No pude pegar un ojo en toda la noche pensando en lo ocurrido, mi mente revivía ese beso una y otra vez sin parar. Iba a enloquecer. Ya el sol estaba alzándose como señal de que tenía que arreglarme para ir al instituto, por lo que reuní todas mis fuerzas para salir de la cama y vestirme.
Al bajar las escaleras llamé a mi mamá por toda la casa y al no obtener respuesta recordé que se había ido de viaje. Más tarde le enviaría un mensaje de texto. Desayuné y tomé café.
Cuando estaba frente a la puerta para ir a tomar el bus, por primera vez en toda mi vida, entré en pánico, detrás de esas puertas estaría Hunter saliendo de su casa también. Me iba a morir de la vergüenza en cuanto lo viera y no estaba de humor para escuchar las babosadas que siempre decía por las mañanas. Era demasiado por asimilar todavía. Por lo que me debatía si llegar a tiempo al instituto o perderme la primera hora de clases.
Al final mi consciencia ganó la batalla y me obligó a salir de casa, por suerte el carro de Hunter ya no estaba en su entrada. Los dioses me sonreían y yo no paraba de agradecerles.Corrí a la parada del bus y este llegó al instante. Estaba sorprendida, todo estaba saliendo bien, sin embargo tomaría mis precauciones por prevención.
En el instituto no me lo topé por los pasillos, la tragedia pasó cuando al entrar al laboratorio de biología lo vi sentado en su respectivo asiento al lado del mío. Sentí la cara caliente cuando su mirada me ubicó.
— Señorita White, llega tarde. Ya siéntese que interrumpe mi clase —gruñó el viejo Mick.
— Disculpe —y procedí a sentarme junto a Hunter.
Era lo que menos quería pero me negaba a ser una cobarde, ya la vida me dio minutos extras sin verlo temprano y no podía exigir más porque después se enojarían.
— ¿Prefieres que te llame Ariel o Aurora? —susurró Hunter para no interrumpir a la explicación de Mick.
— Cállate. Me quedé dormida. Por otro lado, pareces niña sabiendo tanto de princesas —me burlé.
— Y tú una amargada que no tuvo infancia. Además, normalmente mis besos quitan el sueño —señaló enviándome una mirada que me decía que él sabía que estaba mintiendo al decir que me quedé dormida.
— No te creas tanto.
— ¡Miller y White! ¿Se piensan callar o quieren venir al frente a dar la clase? —amenazó Mick.
Y solo eso bastó para quedarnos mudos el resto de la hora. Al sonar la campana del cambio de hora salí lo más rápido que pude sin cruzar palabra con él y este me dio alcance inmediatamente.
No era una cobarde, pero la verdad era que no quería hablar del tema.
— ¿Huyes de mí, Ariel?
— ¿Por qué lo haría? No es como si te debiera algo.
— Ciertamente.
Iba a decirle que ya me dejara en paz pero fui interrumpida por la llegada de Kendra a nuestro lado y fue en ese preciso instante que descubrí el truco del universo: No pedir nunca nada y él te va a sonreír por no joderlo tanto.
— Cariño, te buscaba por todos lados— dijo la víbora mientras se enrollaba a él.
Aproveché la oportunidad para huir de allí y buscar a Sam, ella me iba a escuchar todo lo que provocó al decirme que Hottie era gay, hubiera preferido quedarme en la ignorancia.
La busqué por todos lados pero no la encontré. La llamé a su teléfono y me dijo que estaba resfriada y que no asistiría a clases por el resto del día.
¡Que mentirosa! La conocía y sabía que sólo quería dormir hasta tarde.
Sin Sam en el instituto estaba sola, no tenía más amigos, era una asocial y nunca le vi las consecuencias a esa actitud hasta hoy. Estaba considerando hacer nuevos amigos, además, por culpa de Sam mi primer beso lo obtuvo el Diablo ¿qué clase de amiga era?
El día pasó lento, entre las clases y la determinación de no cruzarme con Hunter se hizo eterna la jornada. Al momento de salida llamé a mi madre para saber si había llegado bien y después me fui directo a casa.
Esta se sentía vacía sin ella, tenía que buscar alguna distracción durante estos tres días, por lo que decidí ver recetas en Youtube y aprender a hacer algún pastel, solo esperaba no quemar la casa en el proceso.
Tomé dos huevos, mantequilla, leche, harina y azúcar y los empecé a batir a medida que escuchaba la voz de la youtuber.
— ¿Qué me cocinas?
Grité de sorpresa y la mezcla se derramó por toda mi camisa. Adiós al pastel.
— ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no tienes casa propia? ¡Vete!
— ¿Pensabas que te iba a dejar sola estos días sin tu mamá en casa? —Hunter me miraba con diversión.
— ¿De qué coño estás hablando? —dije molesta.
— Cálmate, Ariel, tu mamá le dijo a mi mamá que te echara un ojo y como ella está trabajando me dijo que lo hiciera yo, así que voy a cuidarte. Ahora vamos a que te quites esa camisa sucia —ordenó con perversión.
— Sigue soñando, imbécil.
— Con esa actitud tendré que hacerme cargo yo mismo.
Empezó a acercarse lentamente a lo que yo lo apunté con el batidor pero a este no le pareció importarle porque se acercó aún más y ahora su camisa era la que estaba llena de mezcla, la vio con desinterés y se la quitó y yo olvidé como respirar. El bastardo estaba buenísimo, tenía su abdomen marcado, hasta una hermosa V se formaba en sus caderas y se perdían dentro de sus jeans.
— ¿Disfrutando la vista?
— "He visto mejores" —cité la frase que él me dijo cuando me llevó al instituto. Él se río y se acercó más.
El batidor cayó al suelo, él puso sus manos en el borde de mi camisa y la subió hasta la mitad de mi torso, yo por mi parte rápidamente puse mis manos en su pecho para alejarlo.
— No es gracioso, Hunter.
Él solo sonrió. Su brazo rodeó mi cintura y con su otra mano tomó mi mejilla mientras inclinaba su cara a la mía para detenerse a poco centímetros de mis labios.
Mi corazón iba a explotar, mi respiración estaba pesada y todo en mi cuerpo gritaba que acortara toda la distancia que nos separaba.
Editado: 03.03.2021