No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 13

 

Mi madre no dejaba de jadear sorprendida.

Tampoco podía culparla. La casa del abuelo de Zack parecía estar rodeada de antigüedades. No era nada a la casa que había ido con su nieto. Al parecer ellos no sufrían de dinero, y aunque tampoco nosotros. Mi mamá tenía que ahorrar para darte cierto lujo. Así que si, era sorprendente ver el lugar.

Todo parecía impecable. Daba miedo tocar algo. Sin embargo, algo que parecía distinguir, aparte de las cosas antiguas, era la colección de armas que tenía alrededor. Era una marea de artilugios desconocidos, pero sabía que muchos de ellos podrían hacerte daño.

Tuve miedo.

Pero confiaba en que la presencia de Mateo, el cual no se quedó atrás cuando nos trajeron al lugar, mi mamá y mi hermano menor. El ultimo parecía muy emocionado por las armas. De hecho, había estado a punto de tocar algo, cuando Zack tomó su mano y con una mirada intimidante le dijo un claro y rotundo no.

Mi hermano no parecía saber qué hacer, así que se había ido con mi madre. Incluso Mateo parecía sorprendido con lo que le rodeaba. Pero su miedo a Zack, hizo que no se moviera del lugar. O sea, a mi lado.

Con un susurró en mi oído, dijo con miedo:

—¿Para qué nos trajeron?

Me encogí de hombros.

Sabía lo que había dicho Zack, pero no creía ni una sola palabra de lo que dijera ese engendro del mal. Para mí que buscaba sacrificar a una virgen. No podía decir que no lo fuera, pero tenía que elegirme a mí. Zack en definitiva no tenía piedad.

Era cruel.

O eso creía.

Sin embargo, para sorpresa mía, nos dirigió a una habitación.

—Aquí es la habitación de mi abuelo, y sé que estoy tomándome demasiadas libertades, pero solo puedo permitir que Eilana entré.

Mi madre parecía querer acompañarme, y yo estaba de acuerdo. Estaba tan convencida de eso que no dejaba de tomar su blusa. Suplique incluso con mis ojos, pero mi madre le debía de estar fallando la antena maternal porque dijo con suave:

—Entiendo.

—Mamá...—ella me sonrió.

—Estamos justo aquí, no creo que te suceda nada, mi cielo.

¿Eso creía? Mi mamá de verdad creía una imagen errónea del anticristo. ¿Qué pasa si del otro lado de la habitación había un portal al infierno? No, no, no.

¡Me negaba a ser su sacrificio!

—Pero, mamá, él es cruel. No tienes idea de cuánto. ¡Es el mismo anticristo!

Mi madre volteó a verlo, y la cara cabizbaja del anticristo fueron como la pista de la dramatización que estaba haciendo para mi mamá.

—Cielo, no te ocurrirá nada. Estoy aquí. Si deseas abro la puerta para que vea que no hay peligro.

Ella quería que dijera que no era necesario, pero sí lo era.

—Está bien, revisa.

Los ojos abiertos de mi madre fueron el indicativo de que ella no esperaba esa respuesta. Sin embargo, hizo lo que pidió. Ella abrió la puerta, y en efecto, había una recamara con una persona adentro. La cual parecía estar conectada a varios aparatos. Lo reconocí enseguida. Era el mismo hombre que me había dicho sobre tener el mismo nombre que su esposa.

Así que Zack no había mentido. ¿Estará enfermo o era por qué había venido mi madre? Realmente no lo sabía. Lo que si sabía era que podía estar a salvo.

—¿Estas tranquila?

Asentí.

—Bueno, estaremos esperando aquí.

Parecía que me comportaba como una niña de cinco años, demándenme, no me importaba. Deseaba que mi madre revisara antes de que fuera una chica muerta.

Con pasos tentativos, entré a la habitación.

Un momento después, el suave clic y la voz de Zack en mi oído, me provoco escalofríos:

—Te tengo.

Actué por instinto.

Me aleje por completo mientras preguntaba:

—¿Por qué nos trajiste a este lugar?

La sonrisa de Zack era fría.

—¿No escuchaste? Era para que hablaras con mi abuelo.

Él mentía. Estaba seguro de ello.

Cuando intentó acercarse, quise correr a la puerta, pero él estaba interfiriendo en mi propósito. De pronto, empecé a buscar lugares donde podría buscar, pero era imposible. A excepción del baño. Sin demora, fui hasta allá.

Ni siquiera pude tocar el picaporte, el cuerpo de Zack hizo no pudiera llegar.

Su brazo rodeo mi cintura mientras su risa se escuchaba en mi oído. Era obvio que se divertía, pero no quería estar a solas con él. Ni siquiera tenía una idea de porque estaba en ese lugar. Solo sabía que debía de escapar.

De pronto, Zack me apoyó en la puerta y me dio vuelta enseguida. Al tener su rostro cerca del mío, mi corazón empezó a latir con fuerza. Todo por culpa del miedo que sentía en ese momento. La frialdad en los ojos de Zack me hicieron temblar, pero nada con lo que dijo:

—Eres muy escurridiza, pero no importa cuánto corras, siempre te atraparé.

Esa simple oración me sonó a una amenaza.

Mateo había tenido razón. Nunca iba a poder deshacerme de él.

Quise escapar de ese encierro en que me tenía sujetada, pero su rostro se inclinó hasta estar a pocos centímetros del mío.

—N-no me h-hagas d-daño.

El tartamudeo en mi voz le dio la señal de que tenía miedo de él ¿Eso hizo que se alejará? Por supuesto que no. Estaba decidido asustarme. No entendía por qué. No le había hecho daño. Está bien, él creía que había escrito esas cartas de amor. Pero, ¿eso era motivo suficiente para querer asesinarme? Por Dios, solo eran unas simples cartas.

Ni siquiera podía entender que le había escrito Deisy para que se comportará de esa forma. ¿Acaso lo había insultado? No, eso era imposible. Ella estaba embobada por este tipo. Además de que no la creía capaz de hacer algo así.

Así que, ¿Cuál era la razón para que Zack no dejara de molestarme?

La mano de Zack hizo que la viera como una serpiente a punto de atacar. ¿quería lastimarme? Sin embargo, su mano jamás tocó mi mejilla, y todo gracias a la voz débil que se escuchó en la habitación:

—Deja de jugar con ella.

Mis ojos fueron al hombre de la cama, aun podía sentir la mirada de Zack, y me di cuenta que estaba observándonos. Él parecía sonriente.



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Editado: 14.07.2021

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