No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 2

EILANA

 

—No, no tienes temperatura.

La mirada de mi madre estaba llena de preocupación e incertidumbre.

—Claro que sí, mamá, siento que me duele todo el cuerpo y tengo mucho frio.

Para dar énfasis a mi farsa, me tapo con mi sabana. Aun cuando hay un calor horrendo, pero era mejor eso, a que terminará muerta en un acantilado con el título:

"Chica estúpida se atrevió ir al colegio después de una amenaza de muerte"

¡No, ni loca! Yo era todo, menos estúpida. Así que, había fingido quedarme en casa por el resto del año, si podía. Aunque viendo la cara de mi madre, no sabía si esto funcionaría.

—Eilana, no tienes nada.

—Sí, lo tengo. Además, ¿cuándo le he mentido? —aparte de en este momento, claro—. Siempre he sido responsable en ir al colegio.

Ella me miro indecisa, pero sabía que decía la verdad. Jamás había faltado, ni cuando había estado con gripe y tos. Una vez, hasta había ido en plena calentura y había asistido al colegio. «Oh, ahora entendía porque me miraba de esa forma extraña y desconfiada». Solo esperaba que mi madre no recordara ese evento en particular. O sino, iba a mandar a su hija directo a su funeral. Ni siquiera iba a tener oportunidad de despedirme de Robert, ese niño tan lindo que siempre me regalaba flores porque según él, iba a ser su novia cuando fuera grande.

¡Ja, ni que tuviera tanta suerte el mocoso ése!

Aunque en realidad me gustaban los mayores como decía la canción, pero tampoco tan viejos. Unos tres años a lo máximo. En fin, Robert no entraba a la lista, pero eso no se lo diría. Iba a dejar que llorara mi muerte.

«Ay Dios, hasta ganas de llorar me dieron por saber lo emotivo que iba ser todo»

—Es cierto, jamás has mentido—estuvo de acuerdo mi madre conmigo—. Pero tampoco habías llegado asustada como ayer. Intente no preguntarte nada por la manera en que estabas temblando y te encerraste aquí, pero ahora me están dando ganas de hacerlo. Tú no eres así, Eilana, ¿Qué está sucediendo? ¿Algo te ocurrió en el colegio?

Mis ojos se desviaron al recordar las palabras de ese engendro del mal.

—No, mamá, ayer estaba asustada porque me había llegado el periodo, nada más.

Frunció el ceño, pero terminó asintiendo.

­—Está bien, por hoy te vas a quedar. —me apunto con el dedo severamente—. Pero mañana sin falta iras al colegio. No quiero excusas.

—Pero, mamá...—me detuvo.

—Sé que me estas mintiendo—me miró de esa forma en que miran las madres cuando sabes que mienten y colocó sus manos en los lados de su cadera—. Dime, ¿crees que no sé cuándo te viene el periodo? Soy tu madre, por el amor de Dios. Así que no intentes verme la cara de tonta. He dicho que por hoy te quedas, pero mañana iras a la escuela. Sin pretextos, ni discusiones. A menos que me digas que está pasando. Tal vez, considera hacer algo.

Me estaba dando una salida. La cual tome.

—Está bien, hay chico que desea matarme.

Ella dejo la postura de mama regañona, para ver a la preocupada.

—¿Cómo es eso? ¿Quién quiere matarte? Espera, ¿me estás hablando en serio?

La mire molesta.

—¡Por supuesto que estoy hablando en serio!

Tomo su cabeza, y pareciera que tuviera dolor de cabeza.

—Está bien, dime que sucede.

Fue cuando empecé a decirle todo lo sucedido el día anterior, y ella se veía más confundida conforme pasaba el tiempo. Sin embargo, no dijo nada hasta que termine de contarle.

—Ay hija, esto parece novela. Sin embargo, no entiendo cómo es que no te cree, digo, ¿Por qué pensaría que estás enamorada de él? —Me encogí de hombros—. ¿Deseas que hable con él?

Sabía que sería bueno, pero realmente entendía que todo iba a empeorar si hacía eso. Además de que era mi lucha, mi pelea, y debía enfrentarme a él. Tenía que ser un encuentro tipo David y Goliat, ¿A quién estaba engañando? Me iban a ser papilla, pero, aun así, sabía que mi madre no debía de interferir. Sería peor. O al menos eso creía.

—No, mamá. Tal vez solo estaba bromeando. No creo que deseé matarme por una carta de amor.

«O estar en prisión por si lo hacía»

—Está bien, pero quiero que me mantengas informada de todo. Si es necesario te iré a buscar o hasta puedo hablar con tu padre y...—la detuve cuando observé que se paraba para hacer exactamente lo que me estaba diciendo.

—No, mamá. Hablaré con él. Le diré quién fue, ¿te parece bien?

Se veía indecisa, y eso era porque estaba preocupada por mí.

—No me parece, pero respetare tu decisión. Lo único que deseo es que, si todo empeora o intentan hacerte daño, me mandas un mensaje para irte a buscar. Estaré al pendiente, y si es necesario, hablare con el director —toco mi mejilla­—, no deseo que le hagan daño a mi nena preciosa.

Sonriendo, asentí por su amor maternal.

Dándose cuenta que estaba más tranquila, se retiró de mi habitación, y me dejo completamente sola con mis pensamientos frenéticos.

Debía hacer algo, pero, ¿Qué?

La mañana, tarde y noche se fue volando, y cuando me vine a dar cuenta ya era hora de dormir. Sabía que, al día siguiente, iba a comenzar una batalla legendaria. Una que nunca se hubiera visto en décadas.

Y solo con eso, me permití soñar.

Hasta que apareció Zack atormentándome en ellos.

(...)

—No creo, Eilana, ¿acaso no sabes la fama que tiene? Dicen que casi mata a un chico y solo porque no lo dejo pasar en la fila de la cafetería. ¿Acaso deseas que haga lo mismo conmigo?

El esperaba que mi respuesta fuera no, pero solo mire implorante a Mateo. Él era un chico grande y corpulento, aunque un poco bruto. Por suerte, no necesitaba su cerebro.

—Por favor, Mateo. Te necesito—pedí con urgencia.

—Me va a matar.

Señale su cuerpo entero.



#199 en Joven Adulto
#1316 en Otros
#389 en Humor

En el texto hay: badboy, amorjuvenilhumor, anavalencia

Editado: 14.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.