¡ No sonrías, idiota! (2024)

CAPÍTULO 26

—Esto no puede estar pasando. ¿En serio Esteban?—no se podía creer que una vez más, alguien en quien confiaba la había engañado.

—Estoy tan sorprendido como tú Lia—cuando sus padres le obligaron a ir a esa cena para conocer a su futura esposa, jamás se le pasó por la cabeza que pudiera ser ella.

—¡Oh, sí por supuesto!—había sido tan tonta de caer dos veces en la misma trampa.

—Un momento—interrumpió Sandra—¿Os conocéis?

—Sí, Sandra. Nos conocimos hace tiempo en Londres—le explicó el chico ya que su hija seguía digiriendo todo lo que estaba pasando—Hace poco nos encontramos aquí por casualidad, somos amigos.

—¡Pero eso es maravilloso! ¿Ves hija? El destino os unió mucho antes que nosotros—se acercó a Lia y le susurró algo al oído—Quita esa cara ahora mismo y pon tu mejor sonrisa, me da igual lo mal que te sientas.

—La cena está lista, pueden ir pasando al comedor—todos fueron se encaminaron hacia ahí, Lia iba la última destacada y Mónica la notó rara—¿Va todo bien?

—Nada está bien—escuchó a su padre llamarla de fondo—Después te cuento.

Sus padres y los de Esteban hablaban de las cosas buenas que les deparaba el futuro a ambas familias gracias al próximo enlace de sus hijos, mientras ellos dos permanecían en silencio. El chico trataba de buscarla con la mirada, pero Lia decidió ignorarlo, ya hablaría con él más tarde y lo pondría en su sitio. Después del postre, los dejaron solos para darles intimidad.

—Lia te juro que yo no tenía ni idea que tú eras «la chica»

—¿Y se supone que te tengo que creer?—bebió de su copa de vino—¡Claro, ahora ya sé porque estabas tan raro la última vez que nos vimos! Debiste ser sincero conmigo y contármelo Esteban, al menos para no quedar como una imbécil delante de todo el mundo.

—Te equivocas Lia—se levantó de la mesa y empezó a deambular por el comedor—Ese día acababan de informarme que tenía que casarme con una completa desconocida, y me negué por supuesto. Pero mi familia al igual que la tuya, parece que sólo saben ver una cosa, un negocio exitoso.

—Tú puedes negarte. A ti no te van a seguir, a manipular e incluso acosar como han hecho conmigo. Ya sabes por qué me fui de Londres, pero además de eso, estaba siendo amenazada por mi propia madre—confesó—Si no volvía, mandaría a alguien a traerme a la fuerza—según hablaba iba retorciendo la servilleta de tela que tenía entre sus manos—Tienes que negarte Esteban, por favor, es la única forma—le rogó.

—Puedo negarme. Pero si no soy yo, será otro, y en mi caso si no eres tú, será otra—ella sabía que su amigo tenía razón—Si lo pensamos fríamente, será mejor que aceptemos esta…

—Aberración—apuntó Lia—Es la palabra que buscas. Esto sólo pasa en las películas y en las novelas de mala calidad. De repente hemos retrocedido doscientos años en el tiempo. ¡Es de locos!

—Lo es—se aproximó a ella y se sentó a su lado—Piensa que si aceptamos este…trato, puede ser menos duro si lo comparamos con la idea de comprometernos con otras personas desconocidas para nosotros—la miró a los ojos para ver su reacción—Yo te prefiero a ti por encima de cualquier otra mujer, sea forzado o no.

—Esteban…tú sabes cuáles son mis sentimientos y me parece muy injusto que tú…—la idea era la menos descabellada que había oído aquella noche, pero le sabía mal por él.

—¿Que te quiera? Así es la vida Lia, llegué tarde—suspiró con tristeza—Si me hubieras conocido a mí antes, otro gallo cantaría y estarías loca por mí—bromeó—Sé que me quieres a tu manera, eso para mí es suficiente, no te agobies por eso—le acarició la mejilla.

—Perdóname por haber desconfiado de ti, pero entiéndeme por favor. Ya no sé quién miente y quién no después de todo lo que me ha tocado vivir últimamente.

—No te preocupes, comprendo que lo seas—sacó algo de su bolsillo y se lo enseñó—¿Ves este anillo? Para nosotros simbolizará la confianza y sinceridad entre tú y yo, creo que es más adecuado que lo que supuestamente debe significar. Entonces ¿Lo aceptas?

—Lo acepto—dentro de toda aquella locura, no iba a salir tan mal parada. Esteban sabía todo de ella y había demostrado ser un gran amigo, quizá podría ser un buen compañero de vida—Con una condición.

—¿Cuál?

—No es necesario que me guardes fidelidad. Si en un momento dado conoces a alguien y te apetece tener algo con ella, eres libre de hacerlo, por mí no te cortes.

—¿Me estás dando permiso para serte infiel?—era lo último que esperaba escuchar de sus labios.

—Exacto—le quitó el anilló y se lo colocó ella misma—Confianza y sinceridad ¿No?

—¿Eso significa que tú podrás hacer lo mismo?—él no quería a otras mujeres, sólo a ella.

—Sabes que no—se levantó de la silla y lo cogió de la mano—Vamos a informar a nuestras queridísimas familias que acaban de cerrar un negocio redondo.

Tras conocer la noticia que Lia y Esteban estaban oficialmente comprometidos, sus padres respiraron tranquilos y brindaron por la feliz pareja. Pasada la medianoche, Esteban y su familia se marcharon a casa.

—Gracias a Dios que has entrado en razón Natalia—le dio unas palmaditas en el hombro—Confieso que al principio me asustaste con tu reacción, pero me alegra saber que has recapacitado.




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