¡no soy Ariel!

¡Vete al infierno!

Era un nuevo día y tenía la determinación de no cometer dos veces el mismo error, ya aprendí. Le pasé seguro a todas las puertas y ventanas de la casa cuando llegué del instituto en la tarde.

El día había pasado muy rápido, entre contarle a Sam todo lo que había sucedido en su ausencia y recriminarle todo lo que causó en Bird's, evitar a Hunter por todos los pasillos, por suerte hoy no compartíamos ninguna clase, y enfocarme en los deberes, toda la jornada pasó volando.

Dicen que el tiempo vuela cuando uno se divierte, pues yo no lo hacía, no obstante, el tiempo sí había pasado rápido y eso me contentaba.

Nuevamente estaba en la cocina, esta vez preparando mi cena, un par de huevos revueltos porque mis habilidades culinarias eran casi nulas. Mis ojos iban a las puertas cada par de minutos esperando a que Hunter no apareciera o ¿tal vez si?

No lo sé, estaba muy confundida, el idiota no me dejaba pensar con claridad cada vez que lo tenía cerca.

De pronto se escuchó su auto estacionarse fuera de su casa, por lo que fui corriendo a la ventana a espiar a través de la cortinas y lo que vi hizo que la confusión se disipara totalmente.

¡Hunter salía de su auto con la perra de Kendra! ¡Y Brad, el novio de Kendra, no estaba con ellos!

Sabía muy bien que los padres del idiota no estaban en casa. Todo esto significaba una sola cosa: Harían cochinadas.

Él era la peor clase de persona.

 ¿Cómo me besaba con esa intensidad en el armario, amenazaba con hacerlo de nuevo y aparecía en mi casa de la nada para provocarme? 

¿Todo era para divertirse?

Estaba furiosa y mi desagrado por él creció el doble. Seguí viendo por la ventana y vi como ella lo abrazaba y no paraba de hablar, era una lastima que no escuchara desde acá.

Lo peor de todo fue que justo cuando ella entró a su casa, él miró hacia mi ventana y me vio espiándolo. Me atrapó con las manos en la masa como yo a él y lo único que pensaba era que yo había sido una ilusa, no porque me gustara ni nada, sino porque él era el único chico que se había atrevido a acercarse y tal vez tuve la esperanza de atraerle a un chico.

No me mostré dolida ni nada de eso, le mostré mi dedo medio a lo que él solo rió y entró detrás de ella.

Ahora definitivamente no éramos amigos. Ese bastado se las vería conmigo por querer hacerme su juguete.

¿Pero cómo?

Un olor a quemado llegó a mi nariz.

¡Mierda! Todo lo que hacía salía mal.

Corrí y apagué la estufa. Mejor pedía una pizza y hacía las tareas que dejaron en el instituto para distraerme.

El problema era que no podía concentrarme, como una stalker desquiciada quería ver hacia la casa de Hunter, ya había pasado más de una hora y no habían salido. Tenía que hacer algo más, como largarme de mi propia casa, así que decidí dormir con Sam esa noche.

— Sam, y todo eso pasó en sólo dos días ¡Dos días!

— Ash, no seas débil ¿Qué sucede contigo? Hunter es un imbécil, tú misma lo has dicho desde el primer día.

— Hasta que al fin ya no estás del lado de él ¿Recordaste que eras mi amiga? —dije con ironía.

— Nunca he dejado de serlo. Solo te dije que le gustabas pero parece que me equivoqué y solo es un puto.

— ¡Eso te estoy diciendo desde que apareció! —grité exasperada.

— Bueno, ya calma Ash. Ese imbécil se va a arrepentir de haber jugado contigo ¡Ya sé lo que hay que hacer! — dijo emocionada.

— ¿Qué cosa?

— ¡Un cambio de imagen!

— Definitivamente no.

Sam sabía que no me gustaba ir a salones de belleza por la sencilla razón de que cada vez que iba pedía que cortaran mis puntas y la peluquera me dejaba como Dora la exploradora, así que no siguió insistiendo y ambas acordamos que la mejor forma de hacer que Hunter saliera de nuestras vidas era ignorarlo por completo. Por mí estaba bien, así que de ahora en adelante haría como si él no existiese.

El resto de la tarde y parte de la noche Sam y yo hablamos sobre el chico con el que salía, parecía que le iba super bien y me alegraba por ella. Tal vez con él supere su crush  con Brad, aunque ahora que lo pensaba, si Kendra salía con Hunter, Brad estaría soltero. Mejor pensaba después en eso. Comimos hasta rodar por la vida y vimos nuestra serie favorita.

El día siguiente era sábado, eso nos daba pase libre de dormir hasta tarde y después hacer lo que quisiéramos.

Pero por la mañana mi teléfono sonó a todo volumen aniquilando la paz silenciosa de la habitación.

Hunter llamaba y yo rechacé la llamada. Pasó todo el día así y no me quedó otra opción que bloquear su numero.

Después de pasar todo el día con Sam decidí que ya era hora de volver a casa. La mamá de Sam me llevó en su auto  y para sorpresa de todos en la puerta de mi casa estaba nada más y nada menos que Hunter sentado en las escaleras.

¿Qué diablos hacía ahí?

Bajé del auto con mi cara en blanco y me encaminé a mi casa.

 — ¿Dónde rayos estabas! Casi llamo a la policía para que te buscaran. Mi madre no dejaba de preguntar por ti para que fueras a cenar y tuve que mentirle —dijo molesto.

— No te incumbe. Ahora si me permites, quiero entrar a mi casa.

— ¿Por qué no respondías mis llamadas?  

— ¿Estoy obligada a responderlas? Hunter, tú y yo no somos nada —aclaré con firmeza.

— ¿Quieres ser mi novia? 

Me descoló por completo su pregunta ¿Qué mosca le picó a este? ¿Viene a decirme esto después de que todo lo que hizo? Maldito descarado que era.

— ¡Vete al infierno! 



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En el texto hay: comedia, romance, amor

Editado: 03.03.2021

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