No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 17

ZACK

Había aprendido varias cosas junto a Eilana.

Alguna de ellas, era la forma en que te hacía sentir muy mal sin necesidad de golpes. No había una cosa más letal para mí, que ver sus ojos tristes. Su dolor me rompía el corazón oscuro que tenía. Mi gatita me manejaba con su dedo meñique y yo lo permitía.

Era por esa misma razón, que me encontraba enfrente de Samanta.

—Zack…—miró a mi alrededor—, ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Me buscabas?

Rápidamente se sentó debajo del árbol en que había estado acostada. Se quitó los auriculares que había estado usando mientras escuchaba música, o lo hacía, hasta que había llegado. Incluso se acomodó el cabello para verse más presentable. Su comportamiento, me hizo desviar la vista malhumorado.

«Irritante, ¿Por qué carajos Eilana la había hecho su amiga?»

—Creo que es evidente que es así, Samanta—espete, volviendo a verla—, no creo que haya nada más aquí.

Tragó saliva por mi tono brusco. Pero se recompuso rápidamente y se empezó a levantar del suelo para estar a mi altura.

—¿Es por Eilana? —cuestionó cuando estuvo enderezada—, ¿la estás buscando?

La miré enojado.

—Sí, Samanta—respondí enojado—, es la única razón del porque incluso me acercó a ti.

Imaginaba que empezó a sudarle las manos porque empezó a secarlas con sus pantalones. No dejé de mirarla, necesitaba saber que mierda le sucedía a esta chica, y si era sincera su amistad con mi novia. Eilana era tan crédula con las personas y tendía a confiar demasiado en ellas.

Aun me quedaba pendiente hablar con ese tal Michael, pero antes de eso, tenía que encargarme de Samanta. La supuesta amiga de mi gatita. Aunque en mi opinión, era pura basura.

Pero eso pronto lo iba averiguar. Para eso estaba aquí.

—No la he visto—respondió con miedo—, en serio no, hace tiempo que no he hablado con ella. Debe de estar en otro lado. Pero conmigo no ha estado.

La forma en que buscaba zafarse del problema, no me gustó. ¿Era este tipo de amiga que Eilana quería estar? Pero cuando estaba por retroceder, recordé la mirada triste de mi gatita.

Coloqué mis manos en mi chaqueta de cuero.

—Eso lo sé—declaré entre dientes—, por eso he venido aquí. ¿Por qué no has hablado con ella? ¿Acaso tu amistad con mi novia simplemente fue un farol para tener a Mateo cerca?

Mi crudeza hizo que desviará la vista.

—Realmente no, es solo que…—se detuvo avergonzada continuar—, es difícil de estar con ella.

—¿Por qué?

—Mateo la quiere—confesó, y me miró a los ojos para que la entendiera—, yo no soy como ella, nunca podré serlo. Así que cuando la veo, simplemente me pone mal verla. No sé si realmente es el tipo de chica que le gusta Mateo. O porque siempre ha estado enamorado de Eilana.

«Maldita sea, ¿Cuándo me involucre en dramas amorosos?»

Pero si remediar este lio hacía que Eilana volviera a tener a su “amiga”, entonces no podía hacer mucho. Debía de solucionar esto ya.

—Está enamorado de ella—respondí secamente—, pero Eilana no lo verá más que solo como amigo. No se dio cuenta en años de lo que sentía Mateo por ella y aunque me cueste admitirlo, mi novia es un poco despistada con ciertos temas. Ella no se da cuenta de las cosas hasta que no le dices directamente lo que sucede.

—¿Por qué la sonrisa entonces? —preguntó al verme sonreír—, ¿Pareces feliz por eso?

Quité mi sonrisa.

—Creí que era obvio—respondí sombrío—, Me pone feliz de que Mateo haya perdido su oportunidad de confesarse. Ahora la pregunta es, ¿serás igual de estúpida que él?

Me miró enojada por el insulto, pero no me dijo nada al respecto.

—Nunca podré ser ella—confesó con impotencia—, soy quien soy. ¡Y es tan frustrante y molesto!

Mi expresión no cambió al ver su enojo.

—Sabes como soy, Samanta—declaré furioso—, para todos, Eilana y yo no deberíamos estar juntos. Los he escuchado murmurar en los pasillos de este maldito lugar. Diciendo que solo estoy jugando al “bueno” con Eilana. Ellos piensan que mi tipo debería de ser una chica más sexual. Creen que ese tipo me dará lo que yo quiero, lo que merezco. Pero hay algo que parece que no entendieron en el colegio, ni siquiera aquí, es que ya estuve con ellas. Y adivina qué, no sentí absolutamente nada. Me sentía vacío por dentro. Mi mundo era completamente oscuro.

—¿Estás diciendo que eras peor que ahora?

Su rostro parecía conmocionado y parecía visualizarme todavía peor que ahora.

—Si, en el colegio mi vida era distinta que ahora—respondí sin emoción en mi voz, y continué—, no había reglas que seguir. Hubo sangre en mis manos. Nunca entenderás a que grado, me zambullí en un mundo sangriento. No avanzó a más…—me detuve al recordar lo cerca que una vez estuve de asesinar a alguien—, pero gracias a mi gatita, pude detenerme. Ella me salvo. No quiero volver a esa oscuridad, y esa luz que ella irradia, es lo que mantiene a raya al verdadero monstruo que tengo en mi interior.

—¿Nunca has querido de volver? ¿A esa vida?

Regresé mi vista a Samanta.

—No—respondí con sinceridad—, Eilana fue clara en ese aspecto. Si yo estaba o volvía, ella no tendría nada conmigo. Tuve que elegir, y la elegí a ella.

El silencio perduró por varios segundos.

—Entonces, ¿es posible que Mateo se fije en mí?

—Puede ser—contesté—, le gustas, pero dejando de lado tu relación con Mateo o falta de ella, deberías de recordar quien fue tu amiga primero, Samanta.

—La he extrañado, ¿sabes? —bajó su rostro—, siempre me hace reír con sus ocurrencias.

—Debes disculparte con Eilana—demandé—, lo que has hecho, no debería de hacerlo una persona que dice ser amigo del otro. Mi novia no tiene la culpa de que Mateo tenga sentimientos por ella. Deberías de tener eso en claro.

Me di la vuelta para irme.




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