Ethan llevaba todo el bendito día esperando el mensaje de Kate. Cuando ya se había dado por vencido y creía que su jefa se había olvidado de él, el ansiado mensaje había llegado. Tuvo que ir a casa de Josh para convencerlo que lo acompañara. A la madre del chico le pareció una idea buenísima y se ofreció para quedarse a dormir en casa de Mary Anne y que ellos no tuvieran prisa por volver. Josh seguía sin tenerlo claro, pero fue mencionar que Jen también estaría ahí y cambió de opinión.
Tuvieron que aparcar bastante lejos del local y esperar un buen rato de cola para poder entrar. Una vez dentro, Ethan trató de buscarlas entre la multitud y poco después vio a Lia en uno de los reservados…con compañía.
Estaba distinta esa noche, tenía el pelo suelto con unas ondas en cascada que caía por su espalda. No podía verla bien porque estaba de perfil hablando con un tipo que estaba demasiado cerca de ella. Observó como él le dijo algo y Lia sonreía a la vez que le acomodaba el pelo. ¿Quién era ese imbécil? ¿Y por qué ella parecía tan cómoda con ese hombre?
Toda esa situación le molestaba y mucho. Conocía a Lia y sabía que no era el tipo de chica que coqueteaba con los hombres, más bien, todo lo contrario. Por eso le sorprendía tanto verla en esa actitud con un completo desconocido.
—Mira, ahí están—le indicó Josh. Al igual que su vecino, había visto a Jen hablando con un rubio guaperas que no dejaba de sonreírle y eso no le había gustado ni un pelo—¿De dónde han salido esos tíos?
—No lo sé, pero lo vamos a averiguar—gruñó molesto.
Como no podían acceder al reservado si nadie los invitaba, decidieron pedir algo y quedarse cerca de allí por si alguna de ellas los veía o simplemente bajaban a la pista a bailar. Kate los acababa de ver y sin cortarse ni un pelo, cogió a Jen y a Lia y se las llevó de ahí.
—¿Bajamos a bailar un rato? Demasiada testosterona ¿No?—trató de convencerlas.
—Está bien—respondió Lia—¿Vienes Jen?
—Vale—el amigo de Lou era muy guapo y simpático, pero no tenía conversación ninguna y sólo sabía sonreír.
Las vieron bajar a la pista. Los dos se miraron bastante contentos, Kate les había echado un cable con sus amigas. Casualmente, la zona donde ellas decidieron ir a bailar, estaba cerca de la barra donde estaban Ethan y Josh.
—Chicas, voy al baño. Vuelvo enseguida—se excusó Kate.
—Eso puede ir desde cinco minutos hasta una hora y media—bromeó Lia. Empezó a bailar con Jen sin darse cuenta que unos metros más allá, había alguien que se la estaba comiendo con la mirada. Cuando la canción acabó, levantó la cabeza y le preguntó a su amiga—¿Soy yo que tengo el cerebro alcoholizado o conozco a esos dos?
—Son Ethan y Josh—Jen sonrió y Josh le devolvió la sonrisa—Vamos a saludarlos.
—Ve tú, yo vuelvo arriba—dejó a su amiga allí y se marchaba rumbo al reservado, cuando noto una mano alrededor de su brazo.
—Hola. ¿No nos has visto que estamos ahí?
—No—se deshizo de su agarre y quería seguir su camino, pero Ethan se le plantó delante.
—Estás muy despistada esta noche—ahora sí podía verla bien. Definitivamente el rojo era su color, debería usarlo cada día de su vida. Llevaba una camisa blanca que dibujaba y realzaba sus curvas a la perfección acompañada de un pantalón rojo que marcaba su cintura a juego con el color de sus labios—Y muy guapa también.
—No vas por buen camino—trató de apartarlo mientras pensaba que se estaba burlando de ella—¿Puedo pasar?—se cruzó de brazos y a Ethan se le escapó una fugaz mirada a donde no debía—¡Eh!—le dio un manotazo—¡Mi cara no está ahí!—enrojeció y un calor desconocido la invadió—Vuelve con Josh o con quien te de la gana, pero déjame pasar.
—La persona con la que quiero hablar, lleva días huyendo de mí.
—Ya hablaste mucho la última vez—hizo una mueca graciosa—Y me quedó muy claro lo que piensas de mí. Soy tan pobre que sólo tengo dinero ¿No?
—¡Yo no dije eso!
—Pero lo insinuaste, sabiendo todo lo que sabes sobre mí y de donde vengo. Diste a entender que era igual de clasista que ellos, y eso me dolió—confesó—Tienes razón, no debería haberme metido en tus asuntos y lo siento, no volverá a ocurrir.
—No quería decir eso, ni siquiera lo pienso—le agarró la barbilla para mirarla a los ojos—Y por supuesto que nunca en la vida te haría daño—estaba temblando y podía escuchar su propio corazón galopar por encima de la música. No podía apartar sus ojos de los de Lia y pensó que si le tenía que pedir perdón todos los días por el resto de su vida, estaba más que dispuesto.
—Es mejor que lo olvidemos—susurró hipnotizada por el hombre que tenía frente a ella.
Ambos percibían la cercanía mutua, el calor que emanaban de sus cuerpos. Apenas notaban que estaban rodeados de cientos de personas. No podían apartar la mirada el uno del otro. Lia nunca había besado a nadie pero en ese instante anheló que él lo hiciera. Ethan tampoco lo había hecho porque se lo había prometido a su abuela. Sus labios estaban reservados para una mujer especial que fuera capaz de robarle el corazón, y Lia lo había hecho, se acababa de dar cuenta.
—¿Subimos al reservado?—Jen había aparecido con Josh justo a tiempo, antes que alguno de los dos hiciera algo de lo que tuviera que arrepentirse.