¡no soy Ariel!

El mirador

Me reintengraba a Bird's. El café estaba medio lleno.

En el primero que me fijé fue en Adam que estaba detrás de la caja registradora como de costumbre. Cada vez que lo veía estaba más guapo, pero no se me olvidaba que era gay. El chico que esté con él, tendrá a uno de los chicos más guapos de la ciudad, por no mencionar que Adam era un completo amor de persona.

— ¿Me extrañaste? —pregunté desde el otro lado del mostrador con una enorme sonrisa.

— Como no tienes idea —respondió haciéndome señas para que me acercara y lo abrazara.

Sin tiempo que perder fui hasta donde estaba él y lo abracé. En poco tiempo aprendí a quererlo como si fuera un buen amigo. Y es que gracias a él, la presencia de Hunter durante los primero días había sido más llevadera.

Y hablando del rey de Roma, este se asomó por la puerta.

Iba a empezar a creer que tenía un radar conmigo porque él siempre sabía la hora exacta en la que empezaba a trabajar y de una u otra forma nuestros caminos se cruzaban constantemente.

— Llegó tu amorcito —fastidió Adam.

— ¡Ya cállate!

Hunter caminó entre las mesas hasta que consiguió una vacía y tomó asiento.

Aquí ibamos de nuevo.

Entré a los vestidores y me cambié a mi uniforme. Salí y tomé la pequeña libreta para tomar su orden.

—  Tienes que dejar de venir cada vez que estoy trabajando —dije acercándome.

— Tienes días evitándome. Aún tenemos que hablar, Ariel.

Tenía razón. Tenía varios días evitándolo, pues quería aplazar la conversación. Además, desde que tuve esa incomoda conversación con mi mamá, cada vez que veía a Hunter me moría de vergüenza. No es como si él supiera, pero recordaba a mi mamá usarlo a él en todos los ejemplos en la conversación y eso me mortificaba. No porque me asqueara, sino porque me sentía cómoda con la idea de estar de esa forma con Hunter, sin embargo, aún no me sentía lista para eso. En conclusión, lo había empezado a ver de otra forma. 

Lo bueno de todo es que él me había dado mi espacio no insistiendo demasiado. Incluso en las horas de castigo hablábamos lo necesario. Sabía que él estaba confundido y que en algún momento me exigiría respuestas, y ese día era hoy.  

Hunter estaba muy guapo hoy. Su cabello castaño oscuro se había despeinado un poco, sus ojos verdes me miraban esperando una respuesta, sus labios no sonreían como de costumbre, aun así estaban apetitosos. Era increíble lo bien que se veía con solo una sudadera gris y jeans negros.

 — Salgo en cuatro horas, ¿vienes por mí?

Ya se hacía momento de hablar con él. No podía devolverle el beso esa noche y después hacer como si nada pasó. No era justo.

— Bien. Nos vemos —respondió sonriendo levemente.  

Hunter se levantó y salió de Bird's.

Volví donde estaba Adam.

— ¡Ya dale una oportunidad al pobre! —dijo—, ¿Qué otra señal necesitas que te dé? Es obvio que le gustas.

Y él a mí.

— Ese "pobre" tiene a toda la escuela detrás de él.

— Y a pesar de eso se la pasa detrás de ti. 

— A veces pienso que solo es así porque he sido la única que le ha dicho que no. 

Adam negó con su cabeza.

— Pienso que de ser así ya se hubiera aburrido de que lo rechacen tanto.

Los chicos eran raros.

Adam y yo continuamos con nuestro trabajo y en un abrir y cerrar de ojos ya las cuatro horas habían pasado. 

Al salir del café vi a Hunter esperándome recostado de la puerta de su auto. Fui directo a él, me abrió la puerta del copiloto como todo un caballero. Era claro que si sabía como serlo cuando se lo proponía. Todo lo contrario a la primera vez que lo vi en los pasillos, cuando colisionamos y este se fue riendo como un gran idiota. 

Los dioses me dieran sabiduría para comprender cómo es que era posible tener tantas facetas. 

Durante el camino ninguno de los dos dijo nada. 

Me dediqué a recordar todas las veces que nos topamos. Desde ese primer día que llegó había puesto mi mundo de cabeza y me había dado muchos motivos para detestarlo. Se había comido mi pudin, me vio por la ventana de mi habitación cuando me cambiaba, me robó mi primer beso por una apuesta, fui hasta un callejón horrible para buscarlo y que hiciéramos un proyecto, inferfirió en mi cita con el infiel de Chris y me hizo cambiarme de ropa cuando quise ir en falda al instituto.

Pero no podía odiarlo. Inevitablemente me sentía atraída hacia él y ni yo lo entendía.

Así como hacía cosas que me molestaba, también hacía cosas que me habían gustado como la vez que me hizo enfrentar mi miedo a las alturas en la rueda de la fortuna, cuando aclaró los rumores en medio del pasillo diciendo que nada había pasado, cuando rechazó a Kendra frente a todos, incluso consiguió que lo castigaran para que no estuviera sola. 

Como iba diciendo, él tenía muchas facetas.  

Hunter condujo por la ciudad hasta que llegamos al mirador en una pequeña montaña al costado de la ciudad. 

Apagó el auto, ambos bajamos y nos sentamos sobre el capó.

La ciudad se veía hermosa, estaba atardeciendo y el cielo era un espectáculo de colores cálidos. Hacía un poco de frío y no había traído suéter. Hunter lo notó y se quitó su sudadera quedando solamente en una camisa blanca y me la ofreció. Me la puse al instante y su aroma me envolvió.

No sabía qué eramos Hunter y yo, sin embargo, lo aclararíamos pronto.



#7035 en Joven Adulto
#18559 en Otros
#2881 en Humor

En el texto hay: comedia, romance, amor

Editado: 03.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.