¡ No sonrías, idiota! (2024)

CAPÍTULO 4

Llegó el sábado y ya que no tenía nada mejor que hacer, fue directamente hacia el London Eye, uno de los iconos de la ciudad. Se trataba de una noria enorme que otorga a quien monta en ella unas vistas privilegiadas junto al río Támesis.

De vez en cuando le gustaba subir y contemplar la ciudad desde las alturas. Normalmente no compartía cabina, aunque era muy complicado ya que todos los turistas se daban tortas por pasar allí el rato. Al ser muy temprano estaba de suerte, no había demasiada gente y pudo montar sola...o eso creía.

Un tipo se coló en su cabina antes de que las puertas se cerraran y la miró con una sonrisa socarrona.

—¡Uf, por los pelos! Llevo haciendo cola un buen rato—el chico parecía simpático pero Lia no estaba por la labor.

—No mientas, apenas hay cola—respondió sin apenas mirarle—Podrías haber montado en otra cabina, me apetece estar sola.

—Vale, me has pillado. Te he visto sola y quería hacerte compañía—se acercó hasta ella y la miró a los ojos—Soy Ethan—le tendió la mano, pero Lia ni se movió—¡No me mires así! No soy ningún psicópata ni un pervertido. No voy hacerte nada, te lo prometo.

—Lia—no sabía el motivo, pero al mirar sus ojos, le creyó—Pero ¿Por qué yo? Hay muchas chicas por aquí, mil veces mejores que yo.

—No sé, mi instinto me dice que tú eras la mejor de por aquí y pocas veces me falla—la verdad es que desde que leyó su informe y vio su foto sintió algo extraño. Quería conocerla cuanto antes y no lo había decepcionado. No sabía la razón por lo que se sentía tan mal y triste por todo. Era una chica bonita y seguro que con otro humor sería encantadora.

—Sí claro, intuición—no se podía creer que un chico tan guapo y agradable quisiera conocerla, seguro que había trampa—Te agradecería que me dejaras sola, en la medida de los posible que esta cabina lo permita—se giró y se fue al hacia el otro extremo desde donde se podía ver la Abadía de Westminster en todo su esplendor.

Ethan se quedó allí parado pensando en que podría decirle para poder entablar conversación con Lia. Mientras ella miraba hacia aquel emblemático monumento, se acercó hasta ella y sus miradas se encontraron a través del cristal.

—Te voy a decir algo…—Ethan empezó a ponerse blanco—No me gustan nada las alturas—se escurrió a través del cristal y se sentó  en el suelo con las piernas estiradas.

—¿Me estas vacilando, no?—vio como se dejó caer hasta el suelo—¡Joder! ¿Estás bien?—se agachó hasta su posición—Si tienes miedo a las alturas ¿Para qué vienes a la noria?

—Ya te lo he dicho, te vi y mi intuición me dijo que debía entrar aquí—cerró los ojos con fuerza para dejar de mirar al vacío.

—¡Eres idiota! No merece la pena que subieras aquí por mí. Ni siquiera me conoces. ¡Estás loco!—se rio entre dientes—Y aún nos quedan veinte minutos—no sabía qué hacer así que se sentó a su lado y la cabeza de Ethan rodó hasta su hombro—Ponte cómodo, no te cortes—añadió con ironía.

—Lo siento, es que se me va la cabeza—intentó levantarla pero Lia no se lo permitió.

—No seas tonto, no pasa nada—le susurró con dulzura. No sabía cómo podía estar tan tranquila con un desconocido en su hombro, suspendida a sólo Dios sabe a cuanta altura y sin nadie alrededor.

—Ya me has llamado idiota, loco y tonto—abrió los ojos y la miró—¿Qué tal si me llamas Ethan? Sólo por cambiar un poco—intentó sonreír pero se sentía muy mareado.

—Perdona, no me había dado cuenta de que lo hacía, Ethan.

—No eres de por aquí ¿Cierto? Tienes un acento extraño—al menos su numerito le estaba sirviendo para que ella le hablara.

—Soy española. Llevo algunos años aquí en Londres, pero mi acento me acompaña allá donde voy—sonrió casi sin darse cuenta—Supongo que tú eres de por aquí. Pareces el típico caballero inglés—lo vio tan bien arreglado con su pantalón de pinzas su camisa y chaleco a juego—Aunque te falta el bombín a lo Charles Chaplin.

—¿Te burlas de un pobre hombre que se encuentra en horas bajas? Estoy a punto de morir, se buena conmigo—se defendió con buen humor que hizo reír a carcajadas a Lia—Tienes una risa muy bonita. Me gusta—se incorporó y apoyó la cabeza en el cristal.

—No digas esas cosas. Me incomodan—se puso seria un momento—Seré buena contigo, prometido—se levantó para disfrutar del paisaje y alejarse un poco de Ethan. Se sentía extrañamente cómoda con él y eso no le gustaba ni un pelo.

—Bueno ¿Y a qué te dedicas chica buena?—a Ethan ya se le estaba pasando el mareo a medida que iba descendiendo la altura.

—¡Vaya que típica pregunta! No estoy interesada en conocerte ni que tú me conozcas. No te lo tomes a mal, pero no me gustan los desconocidos.

—Sí, algo de eso me pareció cuando entré en este chisme—se levantó del suelo lentamente—Justo por eso debemos preguntarnos este tipo de cosas para solucionar tu problema—se tambaleó un poco.

—¡Ten cuidado!—lo sostuvo por sus hombros—Y luego quieres que no te llame idiota. Tú solito te lo buscas—le ayudó a apoyar su espalda en el cristal sin soltarlo del todo—¿Aguantarás hasta que podamos bajar?

—Espero que sí, quedaría fatal si me desmayase en tus brazos—sus labios se curvaron  en una tímida sonrisa mientras la mirada de Lia le indicaba lo preocupada que estaba. «Una mirada bonita para una hermosa mujer»




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