EILANA
Apenas nos quedamos solas en nuestro dormitorio, Sam soltó:
—Eso fue tierno, y al mismo tiempo escalofriante.
Confundida, miré a Sam
—¿De qué hablas?
Sam pareció haberse dado cuenta de su comentario, y se rio de forma nerviosa.
—Nena, quiero que entiendas que no tengo nada en contra de tu novio, pero ese chico da un poco de miedo. Su forma de mirar…—y dando énfasis, cerró los ojos mientras temblaba ligeramente.
Se echó a reír.
—Él ya no da miedo. —sin dejar de sonreír, volvió a decir mientras se sentaba en su cama—: No diré que no me asustó al inicio, pero cambio. Él ya no es el mismo de antes.
Alzo una ceja mostrando incredulidad.
—Si tú lo dices.
Eso me molestó, y le dije mientras la miraba a los ojos:
—¡No miento! ¡Él ya no hace daño!
Ella me quedó mirando, y después de varios segundos en silencio, empezó a sentirme nerviosa. Era una chica extraña, y de pronto, recordé las tantas veces que Zack decía lo mismo de mí.
Una sonrisa enorme se instaló en mi rostro al recordar.
Eso pareció descolocar a Sam porque preguntó con cuidado:
—Estás pensando en él, ¿verdad?
Asentí varias veces mientras le explicaba:
—Él me dice que soy extraña, y antes de eso, pensé que también eras extraña. Tal vez por eso me caes bien. ¡Un par de extrañas!
Una sonrisa se mostró en el rostro de Sam, y sin medirse me preguntó:
—Te gusta mucho.
Esa pregunta me puso roja, y tuve que bajar la mirada.
—¿Tanto se nota?
Mi pregunta le hizo reír, y eso respondió mi pregunta, y unos instantes después, la sentí sentarse a mi lado, y decirme con una sonrisa:
—Si, se te nota mucho, pero a él también. Se ve que le gustas mucho. No mira a nadie como te mira a ti, y entiendo porque lo defiendes. Es distinto contigo. Creo, sin temor a errar, que eras la única que la trata de esa manera.
Con lentitud, levanté la mirada para preguntarle dudosa:
—¿De verdad?
Sam me sonrió mientras tomaba mi mano, y contestaba sin dejar de mirarme:
—De verdad. Cuando me veía, su rostro al igual que su mirada cambia de golpe, pero cuando te ve…—ella negó mientras desviaba la vista—. Es impresionante de ver. No puedo explicarlo, y sé que sonará cursi y melodramático, pero es como si llenaras de colores su corazón oscuro.
Sonrió.
—No tiene corazón oscuro.
Sam volteó a verla y emocionada continuó diciendo:
—¡Y tú! ¡Simplemente no podía creer que te abrazaras a él! ¡Como si te protegiera de todo lo malo! Eso fue tan tierno de ver…—terminó con una sonrisa mientras apoyaba su rostro con su mano abierta.
Se puso más roja que antes.
—Deja de mirarme así.
—Es que no lo puedo evitar. Simplemente no puedo creerlo. Eres tan tierna, y él…—negó con la cabeza mientras se veía en su rostro su incredulidad—. No mucho.
Eso me eso reír.
—Si, él no es tierno.
—Bueno, dejando de lado a tu escalofriante novio—iba a empezar a protestar, cuando ella preguntó—: ¿Qué está pasando con ese amigo tuyo?
Eso la confundió, y preguntó sin entender la pregunta:
—¿Qué tiene Mateo?
Sam la miró sorprendida.
—No sé, eso es lo que quiero saber.
Encogiéndose de hombro, empezó a decir:
—Es un amigo del instituto. Había dicho que pensaba alejarse todo lo posible de sus padres. Al igual que tú, por eso me sorprendió verlo. Incluso nos despedimos, y aunque estaba triste porque no lo vería, sabía que iba a estar bien.
Acostándose a mi lado, preguntó:
—Se despidió, ¿eh? ¿Y cómo fue?
—Mmm…él parecía muy triste, y le dije que no se preocupará. Que todo iba a estar bien.
—Entiendo.
La miré al notar un tono en su voz.
—¿Por qué lo dices así?
Ella sonrió, y contestó:
—Por nada, es apuesto.
Asintió.
—Lo es.
Mordió su labio, y unos segundos después, preguntó:
—¿Nunca fueron algo más?
Hice una mueca.
—Claro que no, él es solo mi amigo. Además, mi novio es Zack.
Se echó a reír.
—Créeme, lo sé perfectamente.
Y al vernos, nos reímos.
Oh, la universidad…
(….)
—¿Crees que nuestros maestros sean esbirros del diablo?
Sam se carcajeo.
—Ni siquiera puedo dudarlo. Están hechos para torturarnos.
Definitivamente lo hacían. Desde hacía un mes, las clases habían sido iniciadas, y con cada día, parecía que la misión de ellos, era dejarnos exhaustos y sin deseos de vivir. Aunque claro, esto no sucedía con Sam, Ella siempre buscaba tiempo para salir alguna fiesta, y yo, deseaba a ir a una. Al menos para sentirme grande.
¡Porque era grande! ¡Era una adulta!
—Quiero salir. Necesito distraerme. Siento que mi cabeza va a explotar—miré triste a Sam, y senté con dolor—: ¿Verdad que no quieres eso? ¿Verdad?
Sonrió mientras negaba.
—No, no quiero eso —al seguir caminando doblamos en una esquina, y escuché a Sam decir—. Rayos, zorra a las doce en punto.
—¿Eh?
Sam con un suspiro frustrado, señaló enfrente y miré a Zack. Estaba conversando con una chica, y mi sonrisa salió al instante al ver que levantaba la vista, y me miraba.
—¡Zack!
Sonrió, y lo hizo más cuando me vio correr hacia él.
—Dios, Eilana, ¿no puedes caminar—al oír la protesta de Sam, ella simplemente se encogió de hombros.
Al llegar a Zack, lo abrazó al instante.
Ni siquiera pasó un segundo, cuando sus brazos la rodearon de vuelta.
—Estaba empezando a creer que te estas escondiendo de mí—susurró Zack en mi oído—: Ayer fui a buscarte a tu dormitorio, pero no estabas.
Cerrando los ojos, le dije en voz baja:
—Biblioteca.
—¿Aún sigue siendo duro? —asentí sin moverme de mi lugar—. ¿Puedes decirme que se te dificulta, y ayudarte?
—No lo creo. También tienes tus deberes.
—Lo sé, pero no parezco como si necesitará dormir.
Al levantar la vista, pregunté enojada:
Editado: 29.05.2024