No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 9


—¡Terminé!

La alegría de ella era claramente vista en su rostro, y yo solo pudo sonreír al verla.

—Sí, aunque nos llevó cinco horas.

Mi gatita me miró molesta.

—Justo ahora no siento gratitud, Zack—debía de preocuparme, pero su rostro se veía tan…adorable.

Ignorando algunas reglas de la biblioteca, me acerqué a su oído, y le susurré:

—¿Y que sientes? —esa declaración insinuante la hizo jadear, y retroceder de golpe.

—No siento nada. Nada de nada—tomando sus cosas con rapidez, continuó—. Vamos.

Levándome desde toda mi altura, la encerré en mis brazos, y me incliné hacia ella. Atrapándola entre la mesa y la silla, y dejándola cautiva. Ahora era mi rehén, y al parecer eso no le gustaba. Me lo demostró al verme furiosa, y decirme con esa voz que pretendía sonar seca:

—¿Qué se supone que estás haciendo?

Con una seriedad falsa, pregunté de vuelta:

—¿Qué se supone que estás haciendo?

Eso la enojó todavía más, y preguntó irritada:

—¿Estás haciéndome eco?

Con una sonrisa minúscula, contesté:

—No.

—Entonces…—soltó un suspiro para después mirar molesta mi brazo. El cual la retenía en el lugar—. Bueno, no importa. ¿Puedes dejarme salir?

Inclinándome más para quedar a centímetros de distancia de sus labios, le susurré:

—No, me gustas justo donde estas ahora mismo.

Frunció el ceño.

—Pero estoy encerrada en tus brazos…—sonreí malicioso.

—Exacto.

Mi sonrisa la hizo tragar saliva, y verme con esos ojos que me tenían siempre mirándola.

—Estas asustándome.

—¿En serio…? —pregunté mientras subía mi mano y colocaba su cabello detrás de su oreja, y le decía con suavidad—. No pareces asustada para mí.

—Es que…—se detuvo al verme acercarme a ella para besarla—. ¿Q-que haces?

—Creí que era obvio, gatita—toqué sus labios levemente, y terminé de decir con voz gruesa—. Voy a besarte.

Ella abrió la boca para decir algo, pero aproveché para saborear sus labios, y eliminar cualquier comentario que estaba por salir por esa deliciosa boca. Una cosa que siempre me sorprendía de ella era la forma de dejarse llevar por mí. Ni una sola vez actuó asustada cuando la besaba.

Ni siquiera esa primera vez.

En esa ocasión, realmente no había su intención besarla. Solo deseaba que lo dejará solo, pero conforme las amenazas pasaban, ella simplemente se quedó ahí. Fue en ese momento en que la mire. Realmente lo hice.

Era una chica rara, sí, pero también era diferente. Como él.

Siempre había estado viviendo en un mundo oscuro, y ella vivía en un mundo de colores. Al chocar, nos dimos cuenta que su mundo no podía ser del todo luz, y el mío no podía ser del todo oscuridad. Éramos el complemente del otro.

Por muy dramático que sonará todo.

Ella me tenía de una manera que no se imaginaba. Pero que tendría una pista en algún futuro. Estaba seguro de eso. Mientras tanto, me iba a encargar que supiera lo mucho que me gustaba. Lo mucho que la quería y de lo mucho que me encantaba tenerla en mis brazos.

Sus manos fueron a mi cuello, y mi mano fue a su cintura para acercarla todavía más. Éramos imanes, no había duda de eso. Esta unión no era común. Era algo más.

Un carraspeo, hizo que ella se alejará, y casi hace que me vuelva homicida.

Al mirar hacia un lado, mi mirada de muerte cayó en una chica con lentes.

—L-lo lamento—tartamudeó cuando me vio, y continuó mientras desviaba la vista—. E-es s-solo qué q-quiero saber s-si puedo t-tomar tu mesa.

Abrí la boca para decirle que no estuviera molestando, pero la suave voz de Eilana lo hizo primero:

—Claro. De hecho, estábamos por irnos—sonrió con dulzura a la chica que parecía a punto de correr—. ¿Estás bien? ¿Pareces a punto de desmayarte?

—Oh si, si—me miró rápidamente mientras asentía repetidamente, y miraba a mi novia—. No te p-preocupes. E-estoy bien.

Eilana parecía no saber qué hacer, y terminó diciendo:

—Él no es tan malo como parece.

La chica me vio, y miró a Eilana como si estuviera loca.

—Claro—por el tono de su voz era evidente que no le creía a mi novia. Pero Eilana simplemente tomó sus cosas, y tomó mi mano mientras me miraba, y yo le miraba a ella.

Al ver su mirada molesta, pregunté:

—¿Qué?

—Deja de mirarla así.

—No la veo de ninguna forma.

Ella hizo algo cómico en ese momento. Intentó alzar una ceja, pero no la coordinó bien y terminó alzando las dos cejas. Esa manera de fruncir el ceño, hizo que riera.

Gruñó cuando no pudo hacer su mirada intimidante, y simplemente me acerqué mi dedo para dejará de hacerlo.

—Tranquila, gatita—la miré cuando me vio molesta. De nuevo—. Estoy muy asustado. Casi me cagó del miedo. ¿Feliz ahora?

—Mucho.

Al voltear mi vista, observé que la chica bajaba con prisa su rostro. Por el sonrojo de su cara era evidente que se encontraba avergonzada de que la haya descubierto.

—Vamos. Tengo hambre.

Eilana se despidió de la chica, y yo simplemente me alejé con ella. Sin embargo, al alejarme del testigo imprudente, casi podía sentir como no dejaba de mirarme. Al voltear a verla, observé que estaba en lo correcto, y rápidamente dejó de hacerlo.

Algunas cosas nunca cambian.

Sonriendo burlonamente por el miedo de ella, salí del lugar.

 


(…)

—Estoy pensando que podríamos ir a la playa. Esa que se encuentra a unos veinte minutos de aquí—decía el chico que se encontraba a mi lado.

No dije nada al respecto. Al contrario de los otros que se encontraban muy cerca de mí. Ni siquiera entendía como carajos había terminado en medio de ellos. Pero ahí estaba. Escuchando planes de un grupo que ni siquiera sabía el nombre de esos idiotas.

—Podemos llevar a nuestras chicas.

—¡No! ¡Las mujeres unidas arman caos! ¡Que sean solo hombres! Estoy seguro que Zack está de acuerdo conmigo—al escuchar mi nombre, lo volteé a ver—. ¿Verdad?




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