¡ No sonrías, idiota! (2024)

CAPÍTULO 31

Al fin había guardado todas sus cosas importantes en una maleta, el resto ni podía, ni quería llevárselas. Bajó hasta el recibidor dejando allí sus pertenencias y fue hasta la cocina para despedirse de las chicas.

—¿Qué ha pasado Lia? ¿Por qué has vuelto tan pronto?

—No hubo boda al final—aunque estaba triste por Esteban, no podía evitar sentirse aliviada.

—¡Me alegro mucho!—Valeria corrió a darle un abrazo—A ver, no me malinterpretes…

—Todo era una locura y Esteban supo pararlo a tiempo—sonrió con tristeza al recordarlo—He venido a despedirme de vosotras. Me voy, y esta vez será para no volver nunca.

—Haces muy bien hija—comentó Rosa—Esta casa es un infierno y creo que después de lo de hoy, va a ser mucho peor.

—Lo sé, precisamente por eso lo hago—las miró a las tres—Quiero agradeceros todo lo que habéis hecho por mí durante todo este tiempo, por cuidarme y ayudarme tanto. Os voy a echar muchísimo de menos.

—Es nuestro trabajo, además fuiste tú quien nos trató más como amigas que como tus empleadas, y eso también es de agradecer—añadió Mónica.

—No os entretendré más—la abrazó una por una—Muchas gracias por todo y espero que tengáis mucha suerte.

—Espera—la detuvo Val—Esto lo dejó Esteban para ti anoche—Lia observaba el sobre sin entender nada—No sé lo que será, pero me dijo que te lo entregara después de la boda.

Lia lo cogió y salió de la cocina para sentarse en las escaleras mientras abría la carta.

 

«Te preguntarás qué ha pasado para que haya cambiado de opinión respecto a nuestro matrimonio y la verdad es que la cena de esta noche me ha abierto los ojos.

Tú y yo somos demasiado para nuestras respectivas familias a las cuales no les interesamos lo más mínimo. Para ti, todo esto no te ha pillado por sorpresa según me has contado tu misma, pero para mí ha sido diferente. Yo no sabía cómo eran mis padres hasta que me obligaron a casarme con una total desconocida. Fue un duro golpe y aún a día de hoy trato de gestiónalo de la mejor manera posible.

Sé que pudimos ser felices si nos hubiéramos casado, estoy convencido de ello. Pero también sé que para ti, nunca hubiera sido suficiente porque no soy yo quién vive en tu corazón, a pesar de quererme mucho, nunca vas a llegar a amarme, así que digamos que las cosas volverán a su lugar en su debido momento.

Lo último que te voy a decir es que te vayas de esa casa, vuelve a Londres para recuperar tu vida y no te preocupes por nada ni por nadie. Como te he dicho muchas veces, piensa primero en ti y no en los demás. Tus padres tendrán lo que merecen, al igual que sucederá con los míos en el futuro.

Vuela alto Lia, cuídate y sé feliz. Esteban»

 

Ahora ya podía comprender por qué estaba tan extraño desde la noche anterior, ya sabía que no iba a casarse con ella. Le gustaría hablar con él una vez más y tratar que todo esto no fuera tan doloroso, pero Esteban ya se había despedido en la iglesia y no quería molestarlo más.

Guardó la nota en su bolso y se fue hacia la puerta de la casa para salir de allí de una vez y para siempre. Pero no había recorrido ni dos metros cuando Sandra apareció ante ella seguida de su marido.

—¡Tú, maldita desagradecida!—la cogió del brazo y la zarandeó—¿Qué has hecho para que te abandone en plena ceremonia, eh? ¡Más te vale ir a buscarlo y pedirle perdón de rodillas si hace falta! ¿Me oyes?

—¡Ya basta mamá!—se soltó violentamente y la enfrentó—¡Yo no he hecho nada! ¡La única que hace cosas para dañar a los demás eres tú! ¡La que busca su propio beneficio, cueste lo que cueste, eres tú! ¡No te imaginas cuanto te detesto por todo lo que me has hecho y me sigues haciendo!

—¡Tú me detestas pero yo a ti te odio!—Lia miró a su madre después de lo que acababa de decir—No debí parirte porque nunca te quise, no eras lo que yo quería y el tiempo me ha dado la razón. Ni siquiera me has servido para hacer negocios y eso que la parte difícil ya estaba hecha.

—¡Cállate Sandra!—Gerardo se metió entre ellas—¡Ya es suficiente!

—¡Por su culpa nos hemos quedado sin nada! ¿Qué quieres? ¿Qué la aplauda? Ahora toca buscar a otro insensato con dinero y rezar porque quiera casarse con ésta.

—¡De ninguna manera!—se impuso a su esposa—¡Esa locura se acaba aquí y ahora! Ya veremos la manera de salir adelante—apartó con cuidado a Lia para decirle algo—Hija vete de aquí, olvídate de nosotros, es lo mejor que te puede pasar, estar lejos de nosotros.

—Pero papá…—había descubierto demasiado tarde que su padre no era como ella pensaba—¿Qué va a pasar contigo?

—Pronto lo sabrás—la besó en la frente y juraría que era la primera vez que hacía tal cosa—Vete hija, no te preocupes por nada.

—¡Ni se te ocurra irte!—le gritó su madre—¡Tú deber como hija es ayudar a tus padres!

Pero Lia no le hizo ni caso a la mujer que la trajo al mundo, pues se negaba a llamarla madre después de todo el veneno que le había escupido a la cara. Puso rumbo al mismo hotel dónde estaban los demás. Se quedaría allí a la espera del desarrollo de los acontecimientos.




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