El ambiente en casa estaba demasiado denso. Lou estaba enfadada y le pasaba algo aunque no quisiera compartir el qué. Kate sufría mal de amores y estaba decaída, y ella misma estaba molesta y confundida por un beso. La única que parecía feliz y contenta era Jen y se alegraba mucho por ella.
Decidió vestirse, preparar su bolso y salir a visitar monumentos como cualquier turista en la ciudad. Caminó durante horas por los lugares más emblemáticos de Londres mientras escuchaba música en su móvil. Era la cosa más sencilla del mundo y sin duda la que más le llenaba. Para terminar, su aventura de aquel día, subió al London Eye, era una de las cosas que más le agradaba hacer desde que vivía allí, pero entre que no salía barato y las colas interminables, hacían que no fuera tan a menudo como a ella le gustaría.
La última vez que estuvo ahí, le había cambiado la vida. Aún podía ver a Ethan pálido y mareado tratando de impresionarla. «El muy idiota» sonrió levemente. El mismo que poco a poco y sin que ella se diera cuenta, consiguió meterse en un lugar al que nadie había accedido nunca. Había sido muy tonta al dejarlo entrar en su vida sabiendo que no tenía posibilidad de nada, y en el hipotético caso de que la hubiera, ella misma lo echaría todo a perder como siempre. Ahí, con la ciudad de Londres bajo sus pies, disfrutando de las vistas que la noria le ofrecía, se dio cuenta que debía cortar lazos con Ethan porque estaba irremediablemente enamorada de él.
Al bajar, se percató que era hora de volver a casa, iría caminando durante un tramo para moverse un poco más. Durante su paseo, pudo ver las terrazas de algunos establecimientos llenas de gente. Se notaba que era verano por el buen tiempo que hacía en la ciudad, aunque para Lia el verdadero buen tiempo era estar a treinta grados mínimo en cualquier parte de la Costa del Sol. A lo lejos, vio a una mujer que se le había quedado mirando fijamente y le sonaba bastante su cara.
—Hola querida. ¿Me recuerdas?
—Creo que sí. ¿No nos vimos en la boda de Jen y Carl? Aunque no recuerdo tu nombre, lo siento.
—Leena Memphis. Sí, justo ahí nos conocimos—al que realmente estaba buscando era a Ethan, pensó que estaría con ella como siempre, pero no era así en esa ocasión—Fue una pena todo lo que sucedió con Carl. Cuando su familia me lo contó no podía creerlo, lo conocía desde que era un niño.
—No me alegro de cómo terminó, pero lo que hizo con mi amiga merecía un castigo—esa mujer la estaba poniendo nerviosa—Así es la vida.
—Desde luego que sí. ¿Has venido sola? ¿No te acompaña tu amigo hoy?
—He venido sola. Ethan y yo somos amigos, no siameses—le respondió molesta.
—Perdona, no quería incomodarte—sonrió cínicamente—Tengo que dejarte, llego tarde a una cita con un amigo. Por cierto, dale recuerdos a Ethan de mi parte.
—No sabía que os conocíais.
—Sí, desde hace tiempo. Nos conocemos… muy bien—esa información tan innecesaria le había sentado muy mal por lo que aquella mujer le estaba dando a entender—Pregúntale a él, de qué, nos vemos querida.
Leena se fue de allí con una sonrisa triunfal en los labios. Esa chica no tenía ni idea de a qué se dedicaba su amigo, parecía muy inocente la pobre. Le encantaría verle la cara cuando supiera la verdad, porque tarde o temprano la descubriría.
Con lo tranquila que había pasado el día y había llegado la dichosa Leena para arruinarlo. «Nos conocemos… muy bien. Pregúntale a él de qué» Esas palabras seguían rondando su cabeza. Era consciente que todo el mundo tiene un pasado, pero si era verdad lo que esa mujer insinuaba… ¡Por Dios, podría ser su madre!
Llegando a su edifico, se encontró con Josh ahí, mirando la puerta.
—Hola Josh. ¿Estás esperando a Jen?
—No…En realidad ella no sabe que estoy aquí—se pasó la mano repetidamente por la nuca.
—¿Quieres subir? Supongo que estará en casa.
—No lo sé…
—¿Cómo que no lo sabes?—Josh la miró y Lia notó que estaba nervioso—Venga vamos a tomarnos algo para que te tranquilices y me digas qué pasa.
Cerca de allí, había una tetería. Había mucha gente pero por suerte, acababa de quedarse una mesa libre.
—Ahora sí, cuéntame qué es lo que te tiene tan ansioso—Josh no sabía por dónde empezar—Jen me ha contado un poco y añadido a lo que pude ver anoche…Creo que entre vosotros podría haber algo más que una amistad. ¿O me equivoco?
—Sí—confesó—Lia, creo que me enamoré de ella el mismo día que la conocí. Sé que suena como si estuviera demente, pero es la verdad, lo juro.
—¿Se lo has dicho a ella?
—No, pensará que estoy chiflado o que soy un psicópata y huiría de mí—sonó con un deje de tristeza.
—Mi consejo es que deberías decírselo, así como me lo has dicho a mí. La primera regla de toda relación ya sea de amistad o amorosa, debe ser la sinceridad Josh. Además, conozco a Jen como la palma de mi mano, le encantará escucharlo—le dio una palmadita en su mano.
—Tengo miedo a que me rechace. No me gustaría perderla Lia—podía ver visiblemente lo agobiado que estaba.
—No creo que te rechace después de haberla besado como lo hiciste anoche—Josh enrojeció hasta la raíz del pelo—Jen no se besa con cualquiera, no es ese tipo de mujer. Ella es tímida para esas cosas, te lo aseguro.