—¡Salud! —gritaron al unísono cuando chocaron sus vasos.
La risa de todos se contagió cuando vieron a mi gatita beber jugo de naranja como si hubiera sido cerveza, incluso yo tuve que sonreír.
Éramos los únicos que no estábamos borrachos. Todos los demás, parecían estar en la cúspide del alcohol, y, sin embargo, parecían felices de disfrutar un día libre de responsabilidades.
—Son unos idiotas—refunfuño mi gatita cuando colocó su cabeza en mi pecho.
Mis brazos la acercaron para darle calor.
—Lo son, pero creo que los vuelve más con el alcohol que tienen encima.
—Pues no deberían de tomar mucho. Eso es seguro. Incluso Samanta parece una desconocida para mí—apuntó hacia su amiga, la cual parecía a punto de enrollarse con su novio enfrente de todos—, un poco más abajo ese bikini y le verán su infinito y más allá.
Sonreí.
—Supongo que tu amigo también piensa igual que tú—comenté al ver como este se dirigía directamente a Samanta, y la sacaba del regazo de ese chico.
—Wow, nunca había visto a Mateo así.
Ambos miramos lo que esos dos estaban haciendo. Lo que sea que Mateo le haya dicho, había hecho que Samanta le pegará una cachetada, para después tomar la mano del novio, y alejarse de todos nosotros.
—¿Crees que haya sido el alcohol? —preguntó sorprendida al cómo se iba su amiga, pero por la forma en que Mateo miraba a Samanta, era evidente que no.
Algo más estaba pasando entre esos dos.
—Puede ser—contesté al ver Mateo empezaba a caminar hacia donde se iba Samanta.
—Es lo bueno que no tomamos—felicitó con una sonrisa mientras cerraba los ojos, y se acomodaba en mi pecho.
—Podías hacerlo, yo me iba a encargar de que no te pasará nada.
—¿Y vomitar después? Ay no, que asco.
Sonreí.
—Te hubiera ayudado también.
Por la cara de asco, era muy seguro que se hubiera imaginado la escena. Al inclinarme para darle un beso en su cabello, noté que nos miraban alguien.
Mi cuerpo se tensó al reconocer quien era.
—¿Qué sucede? —preguntó Eilana al darse cuenta de mi cambio corporal.
—Nada, pero voy a necesitar que te quedes cerca. Voy a ir al baño.
—Oh—pronunció, y un segundo después, se incorporó mientras decía—: Está bien.
Besando su frente, la dejé a salvo. Pero mientras iba caminando, observé que Mateo regresaba a la playa, y sin contra tiempos, fui hacia él.
—Oye—dijo cuándo lo tomé del brazo, y lo jalé.
—Necesito un favor.
Mateo me miró confundido, pero asintió.
—¿Qué pasa?
Mirando en dirección a Eilana, contesté:
—Necesito que la cuides por un rato. Necesito ir algún lado.
—¿Sucede algo, Zack? —negué con la cabeza.
—solo hazlo que te pedí.
Por su expresión pareció molestarle mi comentario, y dijo con voz seca:
—Lo haría sin necesidad de que me lo pidas.
Asintiendo, dije apresurado:
—Bien.
Alejándome de él, empecé a caminar por la playa. Sabiendo que era seguido, y caminé hasta un lugar donde no sería visto. Justo cuando las luces de la playa se veían alejadas, me detuve.
Y esos pasos también se detuvieron.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí? —pregunté directamente. No tenía tiempo para esto.
—Ha sucedido algo.
Apreté mi puño. No debía de preguntar, sabia eso, pero terminé diciendo:
—Dime.
—Murió.
Todo mi cuerpo se puso en tensión.
—¿Motivo?
—No creo que sea conveniente que lo sepas
Sonreí secamente.
—Si creyeras eso, no estarías aquí.
Las pisadas se acercaron, y en unos pasos, él se encontraba a mi lado.
—Eso es cierto. Pero no creo que sea bueno que lo sepas.
Miré al hombre que hace mucho tiempo no veía, y pregunté:
—¿La asesinaron?
Asintió.
—¿Quién?
—Muchos piensan que fue un caso de venganza, pero algunos no piensan lo mismo. Otros piensan que fue su esposo. La verdad no creo que nunca se sepa que le pasó. Solo sé que no volveremos a verla.
Casi me carcajee
—Tampoco es como si deseará verla. Puede que a tú sí, pero en lo que respecta a mí, esa es otra historia.
—Ella no era tan desalmada como piensas, Zack.
Lo miré con una sonrisa seca.
—Engaño a mi padre con otro, y cuando supo que él otro tenía mejor puesto que mi padre, decidió abandonarlo. Dime, ¿eso no es ser desalmado?
—Ella siempre te pensó.
Me reír secamente.
—No me harás convencer de que esa mujer era buena persona, tío. Nunca lo fue. Ahora su familia puede llorar su muerte.
Al dar media vuelta para irme, él dice con prisa:
—Tienes una hermana, Zack—Eso hace que me detenga—. Se parece a ella, ¿sabes?
—Entonces es mejor que se mantenga alejada de mí. No quiero ni que se te entere de que tiene un hermano.
—Ella no sabe de tu existencia.
Sonreí.
—Eso es incluso mejor. Por mi está muerta al igual que mi madre.
—No me refería a eso. Me refiero a que es idéntica a mi hermana cuando era joven. Deberías verla. Te llevarías una gran impresión.
Volteé mi rostro, y le pregunté:
—¿Por qué me dices esto? ¿Por qué vienes ahora?
—Solo quiero que sepas que tienes otra familia, aparte de que la que ya tienes. Una herencia, Zack.
—¿Una herencia? —me carcajee—. Ustedes y su código de la herencia. Pues vente enterado, tío, ya no estoy en lo que respecta a la organización. Ni siquiera entré a los negocios de la familia.
—¿Entonces qué haces ahora?
Quitando la sonrisa de mi rostro, le contesté con seriedad:
—Estoy viviendo una vida normal. Sin sangre. Sin armas. Sin organización.
—¿Eres feliz aquí? Sabiendo que nunca te adaptaras a este mundo. Estás hecho para grandes cosas, Zack. Podrías incluso unirte a Tomber, y…—lo detuve.
—No, tío. Esa vida ya no es para mí, y ciertamente es fantástico de que vinieras a notificarme la muerte de esa perra. Pero en lo que a mí respecta, esa mujer murió hace tiempo.
Editado: 29.05.2024