ZACK
—No creo que esto sea buena idea—susurró Mateo asustado.
Por su mirada, esperaba que hiciera alguna mierda por él.
—Solo impúlsate y salta—aconsejé al asomarme al espacio de un metro entre ambas superficies, pero con una caída al suelo de dos metros. Lo cual no era mucho. Aunque podía decir que era estúpido hacerlo, la verdad el salto provocaba adrenalina que te hacía querer saltar siempre.
—Es fácil para ti decirlo, no eres quien saltará.
—Fue tu idea de venir con ellos—contraataqué—. Creí que deseaba fraternidad.
Casi me carcajeé por regresarles sus palabras. Pero el muy hijo de puta me había atrapado cuando iba a ver a Eilana y deseaba que acompañará al idiota de Franco y los demás porque según ellos, hace tiempo no practicaban algo de real adrenalina.
Mi cara de fastidio no le pasó desapercibido y había insinuado que necesitaba tiempo de fraternidad con los hombres. Nadie dijo nada, pero observé que parecían estar de acuerdo.
Así que los había seguido, además de que deseaba saber cómo coño se divertían estos idiotas. La pregunta fue contestada cuando habíamos llegado a una especie de estructura circular naranja. Con pequeños círculos en su parte base. Parecía tipo queso creyere.
La idea de Franco era subir y ver si podían saltar a la escalera lateral que estaba a un lado. Tipo Parker, y al parecer Mateo tenía miedo. Lo que lo hacía más riesgoso es que tenía que hacerse rápido antes de que los guardias se dieron cuenta de lo que estábamos haciendo.
Todos los demás ya habían saltado, menos los dos.
—Voy a morir, voy a morir, voy a morir—susurró Mateo cuando oyó los ánimos de los demás.
Negué con la cabeza exasperada.
—Es fácil, no pienses muchos. Solo haz lo que te dije.
—Primero tú—pidió.
Estaba por decir algo, pero me había cansado de oír sus lloriqueos.
Haciendo exactamente lo que le dije, di unos pasos atrás y corrí rápidamente para después impulsarme con mis piernas y mover mis brazos para fluyera con mi cuerpo. La técnica practicada de muchos años, resulto sin problemas.
Al tocar el pasamanos de la escalera, me impulsé y giré mi cuerpo para caer en la superficie dura.
Tan pronto, toqué el escalón de la escalera, volteé a ver a Mateo. El cual se veía más pálido si era posible, y eso era porque ahora se encontraba solo. No pude evitarlo, me eché a reír.
No ayudó que Franco gritará a mi lado:
—¡No seas un gallina, Mateo! —se burló—. ¡Simplemente salta y no lo pienses tanto!
Pero parecía que Mateo no tenía las pelotas para hacerlo porque volvió a negar con la cabeza.
—¡Voy a morir, imbéciles!
Todos nos carcajeamos con el pánico de Mateo y estaba empezando a caer en desesperación éste, cuando escuchamos un grito femenino:
—¡¿Qué estás haciendo ahí, ¡¿Mateo?! ¡Baja en este instante ahora mismo!
Al oír eso, hizo muriera de golpe mi carcajada de burla. Pues sabía quién era: Eilana. Rápidamente volteé a ver al mejor amigo de mi novia y parecía totalmente pálido. Intentó saltar, pero Eilana volvió a gritar:
—¡Como saltes y no mueras, te entierro vivo! ¡¿Me escuchaste?!
En sincronía, observamos a mi chica viniendo corriendo en nuestra dirección, y Franco junto a los demás, decidieron que era buena idea irse, pero antes de que lo hicieran, tomé su camisa y les hice una señal con la palabra «no». Todos tragaron saliva y esperaron por la llegada de mi gatita.
La cual se encontraba muy furiosa.
Realmente furiosa.
Por parte de Mateo, decidió no tentar a la suerte y empezó a bajar como había subido.
—¡¿En que estabas pensando para subir ahí?! ¡Te estoy hablando a ti, Mateo! —volvió a gritar—. ¡¿Es que acaso no…?!—se detuvo al observarnos. De pronto lo entendió todo, porque volvió a gritar—: ¡¿Ustedes lo obligaron a subirse ahí?!
Nadie se movió.
—¡Estoy bien, Eilana! ¡No exageres!
Pero ella ya no lo miraba, me miraba a mí.
Tragué saliva.
—¡¿Zack, esto fue tu idea?!
—Dile que si—susurró Franco detrás de mí.
Giré mi rostro, y espeté:
—Cállate antes de que…—Eilana volvió a gritar:
—¡¿Estás ignorándome?!
Volteé a verla de golpe.
—No.
Con dientes apretados, exclamó furiosa:
—¡Estás mintiendo!
Sin alterar mi rostro, volví a decir:
—No.
Estuvo a punto de gritar de nuevo, pero Mateo se cruzó en nuestro camino y la atención de ella fue inmediatamente a él. Al observar que no estaba dañado, decidió caminar hacia Mateo para cerciorarse mejor. Ese gesto de ella casi me hace soltar un gemido frustrado.
«¿Qué pensaba que le iba hacer? ¿Acaso no le había prometido que iba a dejar de molestarlo?»
Sin embargo, me sorprendió averiguar que no era para inspeccionarlo que se acercó a Mateo sino para tomar su mano y llevárselo con ella.
—¿Qué haces? ¿Por qué te vas con él? —pregunté confundido mientras daba un paso hacía ellos.
Ella volteó a golpe y me dijo bruscamente:
—Aún estoy enojada contigo, Zack, pero si quieres matar a Mateo de un infarto, en un momento te lo traigo—mirando a Mateo, declaró—: Necesito hablar con él.
—¿Sobre qué? —preguntó Mateo.
A pesar de la clara negación de su amigo, ella continuó llevándoselo. A lo último, Mateo terminó por ceder y ella se lo llevó sin más protestas. Mientras tanto, yo no tenía idea de que estaba pasando. Mi idea había sido seguirlos, me moría por hacerlo, pero obligué a mi cuerpo a estar en el mismo lugar en que estaba. No obstante, me encontraba preocupado, ¿qué era eso que necesitaba Eilana hablar con Mateo tan urgentemente? A Solas, para terminar de joder.
«Maldita sea»
De alguna manera, me sentía un poco paranoico. Pero me obligué a quedarme tranquilo.
Editado: 29.05.2024