No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 19

ZACK

 

 

Ella estaba huyendo de mí.

Ese segundo beso la hizo tener que correr de mí.

Me irritaba que, en vez de arrojarse a mis brazos, ella huía. Sin embargo, algo que había aprendido de ella es que no era como otras chicas. Era demasiado despistada para su propio bien.

Ni siquiera parecía darse cuenta de la mirada de su amigo.

Había sido patético haber tenido que presenciar esa escena.

Incluso escondido por la oscuridad de la noche, había observado como el imbécil ese le había besado. En la mejilla, pero no era un idiota, ese beso había significado algo más. Lo que le hizo sentir satisfacción fue cuando le preguntó si le gustaba. Eilana ni siquiera supo de quien estaba hablando. Para después terminar de reafirmar que lo veía como amigo.

Solo amigo.

Ahora estaba esperando que saliera de su clase. Su última clase.

Al observar que estaba saliendo, y que no se había dado cuenta de mi presencia, decidí asustarla.

—Hola

El salto que dio al sentir mi toque en mi hombro, me hizo sonreír.

Me di cuenta de que tenía intención de salir corriendo como la primera vez que fui en busca de ella, solo que esta vez, no andaba en busca de su muerte. O explicaciones sino de algo más, una cita. Aun no podía entender que tenía esta chica que me hacía tener que acercarme a ella. Tal vez por eso lo hacía. Porque era un misterio. El abuelo había visto algo en ella, que el mismo no lograba observar. Tenía la teoría que, si se familiarizaba con ella, esa incertidumbre desaparecería. Pero conforme pasaban los días, ella me mantenía, más y más confuso.

Era frustrante.

—Hola, y adiós. 
Al darse media vuelta, tomé rápidamente su mochila.

Con una mirada enojada, espetó:

—Devuélveme.

Con una sonrisa petulante, le dije sin soltar la carga preciada:

—No. Quiero una respuesta, y la necesito ahora.

Con esa expresión furiosa parecía ese gatito del Gif*. Sonreí. Era graciosa.

—¿Te estas riendo de mí? ¿Te parezco graciosa?

Si

—No, ahora no te hagas la desentendida. Dime tu respuesta.

Sus puños se apretaron.

—¿Quieres una respuesta?

—Si.

Con una sonrisa sospechosamente inocente, dijo con falsa dulzura:

—No puedo.

La miré con los ojos entrecerrados cuando me di cuenta de que estaba dirigiéndome a una trampa. Pero que no sabía cuál.

—¿Por qué no?

Ella colocó sus manos en sus caderas y empezó a decir con tranquilidad:

—Bueno, ¿recuerdas ese día que me llevaste en moto a ver a tu abuelo? —con lentitud asentí, y la gatita continuó con su explicación al rechazo hacia mi cita con ella—. Bueno, ese día, me dijiste que te olvidará. Que te sacará de mi corazón. Que no había posibilidad de que tú me hicieras caso, e hice lo que toda chica con un corazón roto haría, te olvide. Te superé, ¿entiendes?

—Dijiste que me amabas, ¿acaso ese amor se disolvió tan rápido?

Ella pudo escuchar la incredulidad en mi voz. Pero rápidamente desvió la vista, y se cruzó los brazos mientras me miraba de reojo.

—Bueno, tengo derecho a rehacer mi vida. Eso no es un delito, así que…—la detuvo de continuar.

—¿Con quién exactamente me superaste? Porque no creo que sea con ese imbécil que dice ser tu amigo.

Ella parecía confundida, su rostro lo indicaba.

—¿Imbécil? ¿Amigo? Ahhh ¿estás hablando de Mateo?

Alce una ceja con la mandíbula apretada.

—¿Acaso tienes más idiotas que te quieran?

Ella incluso parecía más confundida.

Al verla de ese modo, realmente me enojo. Porque carajos estaba comportándome como ese imbécil. Yo no soy sutil. Soy directo.

Con expresión sombría, me acerque a ella, y de forma instintiva, ella retrocedió hasta que dar apoyada en la pared. Con decisión, dije:

—Te pasaré a buscar a las ocho. Iremos a esa cita.

—¿Y si no lo hago qué? ¿Me asustaras hasta que te diga que sí? —ella levantó su rostro con desafío, y pronunció con una sonrisa—. No te tengo miedo. Ya no.

No lo hacía, y eso era lo que más me confundía de ella.

Acercándome a su rostro, susurré mirándola a los ojos:

—Eso te hace más atractiva para mí.

Ella negó con la cabeza mientras decía sin aliento:}

—Eres tan extraño.

—No soy el único, conozco a otra chica más extraña que yo.

Eso le hizo sacar una sonrisa porque había comprendido que hablaba de ella.

De pronto, su vista bajo a mis labios, y ella parecía hipnotizada por ellos. Su mirada era codiciosa. ¿Me había superado? Sí, claro. Ella se sentía atraída por mí, solo que se negaba a darme la razón.

Tal vez si le había herido con mis palabras. Por primera vez, sentí remordimiento.

Con cuidado de no asustarla, baje lentamente a su boca. Listo para besarla por tercera vez, pero su mano impidió que yo tocará sus labios con los míos.

La miré a sus ojos con frustración, pero su mirada parecía conmocionada.

—¿Qué se supone que estás haciendo?

Tomando su mano entre la mía, le contesté:

—Creí que era obvio. Estoy por besarte.

Nuevamente me incliné a ella. A centímetros de tocar su boca, ella se agachó para después rápidamente escaparse de mí. Sin embargo, fui más rápido que ella, y tomé su brazo.

—Aun no, gatita, quiero una respuesta. Ahora.

Ella estaba sin aliento, y un poco perturbada, pero pudo captar mi apodo a ella con precisión.

—¿Gatita? Espera, eso no es importante, además ya te dije que…—la interrumpí.

—No me va esa respuesta. Dijiste que estabas enamorada de mí, y puedo conquistarte de nuevo, si eso quieres.

Ella parecía frustrada por mis palabras, y dijo en voz baja mientras miraba al corredor:

—Eres tan terco, no dejarás de seguirme, a menos que…—ella se notó pensativa, y un segundo después, soltó lentamente—: A menos que te cuenta la verdad.

Alce una ceja.

Esta chica se había vuelto loca. Ahora hablaba sola. Sin embargo, al oír sus siguientes palabras, mi expresión se cerró por completo. Mi mirada se volvió fría. Se volvió asesina.



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En el texto hay: badboy, amorjuvenilhumor, anavalencia

Editado: 14.07.2021

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