No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 2

EILANA 

—Vete, necesito organizar mis cosas.

—Te dije que puedo ayudarte.

Negué con mi cabeza.

—No, no, quiero hacerlo yo misma.

—Está bien—acercándose, me beso en mi frente, y con casi suspiro de mi parte, se alejó mientras se despedía—. Nos vemos mañana o nos vemos más al rato.

—Mañana.

Asintiendo, se despidió de mí.

No quería que se fuera, pero necesitaba resolver mi caos. Además de que tenía que desear que me extrañara. Incluso yo sabía eso. Bien, bien, mi mamá me había advertido que nada de pijamadas con Zack. No sabía a qué se refería, pero por la forma en que me vio, me di cuenta que estaba estrictamente prohibido eso. Por lo tanto, Zack no iba a quedarse a dormir.

Aunque tampoco creía que le gustaran. Zack no tenía la imagen de desvelarse viendo películas.

Aun recordaba esa cita en el cine. Porque si, hice que cumpliera su promesa. Sin embargo, no había salido como deseaba. Solo quiso ver pelicular de terror. Cuando quise hacer mi truco de los ojos, él simplemente compro los boletos y no me vio. ¡Ni siquiera me vio!

Así, con reticencia había entrado a esa sala.

Ni siquiera me había sentado y ya sentía que el payaso ese iba a comerme. Pero, todo empeoró cuando inició la película y observé al niño corriendo detrás del globo. Quise gritar que no lo hiciera, y, además, ¿no había más globos? Pero, oh no, el niño no me hizo caso, y fue detrás del globo.

Y si, apareció el payaso.

De pronto y sin moderarme, grité:

—¡Se parece a ti!

Y no mentía, de verdad se parecía. Bueno, si quitábamos el maquillaje y todo, realmente era Zack. Era una cosa sorprendente. Incluso sentía que estaba viviendo mi propia película de terror cuando sentía a Zack acercarse, y con esa voz grave escuché que susurró en mi oído:

—Puede ser, ¿deseas que te coma?

Lo miré asustada, y cuando sentía que estaba por pararme y correr, el anticristo se rio de mi expresión.

Sentí deseos de golpearlo.

—Tú, tú, tú…—ni siquiera pude decir nada cuando me jaló de nuevo a su lado, y me dijo suavemente.

—Yo, yo, yo, ¿qué?

Quise decirle algo, pero de pronto levanté la vista y observé la película. El susto de saber qué otra cosa iba a pasar, me hizo cerrar los ojos y apoyarme en él. Con seguridad, él me rodeó con sus brazos. De ese modo, vimos esa película. Él abrazándome, y yo asustada a mas no poder.

Al terminar la película, Zack tuvo el descaro de preguntar:

—¿Qué te pareció? ¿Te gustó la película?

Lo mire enojada, y él todavía sonrió más.

—¿Qué? ¿No te gustó?

Sin controlar mi enojo, le espete:

—Mejor cállate. Eres el peor novio que existe—ni siquiera lo esperé, solo pasé por su lado para irme a casa. Y justo cuando me estaba alejando un paso de él, su brazo rodeó mi cintura. —Ni siquiera me toques. Estoy enojada…—me interrumpí al ver lo que tenía en sus manos.

Eran otros boletos con la película que deseaba ver, pero que no había podido hacerlo por falta de tiempo. Incluso recordé habérselo dicho hace unos días. Pero, nunca había pensado que le gustará.

—¿Aun soy el peor novio?

Tomando los boletos con alegría, grité:

—¡No, no, no! ¡Eres el mejor de todos los tiempos! —Qué increíble. Y eran justo los asientos centrales. Me encantaban esos. ¡Ahhh! ¡Ya deseaba verla y faltaban diez minutos para que empezará! ¡Qué precisión! O no.…—Ya las había comprado.

—Si.

Me di vuelta, y le dije enojada: 
—¡Me hiciste ver esa!

—Si.

—¡Y lo admites, cínico!

Se cruzó de brazos

—Nunca dijiste que deseabas salirte de la sala.

Eso me detuvo por completo.

—Estas diciendo que, si te pedía que saliéramos, ¿lo hubieras hecho?

Se encogió de hombros

—Si

—Pero…—sin saber cómo continuar, me quede mirándolo.

—Si deseas algo, tienes que decirlo, Eilana. No soy adivino. Ni siquiera tenía idea de que le tuvieras miedo a las películas. ¿Recuerdas? Estoy conociéndote.

Bueno, era cierto que no le había dicho las palabras exactas, pero…

—Y compraste estos boletos porque sabias que deseaba ver esta película, ¿no?

—Así es.

Lo miré seriamente, y conforme pasaban los segundos, lo entendí.

—Realmente te gustó

Me miro directamente a los ojos.

—Si.

No pude evitarlo, fui directamente a sus brazos. Y en el calor del momento mágico, mi lengua se le olvidó con quien estaba abrazada:

—No eres el anticristo después de todo.

Creí que se enojaría, pero solo se rio levemente.

—Vamos por esa película tuya.

Y si, disfrute cada momento de ella.

Ahora, estábamos aquí. En la universidad, y mi vida estaba ajustándose en esta nueva etapa. Todo era maravilloso y tranquilo, hasta que la puerta se abrió de golpe.

—¡Mierda, mierda, y más mierda! —Mi cuerpo se puso rígido al oír esas palabras de la chica que acababa de entrar, y al verme sentada en mi cama, ella se detuvo de golpe—. Eh…hola.

—Hola.

Mi vista se registró por todo su atuendo, y hasta ahora no había cuernos. Podía asegurar que estaba a salvo, a menos que fuera una espía en busca de información secreta, creo que podía decir que estaba segura con ella.

—Lo siento, ¿te asuste?

Negué con la cabeza.

Realmente sí, pero no quería verme como cobarde. Hay que dar buena impresión.

—Mi nombre es Eilana, ¿Cuál es el tuyo?

Con una sonrisa amable, contestó:

—Samanta. Pero puedes llamarme Sam.

Supe en ese instante que Sam iba a ser una buena amiga. Solo esperaba no equivocarme.

Sonreí, y ella me devolvió la sonrisa.

(….)

Resulta que no estaba equivocada.

Sam era genial.

Siendo la hermana menor de cuatro, era sumamente ruda y divertida. Al parecer, sus papas no deseaban que se alejará, pero en palabras de ella, deseaba respirar aire. Así que, había decidido ir a una universidad lo suficientemente lejos para no sentir la presión de su familia.




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