EILANA
«Me ama»
La suavidad de sus labios, me hizo suspirar.
Cuando se alejó, no quise dejarlo ir.
El destino decidió que fuera así porque al intentar separarme un poco, algo me retuvo en mi lugar. Fue cuando me di cuenta que era las manos de Zack en mi cuello.
—Listo—murmuró Zack en mi oído.
No entendí que significaba que haya dicho «listo». Cuando bajé la vista, observé una cadena plateada rodeando mi cuello y un dije de plata con forma extraña en las manos de Zack. Tenía un lado más largo que los otros cinco. Parecía una especie roca afilada, pero al llevar mi mano, observé que era un material más suave. También descubrí que la superficie tenía unas ondulaciones.
—Es muy bonito…—susurré asombrada y confundida. Pues no le veía una forma de nada.
Se rio levemente.
—Esa es la mitad, aun no has visto la otra mitad—susurró.
Levanté la vista sin comprender.
—¿Otra mitad?
Con una mirada fija en mí, metió su mano en su camisa y sacó otro collar. El suyo tenía una cadena de color negro y el dije con la misma forma que la mía. Pero en un tono oscuro como su cadena. Estaba por preguntar cómo podía ser la mitad del mío, cuando Zack me besó de sorpresa.
Mis ojos se cerraron despacio cuando sus labios tocaron suavemente los míos y dejé que mi corazón continuará latiendo deprisa. Fue un beso tímido. Lindo. Sentí como mi amor por Zack volvía a incrementar con más fuerza después de su confesión. «Tengo que darle algo como prueba de mi amor», pensé ilusionada.
Un toque en mi mejilla, me hizo volver abrir mis ojos.
La mirada de Zack, me hizo tragar saliva.
—Zack…—susurré mientras alejamos un poco, pero algo debajo de mí me retenía. Bajé la vista y observé con asombro que eran nuestros collares unidos. Algo los unía y ahora si podía encontrarle forma. Sin poder creerlo, murmuré—, Es un corazón.
—Si—su expresión parecía normal. Pero podía verlo en sus ojos, estaba asustado. De mí. De que no pudiera amarlo como él me amaba a mí. Eso me hizo sentir mal.
«¿Por qué Michael había tenido que hacerme dudar de él?», pensé con mortificación. Cuando Zack me había venido a buscar, había creído que pensaba terminar conmigo. Después de esas horas pensando en la oscuridad, sentí que mi confianza empezaba a fallar. Aun cuando Samanta me había vuelto hablar, pero me sentí de forma extraña, ahora yo no quería hablar con ella. Empecé a sentir una emoción oscura. Le dije que no deseaba hablar con ella y que me dejará sola. Que no quería verla en ese momento. La mirada triste de Samanta me hizo considerar que estaba siendo mala amiga, pero dejé que se fuera. Con mi soledad, las palabras de Michael volvían a repetirse constantemente. Estaba empezando a querer llorar de frustración cuando Zack había llamado a la puerta y solo así, todo estuvo bien de nuevo. Pero su semblante taciturno, me hizo darme cuenta de que tal vez no venía a verme, sino a despedirse.
Con miedo había salido de mi dormitorio y esperé a que me terminará. Cuando escuché que me amaba, sentí alivio enorme. No me engañaba. No era malo. Zack me ama.
Mis ojos se llenaron de lágrimas por la culpa que sentía.
—Wow, ¿Qué sucede? —me abrazó al verme lagrimear—, ¿Por qué lloras?
Me abracé a su pecho con fuerza.
—Lo siento, lo siento, lo siento—pedí con el miedo de perderlo.
—¿Por qué?
—Porque he hecho algo malo y me vas a odiar por eso.
Se quedó en silencio y pidió suavemente:
—Dime.
No quería decirlo. No deseaba. Iba a perderlo. No quería perderlo. Pero debía saberlo.
Con sollozos, empecé a decir.
—¿Recuerdas a Michael? —escondí mi rostro en su pecho mientras sentía que mis lágrimas mojaban su camisa.
—¿Otra vez ese tipo? ¿Ahora que te hizo?
Lo apreté con más fuerza. No deseaba decirlo.
Mordí mi labio.
—Dijo que hiciste algo malo—respondí entre sollozos mientras sentía un dolor enorme en mi pecho—, pero aun cuando no le creí, empecé a dudar.
—¿Q-qué?
Levanté mi rostro de golpe y empecé a negar con mi cabeza rápidamente.
—Pero te prometo que no lo pienso más—crucé mis dedos enfrente de él para que viera mi credibilidad y mis lágrimas se derramaron por mis ojos—, lo juro.
Bajó mis manos con ayuda de las suyas. Se alejó de mí y los collares se separaron de golpe.
—¿Qué te dijo ese idiota de mí? —cuestionó con dureza.
Tragué saliva mientras temblaba con fuerza.
Miré sus ojos y confesé con dolor.
—Él me dijo que…— Miré sus ojos y confesé con dolor— que eras un novio infiel. Que tenías a otra. Pero te prometo, Zack, que ya no creo eso.
El silencio se hizo largo. Cerré los ojos por el miedo que sentía de perderlo. No quería perderlo.
Temblé.
—¿Me tienes miedo, Eilana? —preguntó fríamente, abrí los ojos de golpe, Zack continuó—, ¿crees acaso que pienso dañarte por decirme esto?
Me enderece de golpe.
—No—lo miré asustada—, bueno si, pero no porque me hagas daño.
Su semblante no cambió.
—¿Por qué? —exigió duramente.
Tragué saliva y desvíe la vista.
—Mírame—ordenó. Lo hice de golpe, y continuó exigiendo—, ¿Por qué me tienes miedo, Eilana?
—Porque no quiero perderte—susurré con dolor mientras lo miraba a los ojos y mis lágrimas se derramaban en mis mejillas—, Dudé un momento, pero sabía que no podías mentirme. Así que le dije a Michael que no le creía nada. Que su amiga mentía porque tu no eras así. ¡Tú no me harías eso! ¡Tú no me traicionarías!
—¿Por qué no? —preguntó fríamente—, ¿acaso no recuerdas como me gustaba acostarme con tantas chicas? Lo mucho que me gustaba llevarlas atrás de mi moto. ¿Has olvidado eso?
Negué con la cabeza mientras sentía que más lagrimas salían de mis ojos. «¿Por qué estaba siendo tan cruel repentinamente?»
Editado: 29.05.2024