No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 11

Conforme los días pasaba, más personas se me empezaron acercar.

No quise enojarme, pero conforme “la amabilidad” de ellos se fue incrementando, estaba en un punto de quiebre. Además, no sabía qué coño les pasaba a ellos. No era como si fuera un jodido héroe. ¿Una acción sin egoísmo y ya todos querían ser mis amigos? ¡Que se jodan!

Me encontraba de malhumor, y sabía que la iba a pagar con cualquiera que estuviera a punto de decir una mierda al respecto.

—¡Eres un héroe, Zack! —el grito de Eilana, casi hizo que me golpeará la cabeza con la mesa.

¿Por qué vida? ¿Por qué?

—No lo soy—pero claro, ella ni siquiera se dio cuenta de mi comentario malhumorado. Mi novia como siempre ignoró todo alrededor para decir lo propio de ella.

—Puedo ser tu ayudante—me miró esperanzada.

Carajo.

No deseaba decir algo que le hiriera, así que volteé a ver aquellos que no dejaban de escuchar la conversación a medias. Pero estuve equivocado al pensar eso.

Mateo no estaba escuchando, ese solo estaba prestando atención de lo que hacía Samanta con ese tipo, que decía ser su novio, y Samanta intentaba ignorar a Mateo mientras le pestañeaba sin control a su novio. El único que parecía ver mi dilema era el chico que estaba en medio de esos dos.

No sabía que era peor, ellos o él.

¿Acaso eran todos tan estúpidos?

—Zack, no me has respondido—la voz molesta de mi gatita, me hizo verla. La mirada de petición no debería de ser tierna, pero lo era.

Puta madre.

¿Por qué había tenido que dejar que esta chica entrará a mi corazón?

—Sí, puede ser mi ayudante…—suspiré resignado al ver que no recibía ayuda de ningún lado. Al escuchar mis palabras, Eilana gritó emocionada, y muy feliz vino abrazarme.

Al ver que estaba por retirarse, la coloque en mi regazo.

Si pensaba que ser una ayudante no llevaba responsabilidades, estaba muy equivocada.

—Oye…—no dejé que continuará su protesta al sentirse detenida por mí. Tomando su mejilla, guie sus labios a los míos. No dudó en corresponder, ella se dejó caer con confianza. Pues sabía que siempre iba a estar atrapándola en el proceso.

Éramos un dúo extraño para muchos. Como blanco y negro, pero me importaba una mierda. Quería a Eilana, y no iba a dejar que miradas o comentarios estúpidos me alejaran de ella.

Era mi novia. Mía.

Unos gruñidos de molestia se escucharon cuando introduje mi lengua en la boca de mi novia. ¿Me importó? Por supuesto que no. Por mi se podían largar de ahí. ¿Quién carajos les dijo que estuvieran todo el tiempo con nosotros? Claramente yo no.

Así que se podían ir a la mierda todo el mundo. No me importaba. Solo mi gatita. Siempre estaba siendo malditamente cortes, ahora deseaba ser egoísta, y hacer lo que quería, y eso era tener a mi gatita en mi regazo. Toda para mí.

Su gemido al morder su labio, me hizo volver a besarla con fuerza. Cada toque de su lengua con la mía, la sentía como una especie de electricidad recorriendo por todo mi cuerpo. Era una sensación nueva e increíble de sentir.

Al sentir como se alejaba un poco, pude oír nuevamente la conversación de alrededor.

—Creo que estamos siendo un mal quinteto, Sam, ¿Por qué no mejor nos vamos? —no sabía quién lo había dicho, pero estaba jodidamente de acuerdo.

¿Por qué no se largaban y nunca aparecían?

Eilana empezó alejarse completamente, y yo no quise que hiciera eso. Me acerqué para volver a unir nuestros labios, pero ella sonrió con el rostro completamente rojo y colocó una mano sobre mi boca.

—No…—susurró.

Maldita sea. Con los ojos llenos de ira, miré hacia arriba para ver el responsable de habernos alejado. Y me topé con una escena extraña.

Mateo tomaba del brazo a Samanta, y por la mirada de Samanta, ella no quería ir con él.

—Mateo, estas lastimando a Sam. Suéltala—fueron las palabras bruscas de Eilana al observar el escenario que teníamos enfrente de nosotros, y debía de admitir, que tenía razón.

Mateo estaba tomando el brazo de Samanta con fuerza. Mateo pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo porque rápidamente soltó el brazo de Samanta. Por unos segundos no pasó nada, al siguiente momento para incredulidad de todos, Samanta levantó una rodilla y le pegó en las pelotas a Mateo.

Hice una mueca de dolor por saber lo que estaba sintiendo el idiota de Mateo. 
—Esto te recordará no volver a tocarme, idiota—espetó Samanta mientras tomaba la mano del novio, y se iba enojada.

Al escuchar el gruñido de Mateo, Eilana se levantó preocupada de mi regazo para ir junto a su amigo. Y cuando estuvo frente a él, creí que iba ayudarlo, pero me di cuenta de que me equivocaba al escucharla decir:

—Eso es lo menos que te mereces, tonto, ¿Cómo se te ocurre sujetarla así? ¿Qué pasa contigo?

Eso pareció enfurecer a Mateo porque terminó gritando:

—¡Pasa que no soy él!

Al ver como mi gatita da un paso hacia atrás, decido intervenir.

—Mateo, es suficiente—espeto levantándome del asiento para ir con mi novia, y cuando Mateo levanta la vista, y me ve, decidí decirme con burla.

—¿Crees que vas a durar con ella? No eres lo que necesita. Solo te estas engañando.

¿Qué mierda?

—¡Mateo! ¡Deja de hablarle así! —gritó enojada Eilana a mi lado, y con la mirada aun puesta en Mateo, volvió arremeter contra mí:

—¡Es la verdad, Eilana! —intentó levantarse, pero el dolor era más, y se quedó en la misma posición en que estaba. Pero eso no lo detuvo de continuar—: Lo de ustedes no durará, y cuando eso sucede, yo estaré ahí para ti. Porque yo no soy como él. Yo si te amo, Eilana.

El jadeo de Eilana, me hizo agarrar a Mateo de la camisa, y acercarlo a mi rostro.

—Cállate, Mateo.

Sonrió con burla.

—Soy lo mejor para ella, Zack, y lo sabes.

¿Atraído por Samanta? ¡Por favor! ¡Ese idiota solo me había engañado!

Empecé a retroceder mi brazo para golpearlo, pero la voz de Eilana me detuvo de hacerlo:




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