No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 25

ZACK
 

—No creo que tenga que volver a decirte los deseos de tu abuelo, Zack. Debes de irte de aquí. Ahora.

Miré a mi padre, y pregunté con frialdad:

—¿Ni siquiera puedo visitar su casa?

Él me igualó en mirada, y espeto:

—Sabes perfectamente que ahora esta casa está siendo la nueva sede central. Por lo tanto, está prohibido que vengas aquí. Sin excusas.

Sin dejarle ver lo que pensaba de su comentario estúpido, dije con sorna:

—No importa cuanto lo intentes, no podrás evitar que me aleje del negocio. Ya sea que no trabaje para la familia, simplemente lo puedo hacer en otro lado. Este mundo es para mí. Ambos lo sabemos.

De pronto, tuve a mi padre justo enfrenté de mí, y me decía con esa falsa preocupación paternal:

—Si por mi fuera, estarías aquí conmigo, pero el que estés lejos no es mi decisión, fue la decisión de mi padre. Y siendo lo que fue, se debe de respetar su última voluntad. Ya sea que quieras o no. 
Parecía creer que eso me iba hacer retroceder. Él no tenía idea de lo equivocado que estaba. Había nacido para estar aquí. Para tener el legado del viejo.

Así que sin pensar en lo que hiciera, dije con dureza:

—Me importa un carajo su última voluntad. Si no me aceptas que trabaje aquí, lo haré con los Tomber. Realmente no me interesa con quien, simplemente pertenezco a este lugar. Nadie me quitará eso. Ni siquiera el viejo lo podrá evitar, y menos tú. 
Alejándome de él, escuché como decía atrás de mí:

—Vive tu vida bien, Zack. Tu abuelo te quería demasiado para hacerte ese obsequio.

Ese comentario me hizo apretar los puños, y espeté:

—No quiero su obsequio. Ni siquiera sé que es una vida bien, y realmente no la necesito. —No cuando no podía tener a…, apreté mis puños con fuerza, cuando ese pensamiento se coló en mi mente—. Es mejor que me vaya. Viendo que al parecer no soy bienvenido aquí. No tiene caso que tenga que venir nuevamente.

Antes de dar un paso, mi padre replico:

—Eres bienvenido aquí, pero mereces algo mejor. Algo que no esté manchado en sangre. Aun tienes la oportunidad de no ser como nosotros. Puedes ser mejor.

Algo mejor. Recuerdo cuando creía eso. Pero después descubrí que solo merecía algo menos. No era digno de la atención de una chica despistada.

Tragando saliva, solté con voz helada:

—En eso te equivocas. Soy igual al viejo, solo que no estás listo para verlo.

En cierto sentido, era apenas un novato. Mis manos no estaban manchadas de sangre, pero mi reputación era tan sombría que solo era cuestión de tiempo para que eso cambiará. Tenía enemistad, y ningún amigo…

A excepción de Eilana.

Apretando mi mandíbula, salí de la casa del abuelo, y al sentir la frialdad del aire, decidí tomar un cigarrillo. Últimamente no podía dejarlos, aun cuando había estado un tiempo sin haber tomado uno; pero ahora era diferente. Todo había cambiado. Ahora distinto.

Me sentía ciego. Extraño. Todo se veía tan oscuro. Sombrío.

Sacudiendo mi cabeza, empecé a caminar a mi moto, a excepción de que una voz masculina gritaba mi nombre con cólera, y al detenerme para saber quién era, observé que era Mateo. El amigo de Eilana.

Lo odie al instante.

Sin embargo, parecía que no era unilateral en sentimiento, lo supe cuando llegó hasta donde estaba y tomó mi ropa para acercarse a mí. Y cuando pensaba golpearlo para que me soltará, su comentario me dejó helado:

—¡¿Que mierda le hiciste?! ¡¿Dónde está ella?! ¡Te juro por Dios que, si le hiciste algo, estarás muerto! ¡Ahora contesta! ¡¿Dónde está ella?!

Intentando procesar lo que decía, pregunté:

—¿Estás hablando de Eilana?

Esa pregunta, lo hizo enfurecer más:

—¡¿De quién más estaría hablando?! ¡Eilana está desaparecida!

Esas últimas palabras retumbaron en mi mente, y mi cuerpo se negaba a creerlas. Hasta que tuve un mal presentimiento. Ella estaba en peligro.

Soltándome del agarre de Mateo, pregunte con dureza:

—Dime todo lo que sabes, ¿Cómo sabes que está desaparecida? 
 

Algo parecía ver en mi expresión que hizo que su cuerpo dejará de sentir ira hacia mí, y terminó diciendo todo lo que había pasado. Al parecer él había llamado a Eilana para recordarle sobre su cita…

—¿Pensaste salir nuevamente con ella?

Se detuvo de golpe, y preguntó colérico:

—¿Qué tiene que ver eso, con que ella esté desaparecida? ¿Acaso es importante?

¿Para ver si era un posible secuestro? Tal vez no. Pero para él, tenía que admitir que le hacía querer golpear algo. Sobre todo, la cara del imbécil de Mateo.

—No, continua.

Después de que Eilana haya aceptado, él escuchó como alguien forcejeaba para después escuchar como la llamada terminaba. Mateo había intentado llamar varias veces, en caso de que hubiera oído mal, pero nunca volvieron a responder. De esa manera, él había terminado llegando a la casa de Eilana totalmente asustado por ella, y se había dado cuenta de que no estaba en su casa. Y su madre tampoco sabía de ella. Después, en opinión de Mateo el único que parecía tener un problema con ella, era yo. Así que había terminado viniendo al lugar que tal vez podría encontrarme.

Al término de su relato, solté:

—Vete, me encargaré de ello.

—No, Eilana es mi amiga y no dejaré de buscarla. Su mama ha ido a la policía, y le han dicho que tiene que esperar setenta y dos horas. Ella está desesperada. Le prometí que la buscaría porque pensaba que tú la tenías, pero ahora ya no sé qué hacer. O a donde ir. ¿Cómo la encontraré si no tengo la menor idea de dónde ella?

Él tampoco sabía, pero tenía a una persona en mente.

—Hay una chica en el colegio que siempre esta disgustada con ella. Creo que su nombre es Deysi.

Mateo lo miró dudoso.

—¿Crees que esté con ella?

—Puede ser. Tienes que averiguar donde vive y ver si te puede decir algo. —me di medía vuelta para entrar nuevamente a la casa del viejo, pero antes de seguir caminando solté—: No te preocupes, Mateo, la encontraremos.



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Editado: 14.07.2021

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