Al día siguiente Josh se acercó a la casa de al lado para intentar hablar con su vecino antes que se fuera a trabajar.
—¡Qué madrugador Josh! ¿Vienes a desayunar?
—No exactamente. Tengo más información—lo miró arqueando las cejas—Eso sí, si te interesa te la cambio por un café.
—Hecho—se lo sirvió y lo puso sobre la mesa—Habla.
Josh le relató con detalle todo lo acontecido la tarde anterior frente al edificio de las chicas. Pudo observar que con cada cosa que decía, el gesto de Ethan se endurecía más.
—Y bueno, eso es todo, de momento—se bebió el resto del café rápidamente—¿Te puedo hacer una pregunta?
—La vas hacer de todos modos—respondió malhumorado.
—¿Por qué te molesta tanto que Lia trate a otras personas? Que yo sepa, entre vosotros sólo hay una simple amistad ¿No?
—Exactamente. Y no, no me molesta que conozca gente. Lo que no me gusta es que quede a solas con personas que no conoce, por su seguridad más que nada. Este mundo está lleno de locos, nosotros lo sabemos bien—hizo referencia a Carl.
—Ya—ese argumento era bastante flojo, pero haría como que se lo creía—Tú en su momento me aconsejaste y yo ahora intentaré devolverte el favor. El que no arriesga no gana Ethan. Así que deberías enfrentarte de una vez a lo que te está pasando porque puede que cuando quieras hacerlo, ya no haya nada por lo que luchar. Buenos días—Josh se marchó a su casa dejando a su vecino aún más confuso.
Lo primero que hizo Lia nada más llegar a casa de Mary Anne fue subir hasta su habitación. Era raro que no estuviera levantada aún. Cuando llegó hasta ella, la mujer estaba empapada en sudor.
—Mary Anne ¿Estás bien?—cuando la tocó, estaba ardiendo y se asustó, pero no quería que la mujer se alarmara—Tienes fiebre ¿Dónde tienes el número del doctor?
—En el cajón de abajo…—le indicó con mucho esfuerzo—Me cuesta respirar…
—Tranquila, todo va a estar bien—le sujetaba la mano mientras le contaba al médico lo que pasaba con la anciana—Ya está en camino.
Decidió esperar a ver qué decía el doctor para saber si era necesario avisar a Ethan o no. A la que sí llamó fue a la señora Hope, ella sabría qué hacer mientras llegaba el médico.
—Hay que llamar a Ethan. No te preocupes, yo me encargo.
—Gracias—Lia seguía en la habitación de Mary Anne esperando al bendito doctor. Cuando hizo acto de presencia, se quedó con ella mientras la auscultaba.
—Es un simple enfriamiento, nada de lo que tenga que preocuparse.
—¿Cómo no me voy a preocupar? ¿Ha visto como está? Es una mujer que está enferma, cualquier cosa, aunque sea simple enfriamiento puede ser fatal para ella—estaba nerviosa y muy preocupada.
—Señorita, aquí el médico soy yo—la miró por encima del hombro—En cuanto se tome el medicamento que le acabo de prescribir, Mary Anne mejorará.
—Más le vale que así sea—lo miraba con cara de pocos amigos—O yo misma me encargaré de…
La puerta se abrió de golpe, era Ethan que acababa de llegar a casa sorprendiendo a Lia y al doctor.
—¿Cómo está? ¿Qué ha pasado?—le preguntó al hombre que parecía molesto con Lia.
—Tal y como le he dicho a la señorita, lo que tiene la señora es un enfriamiento y debido a la edad de ella y a su estado de salud, le ha afectado un poco más de lo que debería. Pero la señorita discrepa sobre mi diagnóstico—Lia lo miraba muy seria—En unos días mejorará, pero lo hará muy poco a poco. Puede que a lo largo del día de hoy, le suba un poco más la temperatura. Manténganla hidratada e intenten que coma algo si pueden. A partir de mañana mejorará.
—Gracias doctor—aquel hombre salió de la habitación y la señora Hope lo acompañó a la puerta—¿Cómo se te ocurre hablarle así?
—No me da buena espina ese…doctor—confesó—Apenas la ha examinado ¿Y si se equivoca?
—Lia, el doctor Andrews lleva siendo el médico de mi abuela desde hace más de diez años. Si alguien la conoce, es él—por la cara que puso, ella no había cambiado de opinión.
—Iré por el medicamento—cogió la hoja que el doctor había dejado sobre la mesita y salió de allí.
—Ten paciencia con ella…—su abuela lo estaba mirando—Se ha asustado mucho…No está acostumbrada a estas cosas…
—¿Cómo te encuentras?—se sentó en la cama junto a ella.
—Como si me hubiera atropellado una manada de elefantes…Pero lo que me ha inyectado el doctor Andrews me ha servido un poco…Ya puedo respirar mejor.
—¿Por qué no me has dicho nada esta mañana? Me hubiera quedado contigo—le acarició el canoso pelo con cariño.
—No quería preocuparte cielo…Ni que te pusieras intenso—Mary Anne tosió con fuerza—Aunque para intensidad la de Lia ¡Menudo carácter tiene esa chica! ¡Quién lo diría!
—Pues sí—se quedó pensativo observando a su abuela.
—Deberías aprovechar que estáis los dos aquí e intentar hablar.
—No creo que se quede. Ya has visto lo que ha tardado en irse en cuanto he llegado yo.