No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 20

ZACK

 

 

Michael no apareció en toda la semana.

Lo que no me gustaba nada, pero tampoco me preocupé por su extraña desaparición. Al contrario de Eilana. Mi novia llegó al punto de imaginar cada escenario más disparatado que el anterior. Me di cuenta de que su imaginación no tenía limites cuando empezó a decir sobre que Michael podía ser un agente de la CIA y que ahora iba a ser llevada a prisión por ser mi cómplice en mis “actos terroristas” del pasado.

Solo había conclusión posible a lo que sucedía: mi novia estaba más loca de lo que pensaba.

—Tendré que usar un tatuaje—sollozó mi gatita sobre mi pecho mientras estábamos sentados en una banca—, y ni siquiera me gustan las agujas, Zack. ¡Me va a doler!

Mateo enfrente de mí, simplemente negó con la cabeza, cansado del melodrama de mi novia. Con la relajación del atardecer, todos estaban sentados cerca de nosotros. Samanta observaba conmocionada a su amiga y observé que me miraba con miedo. Los demás, solo pensaban que mi gatita estaba exagerando y Franco parecía a punto de carcajearse de sus ocurrencias.

Los ignoré, y miré a Eilana.

—No tendrás que usar un tatuaje…—manifesté mirando esos ojos y continué—, no irás a prisión. Así que tranquilízate.

Eso parecía mortificar más a mi novia. Me miró como si me visualizará entre barrotes y dejé que continuará con su paranoia. Pues parecía que mis palabras de consuelo, simplemente no los oía. Después de un rato, Mateo me vio con molestia.

—Contesta a esta pregunta, Zack: ¿Por qué soportas a esta mocosa insoportable?

Mi gatita ofendida, le tiró el envase vacío de yogurt que acababa de tomar. Mateo lo esquivó entre risas. Cuando estaba por decirle algo al mejor amigo de mi novia, Franco me interrumpió.

—Es su fetiche…—con el comentario del imbécil, los demás soltaron risas leves. Con la mano en la espalda de mi novia, le enseñe el dedo de en medio. Eso hizo que empezarán a carcajearse. Incluso Samanta soltó una risotada.

Sin embargo, aunque era una molestia tener que soportar las idioteces de todos los que nos rodeaban, tampoco podía decir que se largarán. Eilana los apreciaba, y, lo que, es más, no deseaba que se sintiera como si no fuera querida por sus amigos.

Me di cuenta que empezaron acercarse más, conforme acepté la cercanía.

Tenía la sospechaba de que ella no se hubiera acercado al misterioso Michael si los hubiera tenido a su lado. Aunque tampoco podía estar cien por ciento seguro sobre esto último. Pues mi novia tendía a confiar y perdonar demasiado rápido. La prueba de lo segundo estuvo cuando Samanta se acercó a mi novia con un helado y está la aceptó nuevamente.

Hubiera querido que hiciera sufrir a la chica que la había dejado de lado por un idiota, pero Eilana no tenía las ansias de venganza. O para el caso, guardar mucho rencor a las personas que le hacían daño. Como yo. Cuando le había explicado a Mateo lo sucedido con ese tal Michael, había tengo que golpearlo en el abdomen. Después de eso, aceptó que fue un error alejarse de su amiga y actuar como un idiota porque ella no les correspondía a sus sentimientos.

Todo estaba “bien”, pero realmente no lo sentía así.

Hasta que no saldará la cuenta que tenía con Michael, no podía bajar la guardia. Pero mientras ese imbécil aparecía de nuevo, mi chica volvió arremeter con su imaginación.

—¿Y si ya tiene las pruebas de nuestros crimines? —preguntó mientras alzaba su rostro y me miraba a los ojos—, ¿Y si cree que soy una criminal en busca de órganos para venderlos al mercado negro?

Esa pregunta, hizo que Mateo se carcajeará. Otros lo miraron extrañado.

—Es que esto ya lo vivimos, pero antes éramos los buenos—explicó entre risas, y los otros parecían más confundidos. Eso hizo que Mateo volviera a carcajearse.

Lo ignoré y me concentré en el rostro cada vez más pálido de Eilana.

—¿Y qué pruebas podría tener un agente de la CIA contra ti? —pregunté serio, aunque deseaba reírme de su cara—, ¿acaso has estado viviendo una doble vida que yo no sepa, señorita criminal?

Desvió la vista y negó lentamente

—Bueno no, pero somos un dúo—respondió mientras volvía a verme—, si has hecho algo malo, tengo que cubrirte. Eso hacen los novios, ¿no?

Sin poder evitarlo, solté la risa que había estado reteniendo.

—¿Serías capaz de fugarte conmigo? —pregunté entre risas—, ya sabes, para evitar que me arresten.

Abrió sus ojos asustada.

—Oh Dios mío, ¡¿A quién mataste, Zack?!—la carcajada me salió de manera espontánea cuando escuché su pánico—, ¡esto no es gracioso! ¡Estoy hablando muy en serio! ¡Tienes que decirme a quien…! —se detuvo cuando la besé de repente.

Los abucheos se oyeron, pero mi lengua acarició los labios de mi gatita. Ella deseaba continuar diciendo alguna cosa sobre “mi asesinato”, pero al ver que no pensaba detenerme, se dejó llevar por mi boca. El tiempo duró demasiado poco, y el beso se terminó.

Quise continuar besando esos labios dulces, pero algo empezó a sonar cerca de nosotros.

Un carraspeo demasiado fuerte, hizo que Eilana se alejará de mí. Su rostro ruborizado, me hizo sonreír. No le gustó eso. Terminó por golpearme en el hombro mientras buscaba su celular entre sus cosas, y terminé por reírme. Sin embargo, la risa se quitó de golpe al ver el rostro pálido de mi gatita.

—¿Qué sucede…? —empecé a preguntar, pero mi novia me enseñó la pantalla de su celular.

—Es un número desconocido, y yo no tengo números desconocidos, Zack—comentó mi gatita asustada—, ¿y si es Michael?

Las risas de todos se detuvieron, pues sabía toda la historia de ese imbécil, y me miraron expectantes.

—¿Alguien tiene alguna pluma y papel? —pregunté y Eilana que aun llevaba sus cosas encima, me entregó lo que le pedí—, contesta, gatita. Te indicaré lo que tienes que decir.




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