debo tener reposo...
—Cállate, cállate —me ordenó y lo hice —. Qué reposo ni que reposo —bajé la cabeza.
—Perdón.
Aquí haré un resumen de todo lo que pase en casa de mis suegros, porque de esta casa nos fuimos un año después de cumplir catorce años, ya todo sería por nosotros, pero Lisandro seguiría en la escuela y yo estaré en casa cuidando del bebé. No me disgustaba, pero si quería seguir estudiando, la verdad quería ser diseñadora de interiores.
Lisandro nunca estaba para mí, solo estaba para si mismo o el trabajo, y casi no me molestaba, más bien me molestaba como llegaba, con su mal humor, tenía sus cambios tan tontos de pelear conmigo.
—¡Deja de reprocharme las cosas! ¡Los dos tuvimos culpa del bebé! —me bajaba la pijama, era una mini pijama pero no por atrevimiento, sino porque no me quedaba justa.
Estaba bastante grande ya, desde que el bebé nació engorde y baje de peso, quedando con unas enormes estrías y mi cuerpo según mi suegra era asqueroso por eso, según ella no tiene.
—¡Di que te enseña a hacer algo! Para que no seas un tonta mantenida.
Jamás me dijo cosas así, jamás me insultó de ni una manera ¿¡Qué le pasa!?
—¡Cállate! No quiero discutir, sabes que sigo mal por la cirugía de la cesárea, tuve a tu bebé y así te pones...
—¡Nunca te lo pedí!
Las discusiones eran tontas, pero nos reconciliamos con abrazos y besitos en la mejilla o muy rara vez, en la boca. Cosas sencillas y tiernas para adolescentes de nuestra edad.
Su madre según mente me estaba enseñando a ser una mujer con valores, una mujer hecha y derecha, pero yo solo quería cuidarme de la cesárea y sentirme mejor después, no al contrario, creo que me siento peor ahora que cuando me abrieron el vientre y sacaron al niño