No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 23

ZACK

—Nunca te he visto arreglarte tanto, ¿Quién es ella?

Pasando una mano por mi cabello, le contesté:

—¿No crees que estoy demasiado grande para un interrogatorio, tío?

La sonrisa de él creció, y dijo con burla:

—Así que te gusta, ¿eh?

Sin mirarlo tomé mi celular y mi cartera.

—¿Por qué estás aquí? Creí que mi padre iba a ir a tu casa.

—No importa cuánto busques distraerme, no lo conseguirás, ahora suelta la sopa, ¿Quién es la chica que te hace querer vestirte como un idiota?

Alce una ceja.

—Solo estoy usando una jodida camisa, tampoco es para que trepes por las paredes.

Mi tío entrecerró los ojos mientras me veía buscar las llaves de mi auto. Esta vez no deseaba llevar la moto. Tenía la sospecha de que a la gatita no le iba a gustar ese medio de transporte.

—Siempre estas usando una chaqueta y una playera. Este cambio de tu vestimenta, me está preocupando un poco, Zack.

Encontrando las llaves, me enderecé y lo miré:

—Es Eilana, ¿contento?

Mi tío se quedó pensando mientras decía el nombre de la gatita, y al recordar quien era la chica en cuestión, mi tío sonrió enormemente:

—Sabía que esa chica te iba a hacer comer polvo. Papa siempre lo pensó desde que la vio. Una chica singular. Supongo que, por ella, un hombre puede dejar de usar chaquetas para llevar una camisa…—la carcajada que le siguió después fue la señal que necesitaba para saber de que era momento de ir a buscar a Eilana.

Al cerrar con fuerza la puerta principal de mi casa, podía casi jurar que aun escuchaba la carcajada de mi tío. Que se jodiera. Él no tenía ni idea de lo que le había costado tener esa cita.

Silbando mientras le quitaba el seguro al auto, me dirigí a la casa de la chica más escurridiza que hubiera conocido.

****

Estaba a unas cuadras de llegar a la casa de Eilana, cuando una moto desconocida empezó a seguirme. No quería parecer un jodido paranoico, pero sabiendo la familia de donde venía, no podía evitar preocuparme. Sobre todo, cuando estaba por ir a la casa de la gatita.

Su ignorancia sobre mi mundo podría salvarla, pero no si dejaba que llegará alguien ahí. Tenía que tomar otro rumbo. Al menos hasta averiguar quién era quien estaba siguiéndome.

No tarde demasiado al descubrirlo. El tipo de la motocicleta se adelantó hasta quedar en frente de mí, y hacer que me detuviera en una calle aislada. Era tonto salir, pero al ver al tipo con rostro conocido, supe que no había peligro alguno.

Sin dejar de verla, espete:

—¿Qué mierda haces siguiéndome?

La chica me miró decidida, y soltó con urgencia:

—Sé que no me crees sobre las cartas, pero aquí tengo la prueba. Solo por favor, tómalas.

—¿De nuevo con las cartas? Creí que este tema estaba zanjado. Mira, mejor consigue una vida o alguien a quien follar.

Me di medía vuelta para irme, pero me sorprendió que echará a correr hasta alcanzarme. De pronto, me dio una libreta de apuntes. No entendí una mierda, hasta que la abrió y gritó con fuerza:

—¡Mira!

Al centrar mi vista, lo observé, era la misma letra de las cartas.


 

DEYSI

Estaba hecho. Él sabía la verdad. Él me amaría. No a ella.

Yo era la chica de las cartas.

Era a mí quien tenía que querer.

Pero, al levantar la vista, su mirada fría me asustó.

Esa no era la reacción que esperaba. De pronto, me quitó mi libreta de apuntes y estuvo revisándola por completo. No dejando ni una sola hoja sin revisar. De pronto, empezó a romper las hojas. Destrozándolas por completo mientras yo le decía que se detuviera. ¿Qué estaba pasándole?

—¡No, no, no! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Deja de romperlas!

Sin embargo, él no se detuvo. Todo su rostro mostraba ira y su vía de escape eran mi libreta de apuntes. Era como si estuviera poseído. Estaba loco.

En un instante, su mano rodeó mi cuello y su rostro se acercó al mío. Su rostro mostraba una ira irracional, y por primera vez, entendí lo que todos veían en él.

Un ser que daba miedo.

—Escúchame bien, nunca vuelvas acercarte a mí o te haré cosas que tu cabeza hueca jamás comprenderá. ¿Me has escuchado?

—Pero, las cartas. La chica de la carta soy yo.

Eso parecía enfurecerle más.

—Tú no eres ella.

Era una declaración, pero no era cierto. Era una mentira.

—Sabes que no miento. Soy yo. Soy quien te ha amado, no ella.

Su agarre en mi cuello se apretó, y lo podía sentir temblar. Pero pronto, mi ojo estaba cerrándose por la falta de oxígeno. Sabía que no me haría daño. Era el amor de su vida. Yo era la chica de las cartas.
Un segundo después, supe que tenía razón al dejarme ir.

Al caer al pavimento, me permite respirar con fuerza mientras soltaba una tos por la falta de aire. Al abrir los ojos, con lágrimas en los ojos, observé que él se estaba yendo.

No, no, no, ¿Por qué?

Yo era ella.

Él era como yo.

Éramos almas gemelas.
 

EILANA

Al mirarme en el espejo, supe que había exagerado con mi atuendo.

Zack se iba a reír de mí. Estaba segura de ello. Llevaba un vestido, y no había sido culpa de mi mama, había sido mi idea. Deseaba estar linda.

Estaba nerviosa y emocionada.

Casi entrando en una crisis existencial.

Estaba respirando agitada al momento de oír que gritaba mi hermano:

—¡Eilana, te hablan!

Una última mirada a mi atuendo, estuvo a punto de cambiarme de nuevo. Pero, no, este vestido era perfecto. Era sutil y hermoso. Uno lindo.

¿Y si a Zack no le gustaba? Pues ni modo por él.

Pero, ¿Y si sí le gustaba? Esa pregunta incluso me hizo sentir más nerviosa. Zack era muy directo con ciertas cosas. Y yo, no sabía cómo iba a terminar esa cita. Estaba indecisa.

Sin embargo, tenía que ir hacia él. No podía hacerlo esperar. Aunque mama decía que sí, que los chicos no debían de saber lo mucho que estábamos ansiosas por ellos. Pero, quiera tanto verlo.



#120 en Joven Adulto
#974 en Otros
#314 en Humor

En el texto hay: badboy, amorjuvenilhumor, anavalencia

Editado: 01.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.