No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 3

ZACK

 

La tenía acorralada.

Ella sabía que no tenía escapatoria. Estaba completamente a mi merced. Sin embargo, me sorprendió cuando se puso enderezó y me miro directamente a los ojos. Alcé una ceja al ver su reacción, sin duda poco común al saber su destino. De hecho, parecía lista para ir al paredón.

No pude evitar que me causo un poco de gracia, aunque eso no evitó que la mirará con deseos de estrangularla por la patada en mis bolas. La chica prácticamente había sellado su muerte con ese hecho, aun así, ella venía como un soldado. Lista para la guerra.

Me cruce de brazos mientras la observaba acercándose cada vez más a mí, y con cada paso que daba en mi dirección, un sentimiento de respeto creció. Había muchos que se acobardaban sabiendo lo que les iba hacer. Sin embargo, ella parecía con pantalones.

Estúpida, pero valiente.

Podía darle eso.

Cuando estuvo a mi alcance, ella empezó hablar:

—Primero que nada, quiero que...—y sin terminar de hablar, se echó a correr.

De nuevo.

Mi sorpresa fue enorme que ni siquiera pude retenerla cuando de nuevo, estuvo lejos de mí. Solo que esta vez, mi rostro detonaba la confusión que tenía. Antes de que pensará en ir a buscarla, una mano en mi hombro me hizo girar mi rostro. Terminé por encontrarme a un chico más alto y corpulento que yo. Desconocía su nombre, pero lo había visto pelear con varios de aquí.

Me deshice de su agarre mientras ordené:

—No vuelvas a tocarme.

Sus ojos me vieron fijo, y espetó:

—No lo haré sino no vuelves acercarte a ella.

Alcé una ceja.

—¿Ella?

Asintió hacia la dirección en que se había ido esa chica.

—De Eilana, he escuchado que la andas molestando y quiero que te detengas de eso.

La única chica que andaba “molestando”, era a la chica que acababa de irse corriendo por el pasillo antes de que este hijo de puta empezará con su mierda.

—Ese es mi problema.

—Y mío, ella es mi amiga.

La furia que siempre sentía, se hizo cargo de mi cuerpo al ver la amenaza implícita.

—Y si no lo hago, ¿qué? —se acercó hasta tomar mi playera con su mano y acercarme a su rostro. Dejé que pensará que podía intimidarme.

Con acidez, declaró:

—Entonces tu y yo, tendremos graves problemas.

Llevando mi mano hasta donde estaba la suya, y me deshice de su agarre.

—Que así sea entonces.

Mirándolo hasta que retrocedió, terminó yéndose mientras golpeaba mi hombro. Girando mi rostro, lo observé desaparecer por el pasillo. «No deseas que la toque, bien, ahora con más ganas lo haré». Una vez que estuve seguro que nadie me vería, saque de nuevo ese sobre rosa y volví a leer la carta arrugada con palabras cursis escritas en ella:

Querido Zack:

Me he dado que no importa cuántas veces te escriba, tu jamás me veras. Es por eso que desistí de seguir haciéndolo. Esto es como una renuncia. No puedo seguir sufriendo de esta manera. Este dolor me atormenta, y eres lo bastante bruto, para no darte cuenta que estoy ahí, justo delante de tus ojos, y no me ves. ¿Qué es necesario hacer para que eso sea posible? Eso realmente no lo sé, ya que lo he hecho todo, pero, aun así, soy invisible para ti y estoy harta de eso. Ahora puedo decir que estoy decidida a superarte, y decirte, lo imbécil que eres. Y lo tonta que fui al no darme cuenta de eso antes. Pero ya no más. Se acabó.

Con todo el odio del mundo, tu ex admiradora.

 

Guardando la carta nuevamente en mi bolsillo, esperé por el próximo encuentro con esa chica escurridiza con nombre Eilana.

 



#205 en Joven Adulto
#1329 en Otros
#393 en Humor

En el texto hay: badboy, amorjuvenilhumor, anavalencia

Editado: 14.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.