EILANA
Algo estaba pasándole Zack.
No sabía lo que era, pero me hacía sentir preocupada.
Después de esa fiesta, la cual había sido mejor de lo que pensé, todo fue maravillosamente. Sin embargo, no había podido notar que mi novio parecía intranquilo. Algo le sucedía.
Así que esa semana había decidido hacerle algo, y para eso, tenía que tener la ayuda de Mateo.
Era el único amigo hombre que tenía, y era evidente que, si él no sabía que podía hacerle a un chico, nadie más podría. Sin embargo, después de horas y horas de interrogación y de ideas súper absurdas, decidí que mejor iba hacer algo a mi estilo.
Por eso mismo, había decidido ir a su dormitorio a sorprenderlo con una canasta de picnic.
No sabía dónde iríamos, pero deseaba estar sola con él, y no había nada mejor que un picnic para eso. Iba a ser maravilloso.
Con una sonrisa en el rostro, toque su puerta. Unos largos segundos después, un chico moreno con ojos color miel aparecieron.
—Eh…hola.
Su rostro confundido, me hizo verlo confundida.
—Hola.
Después su rostro mostró una sonrisa, y simultáneamente sonreí también.
—Ya sé quién eres—estaba por preguntar si nos habíamos conocido en el pasado cuando miró hacia dentro de su habitación, y gritó levemente—: Tu novia está aquí, Zack.
Oh
—Gracias, y lindos ojos.
Su sonrisa se hizo más grande.
—¿Zack conoce este lado travieso?
Sorprendida, pregunte:
—¿Lado travieso?
Estaba por decir algo, pero la voz de Zack hizo que no dijera nada, solo se riera.
—Deja de coquetear con ella.
Estaba por decirle que no hacía eso, cuando lo observé guiñarme un ojo.
—En otra ocasión seguimos lo nuestro, preciosa.
—No hay un “nuestro”, chico loco.
Tocó su corazón como si estuviera herido, y con su cara de sufrimiento dijo:
—Ahí mi amor por ti.
Zack negó con la cabeza mientras veía que el chico loco salía de la habitación.
—No le hagas caso. Está bromeado.
Lo miré como se iba, y con inseguridad, pregunté:
—¿Estás seguro?
—Si, ven a acá—tomando mi mano, me hizo entrar a la habitación.
Lo hice, y con una sonrisa, dejé la canasta de picnic en el suelo para dejarme llevar por él.
—¿Te encuentras mejor?
Su rostro parecía tranquilo. Pero al escuchar mi pregunta, me miró confundido:
—¿De qué hablas? He estado bien.
—No sé, parecías actuar extraño últimamente.
Sonrió mientras nos guiaba a la cama, y hacerme sentar en su regazo. Con un suspiro de paz, me recosté en su pecho. No había nada mejor que estar en los brazos de Zack.
Con un beso en la frente, susurró:
—Realmente no es nada. Solo me di cuenta de algo.
Con mis ojos cerrados, pregunté:
—¿Qué cosa?
Unos segundos pasaron, y al fin contestó:
—De lo importante que eres para mí.
Mi corazón empezó a latir con fuerza. Sintiendo sus ojos en mi rostro, abrí los ojos. Su rostro parecía no mostrar nada, pero su mirada. Era algo hermoso de ver. Cada emoción parecía saludarme, y con una mirada que igualaba la suya, le dije con sinceridad:
—También eres muy importante para mí.
No sonrió, solo me miró. Una mirada que en un tiempo podría asustarme, ahora no. Él era diferente ahora. Él jamás buscaría dañarme. Ahora lo sabía.
Supe que no estaba equivocada cuando su frente tocó la mía, y sin dejar de mirarme a los ojos, se inclinó para besarme. Su forma de acariciar mi rostro fue delicada, y supe sin lugar a dudas que algo buscaba decirme con ese beso. Pero todo se olvidó para mí cuando lo sentí profundizar en mi boca. Estaba actuando diferente. Algo le sucedía, y yo, no supe que hacer. Pero no me quedé atrás, también lo besé.
No supe cuánto tiempo pasó. Tal vez fueron segundos, minutos u horas. Lo que si sabía es que ese beso parecía decirme una sola cosa: él me quería.
No tuvo que decir las palabras. Ese beso me lo demostró, y sabía algo de mí ahora.
Me encontraba del mismo modo.
***
—¡Estoy llenísima! ¡Siento que voy a reventar!
Él se rio por mi gritó, pero Zack parecía no darse cuenta que estaba hablando en serio. Tonto. Pero era un tonto muy guapo. Mi tonto guapo.
—Te dije que iba a sobrellenarte.
—Si, si, si, pero no lo impediste. Así que es tu culpa que este de este modo
Se carcajeo.
—Eres la chica más rara que conozco.
—Tu también.
Con una sonrisa, se acercó hasta tenerlo enfrente de mí. Sin querer ser culpada por asesinato, me fui alejado hasta recortarme en el césped del campo de futbol. El lugar donde habíamos decidido hacer nuestro picnic. Sin embargo, él no dejó de perseguirme, él se colocó encima de mí, y con una sonrisa siniestra, comentó:
—¿No te había dicho que no te alejarás de mí?
Con un poco de nerviosismo de tenerlo de esta manera, conteste:
—Sí, pero, está en juego mi integridad física. Sobre todo, cuando estoy llena. Los animales salvajes eligen a su presa cuando esta tiene mucha carne.
Su cuerpo se apoyó en el suyo mientras que sus labios tocaban su mejilla
¬—¿Ahora soy un animal salvaje?
Y con una demostración de mis palabras verdaderas, y sin exagerar, me mordió mi labio.
—No tengo dudas de ello.
Negó con la cabeza.
—Te ves…—tape su boca antes de que lo dijera.
—No digas algo que puede traer consecuencias.
Alzo una ceja, y con suavidad, alejó mis manos de sus labios.
—¿Tengo que temer?
Asentí dando énfasis.
—Oh si, ni siquiera tu señor podrá salvarte.
Se echó a reír mientras se recostaba a mi lado, y en un solo movimiento, llevó mi cuerpo a su costado con ayuda de su brazo.
—Está bien. Seré bueno.
—Creí que ya lo eras.
—Digamos que a veces me gusta estar en la oscuridad.
Ese comentario le hizo ver sus manos. No había deseado decirlo, pero después de haber compartido ese beso en su dormitorio, había observado su mano. La cual se encontraba en mal estado. Sus nudillos estaban en carne viva, y aunque deseaba preguntar qué había pasado para tenerlas así, temía la respuesta de esa pregunta.
Editado: 29.05.2024