¡no soy Ariel!

¿Con quién vamos a dormir?

Después de echar a Hunter a patadas de mi casa, pude descansar del largo día que tuve. No sin antes quitar el cartel del techo con la escoba, me molestaba el hecho de que tenía que ir a una cita con Hunter de nuevo y me molestaba el doble que el bastardo tuviera una mejor caligrafía que yo. Su letra era hermosa y eso me irritaba.

Al día siguiente, por suerte, no me lo conseguí en la entrada de su casa saliendo al instituto. Por lo que empezamos el día con relativa calma.

Caminaba por los pasillos del instituto en busca de Sam, desde que comencé a trabajar solo la veía acá y las pocas veces que iba a Bird's por su latte.

La conseguí en su casillero mientras se comía un sándwich de jamón, algo normal, ella siempre estaba comiendo y la muy afortunada no engordaba nada. Regalos de la vida.

— ¡Sam! A que no sabes...

— ... Lo que hizo Hunter ahora —terminó por mí.

— ¿Cómo sabías que diría eso? —pregunté sorprendida y ella volteó los ojos frustrada de que yo no veía algo que era obvio para ella.

— ¡Ash, ya acepta que te gusta! Y el pobre miserable está loco por ti.

— ¡Estás loca, Sam! Las drogas son malas, te hacen ver cosas donde no las hay. Aléjate de ese mundo.

Sam siguió comiendo su sandwich ignorandome por completo. Muchas veces me preguntaba cómo es que tenía una mejor amiga tan indiferente y sin sutileza para decir las cosas. Pero no podía negar que la quería tal y como era.

— Bueno, como te decía. Hunter... —y me vi interrumpida por segunda vez en menos de cinco minutos ya que unos gritos se escuchaban por todo el pasillo.

— ¿CÓMO TE ATREVES A DEJARME?

Sam y yo volteamos rápido donde provenía el escándalo y vimos a Kendra gritándole a Brad.

— ¡Pues tú a mí no me dejas! ¡Yo rompo contigo! —siguió diciendo histérica.

Brad estaba incómodo por la situación en la que se encontraba. Le pedía a Kendra que se calmara pero ella solo le dio una cachetada en medio del pasillo y se fue.

Sentí pena por él. Nadie merecía ese tipo de humillación y menos en el instituto donde están todos viéndote en primera fila.

Él chico resignado se fue en la dirección contraria mientras todos lo seguían con la mirada. Sam y yo nos miramos una a la otra.

— Por primera vez en años Brad está soltero Sam —comenté y le di codazo juguetón ya que a Sam le gustaba Brad desde la primaria.

— Cállate, Ashton. Sabes que estoy saliendo con alguien.

Dio por terminada la conversación y se fue a su clase porque estaba sonando la campana.

Tal vez Sam si había superado a Brad y realmente le gustaba el amigo de Hunter.

Fui a mi clase arrastrando los pies porque no quería ir a biología pero no podía saltar la clase porque si me descubrían me tenía que quedar en detención y Dios sabía que a duras penas soportaba siete horas aquí.

Entré al salón y ya Hunter estaba sentado en nuestra mesa. Me senté a su lado y opté por no dirigirle la palabra. Tal vez si no lo veía él no me hablaría.

— Buenos días, Ariel ¿Preparada para la mejor noche de tu vida? —dijo con un tono casual y yo como una tonta volteé a verlo para replicarle.

El jodido estaba guapo hoy. Llevaba una sudadera azul arremangada hasta los codos, con pantalones negros y una gorra de beisbol volteada, su cabello rebelde salía a los costados. Odiaba que no fuera feo y que todo le quedara a la perfección.

— Buenos días —dijo Mick mientras cerraba la puerta del aula—. Les tengo un anuncio. Nos vamos de campamento la próxima semana, estudiaremos las plantas. Les pasaré una autorización a cada uno que sus padres deben firmar. Lo traerán el mismo día de partida.

¡Al fin una buena noticia!

Todos estábamos animados, en especial yo, amaba la naturaleza y estar lejos de la ciudad era un regalo.

— ¿Llevaremos tiendas o hay cabañas? —pregunto un chico al fondo.

— Habrán cabañas, y estaremos frente al lago —respondió Mick pasando los permisos.

El campamento lo hacían los de penúltimo año desde siempre, por lo que era nuestro turno.

— ¿Dormiremos con nuestros compañeros de laboratorio? —preguntó una chica al frente de la clase.

— Si, junto con los compañeros de la otra clase que ocupen la misma mesa.

Y con esas palabras de Mick, todo mi entusiasmo se fue al demonio. Lo último que quería en el mundo era pasar dos noches en medio del bosque con Hunter al lado.

— Esto se pone cada vez mejor —dijo el imbecil a mi lado a lo que yo le dije que se callara.

El resto de la clase transcurrió con normalidad y cuando sonó la campana del almuerzo todos salieron en estampida a averiguar quienes eran la otra pareja que ocupaba la misma mesa.

Yo me dirigí a la cafetería con Hunter pisandome los talones.

¿Por qué no se largaba a otra parte?

— ¿Por qué me sigues? —le pregunté molesta.

— Soy humano y también necesito comer, Ariel —dijo simple.

Resoplé por lo bajo y fui por una bandeja.

Ya con la fea comida del comedor sobre la mesa, Sam sentada a mi lado, y no podía faltar Hunter al otro lado porque se negaba a irse a otra mesa. Los tres comíamos en silencio.

De pronto llegó Kendra, caminando con un equilibrio impresionante sobre sus tacones de aguja, a nuestra mesa. Sam y yo nos le quedamos viendo y Hunter la ignoraba. Por su parte ella me vio con odio y de repente nos sonrió.

¿Qué infiernos hacía esa zorra aquí?

— ¡Hunter, cariño, te he extrañado!

Y se sentó sobre las piernas de Hunter y le plantó un beso en los labios. 
 



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En el texto hay: comedia, romance, amor

Editado: 03.03.2021

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