No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 20


Listo, lo había dicho.

Ahora esperaba que su reacción no fuera asesinarme por el engaño. Después de todo, históricamente siempre asesinaban al mensajero, y ciertamente ahora estaba cumpliendo ese papel.

Pero al ver esa mirada de… ¿dolor? Me hizo no querer haber dicho nada.

Sin embargo, había tenido que hacerlo.

Él me estaba invitando a salir porque creía fervientemente que era una chica enamorada. Una que estaba dispuesta a escribir cartas para él, y visitar a su abuelo en su lecho de muerte. Cuando realmente solo había sido una chica manipuladora por otra, y siendo amenazada al ir a ver ese familiar enfermo.

Aunque, ella lo había consolado aquella vez. Por su propia decisión. Sin embargo, algo era seguro. Sin esas cartas, estaba segura que el camino de Zack y ella jamás se hubieran tocado. Vivian de formas tan distintas.

La actitud de él, y lo poco que sabía de su familia, se lo indicaban también.

Ahora estaba en espera de lo que iba hacer ese chico que tenía expresión asesina, pero una mirada que no mostraba nada. A excepción de ese destello de emoción, que ahora estaba segura, solo había sido una falsa percepción.

Zack estaba a unos centímetros separado de mí, y al otro instante, estaba tomando mi rostro en sus manos y atrapándome con esos ojos verdes mientras decía con voz fría:

—Eres buena mintiendo, lo admito, pero también he mentido mucho, y un mentiroso siempre reconoce a otro.

No estaba mintien…

Sus labios tocaron los míos, solo que esta vez, parecía ser brusco. Incluso mordió mi labio, y con un gemido de mi parte, su lengua invadió mi boca. Sin ser consciente de mis propias acciones, cerré los ojos mientras disfrutaba de ese beso.

Uno que estaba haciendo que fuera difícil de pensar. ¿Por qué tenía que besar tan bien? No quería disfrutarlo, los dioses del olimpo sabían que estaba diciendo la verdad, pero ese beso no estaba hecho para ser rechazado.

Disfrute de la sensación de estar sujetada a otro chico, de sentirse cautivada al grado de soñar. Un sueño completamente loco. Un sueño que involucraba una chica como yo, y un chico como él.

Un sueño totalmente retorcido y extraño. Como ambos lo éramos.

Al sentir que se alejaba, escuché que susurraba en mi oído:

—¿A qué hora te busco?

¿Eh?

Sin saber a qué respondía exactamente, contesté:

—A las ocho.

Con una sonrisa, no estaba segura al respecto, susurró:

—Perfecto.

Si, sin duda era perfecto.

Ese beso definitivamente lo fue.

Un momento después, me encontré sola, y de pronto recordé la respuesta que le di.

Rayos…

—…tengo una cita con Zack.

Mi cuerpo se quedó flácido en la pared mientras esperaba que mi corazón volviera a la normalidad, e intentaba no recordar ese beso.

Pero, por las tangas de Poseidón, que beso.

Oh rayos.

¿Qué he hecho?

Espera, ¿tengo una cita con Zack?

¡Una cita con Zack!

¡¿Y desde cuando es Zack y no el anticristo?! 
—Oh Dios, ¿Qué he hecho?

 

 

****


A las siete con cincuenta minutos, mis nervios estaban siendo tan exagerados que era ridículo. Sin embargo, me obligué a tranquilizarme.

A las siete con cincuenta nueve estaba casi cien por ciento segura que no iba a llegar, pero no quería parecer exagerada, así que hice respiraciones profundas.

A las ocho y cinco minutos supe que el bastardo del anticristo me había dejado plantada. Bueno, no fue mi culpa, fue culpa de él. Estaba libre de culpa. ¡Yupi! Sin embargo, estaba enojada, ¿Por qué me invitaba a una cita sino pensaba llegar a tiempo?

A las ocho y seis minutos, lo tenía decidido, no iba a salir. Así fuera que llegará en ese momento y…

—Eilana, ¿puedes abrir la puerta? Están tocando.

Mierda.

Miré a mi hermano enojada, y pregunté:

—¿Por qué tengo que hacerlo yo? ¿Por qué no puedes hacerlo tú?

Él dejó de ver la televisión, y me miró como si estuviera loca:

—No has dejado de hablar entre dientes mientras das vueltas en la habitación. Pareces loca. No dejas de repetir el anticristo esto, el anticristo el otro. Por Dios, Eilana, solo ve abrir la puerta. Sé nota que estas ansiosa por ese chico.

Apreté mi puño, y le espeté:

—Solo tenías que decir que no quieras abrir la puerta

Mi hermano pequeño solo colocó los ojos en blanco mientras decía:

—Bien, no quiero levantarme para abrir, ¿puedes hacerlo tú?

Dirigiéndome a la puerta, contesté:

—Claro.

Mis manos me sudaban. Esta casi segura que estaba transpirando de más. Esto era vergonzoso. Ni siquiera entendía mi reacción. No estaba enamorada de Zack. Ahora ya le había la verdad, aunque no le había creído, pero se lo había dicho. No había necesidad de seguir acercándome a él, pero aun lo seguía haciendo.

Con lentitud, abrí la puerta.

Su presencia me dejó sin aliento.

Era tan atractivo. Eso era hacer trampa.

—Hola.

Madre mía, ¿Por qué tenía que sonar de esa manera tan soñadora?

Él sonrió. El muy bastardo.

—¿Nos vamos?

Muy bien, como lo había practicado:

—No puedo hoy. Se me había olvidado decirte que tengo que hacerla de niñera el día de hoy, y aunque realmente deseará ir, realmente tengo responsabilidades que atender. Es la vida de adulto.

Ahí, directo al punto.

Alzo una ceja. Estaba empezando a odiar esa ceja.

—Creí que habías dejado de mentir.

Eso era lo mejor. No estaba mintiendo.

Con una sonrisa enorme, dije:

—No estoy mintiendo, estoy de niñera.

Se iba a ir. Estaba segura de ello. Él tipo no iba a soportar otro rechazo. Casi pude saborear la victoria…

—Bien, te acompañó a tu trabajo.

Maldito.

En shock, pregunté:

—¿Qué?

Con una sonrisa, repitió:

—Qué te acompaño a tu trabajo.

Mierda.

Iba a rechazarlo de otra forma, pero mi madre llegó a ver quién había llegado, y sonrió al verlo.



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Editado: 14.07.2021

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