No soy el Protagonista!

CAPITULO 1: El CHICO NO PROTAGONISTA

El aire cada vez se volvía más denso, cada vez era más difícil poder respirarlo.

Mi sangre sabia horriblemente a metal, se sentía caliente y no dejaba de salir por mi boca. Era asfixiante y cada vez mis ojos veían más borroso todo.

Al principio sentí un gran dolor, sentí como cada órgano dentro de mí se movía de un lado a otro, y otros reventaban.

Sentí como los huesos de mi pecho se rompían uno a uno. Grite pero el sonido de mi voz se acabó cuando la sangre llego a mi esófago y salía por mi boca.

Entonces simplemente caí y mi cabeza reboto con el suelo y fue ahí cuando todo se volvió oscuro por mucho tiempo.

No vi mi vida pasar, no vi ni siquiera un recuerdo.

La luz que uno ve cuando llega el final, no apareció, solo hubo oscuridad y un terrible frio.

Fue ahí cuando sabía que ya no estaría en el mundo que siempre había conocido, y al parecer después de dar tu último aliento, no había nada. Vivirías si es que así se puede decir cuando mueres, en una eterna oscuridad.

Quise recordar alguna persona que se preocupara por mi cuando se enterara que había muerto, pero no di con nadie. Mis padres habían muertos cuando yo era muy pequeño, mis abuelos ya tenían un principio de demencia y alzhéimer, así que ni siquiera se darían cuenta si yo faltaba a la hora de dormir o a la hora del desayuno.

Nunca tuve personas que considerara amigos, en la escuela me sentaba al lado de la ventana y en lugar más alejado de todos, así que nunca entable conversación con mis compañeros ni mucho menos salí de fiesta con ellos, a pesar de solo ser yo un joven de 16 años, no fui extrovertido y social, así que duda que ni siquiera sientan algo cuando les digan que morí.

A la persona que más recordé y quise creer que si sentiría mi ausencia y le dolería que jamás me volviera a ver fue a mi amor platónico de la vida, la chica más hermosa que jamás haya podido ver, a la que siempre que volteaba y mis ojos cruzaban con los de ella, sentía que me podía pedir lo que quisiera y yo se lo daría. Por la cual yo podría dar mi vida…

Entonces ahí recordé que fue lo que hizo que yo falleciera.

Salíamos del instituto, yo iba solo como siempre, mirando hacia abajo inmiscuido en mis pensamientos, cuando fui interrumpido por un golpe.

Levante la cara y vi que lo que me golpeo fue la mochila de Verónica, ella paso corriendo al lado mío y su mochila golpeo mi brazo. Entonces yo me le quede viendo como se le movía su cabello mientras corría hacia la puerta de salida.

Ella salió de la escuela y se detuvo un momento para saludar a sus amigos que ya estaban ahí esperándola, entonces yo por alguna razón acelere el paso y me acerque a ella, pero cuando estaba a tan solo un metro de ella, uno de sus amigos la empujo en forma de broma, pero Verónica tropezó y su caída fue más aparatosa de lo que uno hubiera podido predecir, fue tan bizarra que llego a la avenida sin poder detenerse, los carros pasaban veloces y fue ahí que, quise ser un héroe y me sentí un protagonista, corrí a su ayuda pensando que tal vez al salvarla, ella se fijaría más en mí, que no me pasaría nada y sería tan genial como aquellos personajes de manga y anime que tanto leía, que solo tendría que ir a su auxilio, todos mirarían como yo la jalaba del brazo y la salvaba de una muerte inminente.

El plan era perfecto, nada fallaba en mi mente, era simple: solo era llegar, tomar su mano y jalarla hacia mí y así ella caería sobre mí y yo sobre el suelo, nos miraríamos, nuestra respiración seria agitada por la adrenalina y ahí enfrente de todos aplaudiendo, me agradecería y me besaría como muestra de agradecimiento.

Lo único que no tome en cuenta es que somos seres imperfectos y egoístas y que simplemente este era el mundo real con acciones y sus consecuencias, y estas últimas normalmente eran crueles y despiadadas.

Así que hice exactamente lo que en mi mente tenía sentido, corrí, la alcance de la mano y la intente jalar, pero ella no hizo lo planeado, el miedo la tenía invadida y su egoísmo por vivir hizo que cuando yo la tomara de la mano, ella jalara con demasiada fuerza y con ello impulsándome hacia la avenida y a ella hacia la salvación, una ley muy conocida y establecida por el físico Albert Einstein: acción y reacción.

Entonces ahí fue cuando sentí el golpe en mí, no hubo aplausos ni nada, solo que mis ojos cerraran y yo estuviera aquí, en un lugar oscuro y frio, sin saber que podía hacer ni que más me podría pasar.

—Entonces Verónica está a salvo y al menos alguien si sufrirá mi muerte—me dije a mi mismo.

Fue ahí cuando la oscuridad se acabó y una centella de luz amarilla apareció enfrente de mí.

— ¿Qué demonios?—dije asustado.

La luz centellante se apagó y apareció una chica aún más hermosa que Verónica, su piel era tan blanca que dudaba si el color blanco que yo conocía era realmente el color blanco, su cabello era como ver el fuego en una fogata en medio del bosque y en la oscuridad, sus ojos parecían ser el mismo cielo en la misteriosa noche. Su cuerpo era delgado y totalmente perfecto. Su rostro era lo que muchos artistas deseaban, simétrico, sin imperfecciones y que parecía que veías a como se vería un ángel.

Venia vestida con un traje totalmente pegado que remarcaba aún más sus ya marcados atributos, los cuales eran enormes, tanto que parecía que se podría caer de boca por el peso de ellos.



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En el texto hay: fantasia, amor, fantasia magia

Editado: 11.11.2020

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