Ethan llamó al trabajo y fingió estar enfermo. Después llevó a Lia hasta su casa y le pidió que vivieran juntos. Al principio ella dudó, pero Ethan tenía la llave para convencerla de cualquier cosa.
Tras pasar todo el fin de semana encerrados en casa, la cual había sido testigo de su amor, ajenos a todo y a todos, llegó el Lunes y a Ethan no le quedó más remedio que volver al trabajo.
Para esa misma tarde, Lia en colaboración con Ethan, les daría la sorpresa a las chicas, se enterarían que había vuelto, esta vez para quedarse.
Él habló con Josh para que trajera a Jen a casa y también hizo lo mismo con Kate y Lou. A media tarde, todos estaban sentados en el salón de Ethan sin tener ni idea de por qué estaban allí.
—¿Puedes hacer el favor de decirnos qué hacemos aquí?
—Tranquila Lou, lo sabrás a su debido momento—él sabía que de todas ellas, Lou era la más impaciente.
—¿Pasa algo malo?—preguntó Jen.
—No, claro que no—el llanto de un bebé los levantó a todos de su sitio.
—¿Ese es Jamie? ¿No lo habías dejado con tu madre?—la cara de Josh era un poema, pero el llanto del niño no cesó—Iré con él.
—No te preocupes Jen, él no está solo.
Entonces escucharon unos pasos bajando lentamente por las escaleras. Cuando descubrieron a Lia con el bebé en brazos, todas se le echaron encima. Josh salvó a su hijo de aquellas cuatro dementes que sólo sabían dar saltitos y grititos mientras se abrazaban. Tiempo después, cuando todas se calmaron, Lia los puso al día sobre lo que había pasado desde la última vez que se habían visto.
—¿Eso significa que te quedas definitivamente?—preguntó Kate.
—Sólo estoy siguiendo el consejo que una buena amiga me dio una vez. «Lo que deberías hacer es volver a Londres, buscar a Ethan, olvidar todo lo demás y hacer con tu vida lo que te venga en gana» Y justo eso es lo que estoy haciendo. Gracias Lou.
—No me creo que sigas un consejo mío—la aludida estaba muy sorprendida—Es la primera vez que lo hace—le explicó a los demás—¿Será que estoy madurando y ahora doy buenos consejos?
—O quizá sea yo que me estoy volviendo más insensata—bromeó Lia—Sea como sea, por fin tengo claro lo que quiero hacer con mi vida y con quién quiero compartirla—le sonrió a Ethan.
Después de cenar, todos se fueron a casa dejando solos a Ethan y Lia.
—Me da un poco de miedo lo que voy a decir pero, creo que es la primera vez que yo recuerde que soy feliz—confesó Lia mientras observaba a su chico tumbado en la cama esperándola.
—Yo podría decir lo mismo—esperó a que ella se metiera en la cama para abrazarla—Si me llegan a decir hace dos años que una preciosa chica llegaría a mi vida para ponerla patas arriba, no me lo hubiera creído jamás…—le encantaba perderse en el cielo de sus ojos—Ahora entiendo aquello que decía mi abuela.
—¿Y qué era lo que decía?—le preguntó mientras le acariciaba el pelo a Ethan.
—Que algún día encontraría a la chica a la que quisiera cuidar toda mi vida, la dueña de mis besos.
—¿La dueña de tus besos?
—Sí. Tú no lo sabes, pero cuando yo me dedicaba a…eso, mi abuela me hizo prometer que jamás me dejara besar por nadie. Sólo por la mujer que me robara el corazón—la besó despacio—Y esa no es otra que tú, la primera…la última…y la única.
—No te niego que me ha encantado saber eso, significa mucho para mí—lo besó de vuelta y se acurrucó en sus brazos—Y si a mí me llegan a decir que sería correspondida por el chico que un día amaneció en mi cama, tampoco me lo creería—suspiró—Esa mañana cuando me desperté y te vi ahí dormido, me di cuenta de lo que me estaba pasando y que ya no había vuelta atrás.
—No fuiste la única que se dio cuenta aquel día—confesó Ethan—Pero a diferencia de ti, traté de alejarme y no sabes cuánto me arrepiento, sé que eso te dolió aunque nunca dijiste nada.
—Olvidemos todo eso, debemos quedarnos con que todo salió bien—acarició su cara—No te vas a librar de mí tan fácilmente.
—¡Dios te oiga! Te quiero Lia. Nunca imaginé que algo tan bonito pudiera existir sólo para mí.
—Yo también te quiero Ethan—enterró la cabeza en su cuello y notó la presión de su abrazo.
—Creo que me gusta más cuando me llamas idiota—bajó la mirada para unirla a la de ella.
—¡Pero no lo eres! No le voy a decir algo tan feo a la persona que más quiero en el mundo.
—Para mí no es un insulto si viene de ti. Para mí es un bonito recuerdo.
—Definitivamente te falta un tornillo—sonrió mientras lo miraba completamente embobada.
—Pero tú siempre estarás ahí para asegurarte que no pierda ninguno más—la observó una vez más antes de cerrar los ojos—Te quiero Lia.
—Yo también te quiero…idiota—Ethan sonrió en la oscuridad y durmieron la primera de sus muchas noches de amor.
FIN