No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 18

Ese día había sido...intenso.

Mis labios hormigueantes lo indicaban.

Ese beso...

Sacudí la cabeza mientras recordaba cómo había iniciado ese día de locura:

 

-¿Qué te parece esa?

La cara de Mateo era graciosa al ver mi sugerencia.

-No, no, nada de romance. Algo de acción.

Entrelace mis manos debajo de mi rostro a modo de súplica. Mi madre siempre decía que tenía mirada de cachorro perdido que le hacía ser menos dura conmigo.

Ahora con Mateo, iba a comprobar que tan cierto era eso.

-Por favor, por favor, quiero ver esa. Te lo compensaré después. -él negaba con la cabeza, pero no dejaba de mirar al cartel de la película Considerando, y como un último intento, volví a decir con ruego-: Por Favor, ¿sí?

El suspiro que soltó Mateo me supo a victoria, y cuando habló solo lo confirmó:

-Está bien. La próxima seré yo quien decida, ¿vale?

¡Si!

De emoción, lo abracé fuertemente. Con una risa, él me devolvió el abrazo, y sin más dilemas sobre que películas íbamos a ver, nos encaminamos a la taquilla.

Al tener los boletos en nuestras manos, con la película que había elegido anteriormente, nos dirigimos a comprar palomitas.
Tan pronto, teníamos nuestras municiones, nos dimos cuenta de que nos hacía falta media hora para empezar. Así que nos sentamos mientras por ratos comíamos alguna que otra palomita.

-Esto es gracioso.

El comentario de Mateo, hizo que lo viera, para después preguntarle:

-¿Por qué?

-No hemos entrado a la sala, pero ya nos estamos comiendo las palomitas.

No le veía nada gracioso. Las palomitas eran deliciosas.

Me encogí de hombros.

-Son riquísimas. Además, tengo hambre.

-¿Quieres que te compre un hot dogs?

¿Y que siga gastando por mí? No, ni loca. No quería abusar de Mateo, pero él había sido astuto al distraerme de la conversación que teníamos para que no me diera cuenta de cuando pagó. Él había dicho que las palomitas podía pagarlas yo, pero al tenerlas en mis manos, Mateo había sugerido que fuera a colocarle picante. Así que cuando había regresado, él había pagado.
Le había dicho sus palabras de que era mi turno de pagar, pero él dijo que la próxima vez que viniéramos a pagar. No estaba convencida, pero la sonrisa relajada de él, me hizo asentir dudosa.

¿Y ahora quería comprarme más? No, no, no.

Pero, tenía hambre.

Así que, con una sonrisa inocente, le dije:

-No tardó, ahora regreso.

Mateo me miró extrañado.

-¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

-Sí, pero es algo que necesito atender yo misma-apunté en dirección a donde estaba el baño, y sin tener que mentir, comprendió por si solo que según iba al baño.

-Está bien. Te espero.

Aplaudiendo mientras brincaba en mi lugar hice como si fuera al baño, pero al sentir que ya no me prestaba atención, me fui directo a donde vendían los hot dogs. Rico. Casi podía saborearlos. 
Estaba por pagar por ellos, fue una suerte que no había una fila enorme, y solo me había tardado unos minutos. Sin embargo, al extender mi mano, otra mano pagó por mí, y al levantar la vista, observé la cara sonriente de Mateo.

-Sabía que eras una mentirosa, pero no creí que, a este grado, Eilana. -toco su pecho con la palma de su mano, y dijo con una expresión de dolor dramatizado-. Me siento traicionado aquí.

Estaba por decir algo, pero las palabras de la chica que me atendía, interrumpió lo que iba a decir:

-Su cambio, joven. Espero que disfruten de la función.

Al ver que no había otro motivo para quedarme ahí, Mateo tomó mi brazo y me llevó a varios metros de ahí. Cuando tuve las plenas facultades para hablar, intenté decirle algo a Mateo, pero sin lograrlo. Mi cerebro se había pagado momentáneamente. 
Aun conmocionada por la sorpresa de ser atrapada. Aunque ciertamente pagar por mi comida no era nada malo, pero por la sonrisa de Mateo, parecía que había cometido algún delito capital.

-Eres una mentirosa.

Me tomo un momento poder contestarle:

-Bueno si, ¿Quién no miente?

-No tienes permitido mentirme. Somos amigos. Los amigos no se mienten.

Bueno, cuando lo decía de ese modo. Tal vez, él tenía razón.

-Es que tenía hambre...-él me detuvo cuando hice mi camino de la vergüenza.

-Me hubieras dicho y te compraba algo.

¿Cómo le decía que no deseaba que gastara más dinero?

-Pero tengo dinero, puedo gastarlo por mí misma.

-Y yo soy tu amigo, puedo cubrirlo. Además, no te preocupes por esa trivialidad, ya está empezando la película.
Un momento después, la discusión que teníamos se vio olvidada al tener las palomitas en mi mano y con una carcajada de parte de Mateo, me colocaba una de ellas en la boca.

Impidiéndome hablar.

-Esto está para una foto.

Apenas dijo eso, y sacó su teléfono y el flash llenó mis ojos.
Abriendo y cerrando los ojos, intenté que mi mundo volviera a los colores conocidos. Creo que me había dejado ciega. No estaba totalmente segura, pero lo sospechaba. Sin poder ver aun, fui guiada por Mateo con un brazo en mi cintura.

Al entregar los boletos, mi vista se había aclarado y estaba de vuelta con las películas. 
Oh el amor, ¿algún día iba a enamorarme de esa forma tan fuerte?

(...)

La película estaba terriblemente cursi, y me encanto.
Esa forma tan linda en que el protagonista le declaraba su amor, fue bellamente artística.

-¿Qué te pareció? ¿Te gustó?

La pregunta de Mateo me hizo suspirar.

-Sí, me encanto. Siempre escapo de estas películas, pero esta vez deseaba verla.

Y comprobar que no deseaba ninguna relación con el anticristo. Estaba seguro que en ese ser no había nada romántico.

-Me alegra que te haya gustado. A la próxima toca algo de acción, Eilana, no debes de olvidarlo.

Hice un gesto con la mano de que se preocupara.

-Por supuesto, por supuesto.

Mateo se rio, y también me reí porque si veíamos películas juntos tenía pensado engañarlo.



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En el texto hay: badboy, amorjuvenilhumor, anavalencia

Editado: 14.07.2021

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