¡no soy Ariel!

El armario

— ¿Y bien? —inquirió Hunter.

No sabía qué decir, ni mucho menos qué hacer. Bueno, si sabía que hacer pero no quería besarlo.

Vi nuevamente en su dirección y él tenía su sonrisa triunfal plasmada en su atractivo rostro y sus ojos estaban llenos de diversión. 

Él vivía para demostrar que no tenía forma de ganarle.

Sam y Lucas también me miraban esperando por que procediera a cumplir mi parte como buena perdedora que tenía que ser.

Era un momento embarazoso pero yo de todas maneras logré encontrar la excusa perfecta para ganar tiempo.

— Lo siento, pero me niego a besarte aquí ¿Cómo se sentirá Hottie, es decir, Adam? ¡Por Dios, él acaba de darte su número! —dije dolida porque el chico de mis sueños prefirió darle su número telefónico al imbécil de Hunter que a mí, que injusta era la vida.

— Buen punto. Supongo que  hay esperar por el momento indicado lejos de aquí —señaló Sam.

Todos parecieron estar de acuerdo conmigo y lo dejaron pasar cambiando el tema de conversación. El alivio me invadía porque había funcionado mi pobre intento de excusa. Sin embargo, sabía que tarde o temprano tenía que cumplir.

Yo, Ashton White, no era conocida por no cumplir apuestas. Pero Dios sabía que no quería cumplir esta ya que me negaba a darle mi primer beso al odioso de Hunter.

El resto de la tarde transcurrió entre risas, momentos cursis que causaban diabetes por parte de Sam y Lucas y el insistente brazo de Hunter por rodear mis hombros el cual yo me dedicaba a apartar cada vez que podía.

Hottie nos lanzaba miradas furtivas de vez en cuando, deteniéndose por más tiempo sobre el chico que lo conquistó en un abrir y cerrar de ojos y a mí me miraba con cierta sospecha. Sólo así pudo notar mi existencia el muy bastardo.

Ya estaba oscureciendo y Sam propuso que mi "agradable" vecino me llevara a casa para ella poder irse con Lucas. Le lancé una mirada asesina, la cual ella ignoró con maestría.

¿Para amigos así para qué enemigos?

Nos despedimos y emprendimos nuestro rumbo a casa.

Inexplicablemente, no hubo silencios incómodos en el camino esta vez. Nos la pasamos burlándonos de lo empalagosos que pueden ser nuestros amigos y hablando de la buena música que él escuchaba, que para mi sorpresa era la misma que me gustaba.

¿Quién pensaría que teníamos gustos similares?

El auto se detuvo y él nuevamente habló.

— Ash, si mal no recuerdo, tienes una apuesta por cumpl... —no lo dejé terminar ya que me había bajado precipitadamente y me despedía de él desde la puerta de mi casa.

Entré llena de energía por haber aplazado más aquel beso y subí a mi habitación.

*****

Me preparaba para dormir. Solo faltaba encontrar los pantalones de mi pijama de gatos, revolvía mis cajones buscándolos pero no daba con ellos.

— No me esperaba esta vista pero debo admitir que estoy muy satisfecho —una muy conocida voz llegó desde atrás.

Me detuve en seco y me volteé para encarar al imbécil sentado sobre mi cama. Solo Dios sabe la cantidad de maldiciones que pronuncié en mi mente.

— ¿Qué demonios haces aquí?

— Olvidaste tu bolso en el auto —respondió señalando la mochila en el borde de la cama.

— ¿No podías esperar hasta mañana para dármela?

— ¿Y perder la oportunidad de conocer tu habitación? Diablos, no. Además me llevé una linda sorpresa. Salí premiado —y procedió a lamer sus labios y reír por lo bajo.

¿Por qué la tierra no me tragaba?

Estaba por responderle pero unos golpes en la puerta me detuvieron.

— Un momento, mamá —dije y le señalé a Hunter que se escondiera en el armario para después abrir la puerta.

— Hija, mañana me voy de viaje temprano. Te dejé comida en la nevera y dinero en la mesa. También hablé con la señora Miller para que pasara en la noche a chequear que todo esté en orden.

— Mamá, ya estoy grande para tener una niñera.

— No me importa, Ashton. Me iré por tres días, tengo un contrato que ganar, además la jefa aquí soy yo y esto no es una democracia, cariño.

— Esto es una violación a mis derechos. Te un buen viaje, te amo —dije resignada.

— Te amo. Buenas noches —le di un abrazo y cerré la puerta.

Ya sin moros en la costa, me encaminé a abrirle la puerta del armario a Hunter para que se largara de mi habitación de una vez por todas.

De pronto, unos brazos rodearon mi cintura y me llevaron al interior del armario, después la puerta se volvió a cerrar dejando todo a oscuras.

— ¿Qué demonios crees que estás haciendo? —dije molesta intentando salir de su agarre.

— Cobrando una apuesta —y me pegó más a él.

— Suéltame de inmediato, idio... —ahora fue él el que no me dejó terminar.

Sus suaves y cálidos labios se habían estampado sobre los míos haciendo que me tragase mis palabras. Me besaba con suavidad pero yo estaba demasiado sorprendida como para reaccionar, sentí como pasaba su húmeda lengua sobre mi labio inferior pidiendo permiso para entrar y él al notar que yo no le daba entrada, bajó sus manos hasta mi trasero apretándolo. Iba a protestar pero él aprovechó la oportunidad para profundizar el beso.

Muchas sensaciones me recorrían de pies a cabeza y de un momento a otro mi cuerpo traicionero se encontraba envolviendo los brazos en su cuello y besándolo de vuelta torpemente. Él gimió de satisfacción.

Mi cabeza estaba en las nubes, agradecía que él me sujetara ya que no confiaba en mis piernas en este momento. Al poco tiempo nos separamos por falta de aire.

Mi respiración estaba agitada y luchaba por tranquilizarla. Hunter siguió repartiendo besos por las comisuras de mis labios y al final depositó un tierno beso sobre mi frente.

— Me alegra tener tu primer beso —dijo con la voz ronca contra mi piel, su cálido aliento causó pequeñas descargas eléctricas en mí.

— No-o lo es —intenté mentir.



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En el texto hay: comedia, romance, amor

Editado: 03.03.2021

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