¡no soy Ariel!

La próxima vez

Sabía que él lo había hecho para hacerme molestar, sólo tenía que ignorarlo y dejaría de fastidiar. Sin embargo, hice todo lo contrario.

— ¡Estás loco? ¿Sabes lo que tendré que soportar cuando llegue a casa? ¡No me dejará en paz hasta que le cuente todo sobre nuestra supuesta relación! —dije con pesar.

— ¿Tan malo sería estar en una relación conmigo? —preguntó ofendido sin apartar la vista de la carretera— Puedo ser el novio que todas desean, querida.

— ¡No para mí! ¿Cómo estaría con alguien que ni siquiera pidió disculpas cuando me derribó en el pasillo, querido?

— ¿Eras tú? —dijo haciéndose como el que no tenía ni idea.

— ¿Ves? ¡Eres insoportable!

— Está bien, si tanto te molestó, disculpa por haberte derribado —dijo suavemente, giré a verlo y hasta parecía sincero.

— No las acepto.

— ¡Qué? ¿Entonces para qué me dices que pida disculpas? —dijo gruñendo—. Eres más insoportable que yo.

Volteé mi cara hacia la ventana para que no viera que me había divertido haciéndolo molestar un poco.

Llegamos al cine y yo elegí una película de terror, cosa que minutos después me arrepentí. Definitivamente, no era la más apta para tomar buenas decisiones.

Sentados en la sala de cine esperando a que la función comenzara, Hunter y yo peleábamos por quien debía tener las palomitas de maíz. Al final él se las quedó alegando que él las había pagado por tanto merecía tener mejor acceso a ellas, y yo me vi en la obligación de estirar mi brazo hacia el envase mientras que él aprovechaba cada oportunidad que tenía para alejar más las palomitas y verme en la necesidad de estirar mi cuerpo sobre él, también como era de esperarse, para rozar mi mano con la suya. Él sabía que me estaba irritando.

Por otro lado, a pesar de que estaba rodeada de personas, yo estaba aterrada, tenía mis manos sobre mis ojos para no ver partes feas pero igual las veía porque separaba los dedos. Vaya masoquista que era. Hunter se dedicó a burlarse de mí y a lanzarme palomitas de maíz, las cuales la mayoría quedaron en mi cabello.

Tengo que admitir que la película me tenía más que aterrorizada, no me gustaban las películas de terror y sólo Dios sabía el porqué hoy había elegido esta, tal vez quería ver si a Hunter le asustarían tanto como a mí, pero en lugar de eso, lucía imperturbable, como si las tripas al aire y los gritos desgarradores no le afectaran en lo absoluto.

Ya por acabar la película, en el momento cumbre de la historia, disimuladamente lo miré esperando que reaccionara de alguna manera, necesitaba material para burlarme de él más tarde también, y si que reaccionó. Bostezó mientras estiraba su brazo para posarlo sobre mis hombros.

— ¿Qué crees que estás haciendo?

— Silencio, Ariel. Las personas intentan ver la película —dijo fingiendo demencia, a lo que yo puse mis ojos en blanco.

Dios me diera paciencia.

Al salir de la película mi corazón salía de mi pecho y Hunter seguía bostezando con tranquilidad.

¿Cómo demonios haré para dormir esta noche? El asesino podía aparecer al lado de mi cama en cualquier momento.

— ¿Por qué me permitiste elegir esa película? —le dije mortificada por lo que me esperaba.

— No tengo ni idea, pero para la próxima vez no la eliges. Tienes un gusto pésimo para esto, casi me quedo dormido. Corrí el riesgo de morir de aburrimiento.

— No habrá próxima vez y tengo buen gusto para las películas —dije aparentando seguridad, a pesar de que estaba consciente de que tenía razón, pero jamás lo admitiría en voz alta—. Ojalá a mí me hubiera dado sueño... No podré dormir hoy.

— Oye, no tienes que mandar ese tipo de indirectas. Si quieres que duerma contigo sólo tienes que decirlo —y nuevamente posó su brazo rodeando mis hombros sonriendo.

— Jamás pasará —le respondí alejando su brazo de mí.

— Ambos sabemos que si pasará. Es cuestión de tiempo para que aceptes que soy buena compañía para toda dama, o al menos algo parecido a una, además, estoy más que calificado para patear traseros asesinos —dijo muy convencido. No podía con él.

— ¿Cómo estás tan seguro? Obviamente no sabes de lo que hablas —él se detuvo y me miró serio, se acercó hasta estar a la altura de mi cara y dijo:

— Porque soy el inigualable Hunter —después de eso se alejó dejándome un poco nerviosa por la sensación de su respiración cálida sobre mis labios.

— Y modesto ¿no?—señalé con sarcasmo.

— ¿Qué quieres cenar? —cambió de tema.

— Nada. Llévame a casa.

— ¿Pizza? Excelente idea, conozco un buen lugar.

— Hunter, ya cumplí el trato. Quiero ir a casa —le dije suspirando.

— No tienes que hacerte la difícil conmigo.

No sabía que responder a eso, no lo hacía para que me persiguiera. Simplemente lo hacía porque no me agradaba.

— Te propongo algo, seamos amigos al menos —dijo tranquilamente dejándome sorprendida por la proposición.

— Lo pensaré.

Asintió y me llevó a casa. Durante el camino se instaló un silencio incómodo, sin embargo,ninguno hizo el menor esfuerzo de cambiarlo. Al llegar me acompañó a la puerta.

— ¿Ya lo pensaste? —preguntó de repente rompiendo el silencio.

— ¿Me dejarás de molestar cada día? —pregunté esperanzada.

— Me la estás poniendo difícil. Puedo no molestarte casi todos los días.

— Entonces no acepto.

— Te gusta que lo haga.

Y sin más le cerré la puerta en la cara, sólo para descubrir a mi madre escuchando todo al momento de girarme.

Quiso hacer como si estuviera arreglando la posición de un florero vacío junto a la puerta, ¿a quién creía que engañaba?

Negué con la cabeza y subí las escaleras para dirigirme a mi habitación huyendo de las preguntas de mi madre.

Pasé la noche pensando en lo ocurrido en el cine. Había resultado no tan desastroso como esperaba. La mejor parte fue que ningún estudiante del instituto donde asistimos apareció, al menos eso fue lo que noté, lo cual era un gran alivio porque no quería rumores sobre mí por los pasillos.



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En el texto hay: comedia, romance, amor

Editado: 03.03.2021

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