No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 1


¿Donde estaba ella?

En los últimos meses, todo había sido relativamente normal. Considerando que ahora tenía novia, y nadie podía creer que fuera Eilana. Todos en el colegio quedaron en shock. Incluso las chicas con las que una vez me había acostado, la miraron con escepticismo y hasta con burla.

Sin embargo, Eilana era tan despistada que ni lo había notado. Pero yo si lo había notado, y con una mirada de frialdad y llena de amenazas, les advertía que se mantuvieran alejadas de ella.

Por suerte para ellas, lo hicieron.

Y todo fue relativamente tranquilo.

Ahora me encontraba en la universidad, esperándola. Se suponía que ella vendría conmigo, pero al último minuto, había decidido no hacerlo. Su excusa había sido que necesitaba un tiempo de locura privada, al preguntar que intentaba decir con eso, ella simplemente había dicho que no podía creer todo lo que había pasado en esos meses, y ahora después de casi tres meses, al fin se había dado cuenta: Qué ella ahora era mi novia.

Su histeria fue hilarante, y para que hiciera todo lo que tenía hacer, había dejado que tuviera su "enloquecimiento" en privado.

Y ahora estaba esperando. Sin dejar de pensar que tal vez había sido mala idea haberlo hecho.

Eilana tenía la suerte de encontrar las desgracias sin proponérselo. Sin embargo, confie en que pudiera llegar a salvo, e intacta.

O eso esperaba.

De pronto, sentí un toque en mi brazo, y al mirar hacia la izquierda, observe a una chica qué solo con ver su mirada, me hizo darme cuenta que no buscaba direcciones o alguna mierda parecida. Esa chica claramente quería algo qué en un tiempo atrás, tal vez se lo hubiera dado; ahora, ésa posibilidad era nula, sino que imposible.

Sin delicadeza, espete:

—No me toques.

Ella sonrió, y por la experiencia que tenía sobre chicas, me imaginaba que esperaba que yo cayera redondo por ella.

En vez de eso, volví a repetir cuando me di cuenta que no me dejaba de tocar:

—No me toques, ¿acaso estas sorda?

Con una sonrisa nerviosa, ella alejó su mano.

—Tranquilo, ando solo en busca de direcciones. Y creí que podías ayudarme. Eso es todo.

No me creí su mierda, sobre todo cuándo estaba buscando acercarse con sutileza.

Así que antes de que volviera a tocarme, dije volteando mi rostro para ver si Eilana estaba por llegar:

—No tengo intenciones de ayudarte. Así que busca otro que desee hacerlo.

No dijo nada, así que cuándo sentí su mano en mi pecho, tuve que verla de nuevo. La cercanía de ella fue molesto. Sin embargo, lo que en verdad me molestó fue que se lanzó para darme un beso.

¿Qué mierda?

—Ey, solo quiero darte mi agradecimiento.

Con frialdad, dije:

—No necesito una mierda de ti. Ahora aléjate antes de que todo se complique.

Y de un gesto rotundo, la aparte de mí. Ella parecía molesta, y no me importó una mierda. Sin embargo, cuándo estaba por decir algo, ella desvió la vista y soltó un comentario:

—Qué tonta.

Ignorado su comentario sin sentido, volví a decir:

—Alejate.

Teniendo de nuevo su atención, alzó sus manos en rendición:

—Está bien, sé cuándo no me quieren cerca.

No lo creía. Había sido demasiado claro desde un principio.

Al ver que se daba media vuelta, regrese mi vista a donde estaba seguro Eilana iba a llegar. Y cuándo miré hacia esa dirección, me di cuenta que ella había llegado y estaba en grandes problemas.

Algunas de sus cosas estaban esparcidas por el suelo, y ella parecía frenética recogiendo sus cosas.

No pude evitarlo, sonreí.

Sin perder un segundo más, caminé hasta donde estaba ella. Y cuando estuve parado alado de ella, comenté:

—¿Ves porqué era necesario que vinieras conmigo?

Y cómo solo ella lo hacía, contestó:

—Cállate.

Me carcajee, y me acluquille para ayudarle. En unos minutos, estábamos de nuevo enderezados, y ella tenía el cabello un desastre.

Sin contenerme, tuve que decir con una sonrisa:

—Eres la única que conozco que apenas llega, y ya estás en problemas.

Ella me miró molesta.

—El universo está en mi contra, ¿qué quieres que te diga?

Asentí, y caminamos para donde sería su dormitorio. Por suerte, ella me había dicho donde estaría, y con el tiempo que había tenido de sobra, había decidido investigar donde sería.

Al llegar, se encontraba agitada y al dejar sus cosas dentro del cuarto, tuve que acercarla a mí.

Ella parecía reacia a hacerlo, pero terminó cediendo.

Con un suspiro, preguntó:

—Soy muy complicada, ¿no es cierto?

—Algo. Habría sido más fácil si hubieras venido conmigo.

—No lo dejarás pasar, ¿verdad? ¿Quieres que te diga que tenías razón?

Con una sonrisa, contesté:

—Así es.

—Pues espera sentado porque no lo haré. Necesitaba estar sola para procesar todo lo que está pasando en mi vida.

De pronto, se alejó y observé como ella comenzaba a despotricar sin control.

—Sé que no lo entiendes, pero para mí, esto es un gran paso. Es  comenzar a ser adulta. Es dejar de pensar cómo una niña, y ser responsable.

Cuando me di cuenta que no iba a detenerse hasta que sacara todo, tuve que cruzar los brazos y esperar a que terminará.

—Sin embargo, eso no es todo. Ahora tengo que estar en un lugar que no conozco, y tener una compañera que tampoco conozco.  Y siento que me estoy volviendo loca porque no conozco a nadie. ¡Es realmente frustrante!

Negué con la cabeza cuando me di cuenta de que empezaba a exagerar la situación. Estaba ahogándose, y no sabía que la histeria solo la hundiría más.

En unos cuantos pasos, me senté en unas de las camas, y la atraje hacia mí. Su grito de sorpresa fue primero, para después escuchar como salía un leve gemido al sentir que la besaba.

Eso la distrajo por completo, y yo la acerqué todavía más. Sintiéndola relajada, empecé hablar sin dejar de abrazarla:




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