No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 21

Zack
 

Su mirada en shock lo hizo querer reír, no lo hizo por supuesto, pero quiso hacerlo.

Era curioso que ella tenía facilidad de hacerle eso.

Le divertía. Cada gesto o expresión, lo volvía cada vez más diferente. No podía mentirse. Esa chica lo estaba cambiando, y no entendía como estaba pasando. Las palabras escritas del viejo aun viajaban en su mente como un eco.

Incluso había un párrafo dirigido a ella exclusivamente, eso no se lo dije, pero yo si sabía. Y hacía que toda la situación con la gatita se sintiera más desconcertante.

Sin embargo, esas preocupaciones sobre el rumbo de mi vida no se las planteé, solo actué conforme a la recomendación del viejo.

Vivir el momento.

—Te tienen miedo, esa es la única explicación posible—me reí sin poder evitarlo. Aún seguía incrédula por el dominio que había tenido en esos tres manipuladores que ella llamaba trillizos.

Al ver la escena por primera vez, me di cuenta de que la gatita buscaba engañarme. Pero ella no había vivido mi vida. No había visto algunas cosas que había presenciado. Unos trillizos berrinchudos no eran nada.

Así que al segundo de notar que estaban jugando con ella, fui a su rescate. Al decirle y mirarlos con esa mirada que intimidaba a mis sobrinos, porque los tenía, les hice entender que no estaba jugando con ellos, y que debían de hacer lo que la gatita les pedía. Eilana pensó que no iban hacerme caso, pero ella parecía no entender que esos eran niños que entendían perfectamente todo lo que les decías. Nada más jugaban con ella porque para ellos les parecía divertido.

Eran manipuladores.

Al darse cuenta de que no iba a participar en su juego, decidieron usar el llanto. Al principio Eilana se había inquietado, pero hice que esperará unos minutos. Fue que comprendieron que no importaba cuanto lo hicieran, esa artimaña no iba a funcionar conmigo. Así que poco a poco, dejaron de llorar y me miraron expectantes. Y esperaron.

Fue cuando le dije a la gatita que ahora si podía hacer lo que tenía realizar con ellos. Con incredulidad, ella los llevó a darle su baño mientras yo buscaba algún juguete resistente al agua. Al encontrarlo, lo lleve junto con uno de los trillizos.

Era una escena de lo más doméstica, pero no lo asustó. Curiosamente, eso lo inquietó más.

Ahora al encontrarlos completamente dormidos, esa mirada de incredulidad seguía en su rostro. Tenía preguntas, así que simplemente me encogí de hombre y le saqué de su duda.

—Tengo sobrinos, cuatro para ser más precisos.

Ella negó sonriente.

—Eso lo explica todo.

—Sí, supongo que sí.

En el pasillo de la habitación se hizo un silencio. Hice lo que ahora hacía con regularidad. La miré y ella me devolvió la mirada.

—Creo que es mejor ir a la sala. No creo que tarde la señora Marc.

Asentí, y observé que tragó saliva mientras daba pasos tentativos a mi derecha para ir hacia las escaleras. Pero tan pronto la sentí a mi lado, me enderecé y la detuve mientras tomaba de su brazo.

No pude ver su expresión, pero si como su cuerpo se estremeció al darse cuenta de que no iba a escapar.

—No puedes seguir escapando, gatita. —me incliné para hablarle en su oído, y susurrarle—: Debes de aceptar eso ya. No importa cuánto corras, siempre te atraparé.

Al ver que su respiración se agitaba sin control, me hizo recordar a esa estúpida mentira sobre que las cartas no eran de ellas. Era más que evidente que si lo eran. No había forma de que no lo fuera.

Eilana aún seguía enamorada de mí. No importaba cuanto dijera que me había superado. Era una vil mentirosa, pero curiosamente, eso la hacía más atractiva. Su fuerza recurrente de negarse aceptar que me quería.

Pero ya me había cansado.
Había esperado suficiente.

La atracción estaba, no había necesidad de seguir negando lo evidente.

No éramos idiotas.

 



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Editado: 14.07.2021

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