No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 22

ZACK

 

La oscuridad me envolvió por completo.

Me sentí perdido como dentro de un túnel en la noche sin nada de luz alrededor para guiarme a la salida. Odié sentirme ciego. En mi mente vislumbré imágenes sombrías del destino que tendría Eilana en manos de mi traidor familiar. El único que pareció no entender mi decisión de no volver al negocio. Aun cuando le había dicho explícitamente que no me interesaba. Qué no quería ni siquiera saber de mi dizque hermana, pero al parecer, mis palabras no fueron suficientes para Darío Russo. «Mis acciones lo harán entender», pensé con frialdad mientras me convertía en el señor de la oscuridad. Me sentí destructivo.

Lo que tanto temí por días, pasó: el monstruo salió a la superficie.

Ni siquiera dude, simplemente dejé que fluyera por todo mi cuerpo. Mi segunda piel se adoptó mejor de lo pensaba. Las únicas emociones que podía sentía era odio e ira. Toda luz se apagó. Solo una niebla oscura que me impedía ver otra cosa más.

Me volví la versión que creí nunca iba a tener.

Abrí mis ojos lentamente.

La sonrisa de mi rostro estaba llena de sadismo.

«El señor del inframundo deseaba sangre, y pronto, la iba a tener», pensé con frialdad mientras me levanta del suelo y caminaba hacía los tres que serían mis primeras víctimas.

 

 

 

 

EILANA

Este secuestro no tenía nada que ver con el anterior. En éste, había hombres muy grandes y con cara de no haber tomado un juguito en su vida. ¡Daban miedo!

—¡Deja de llorar! —gritó Michael enfrente de mí.

—¡Lloro porque tengo miedo!

Me hice hacía atrás cuando observé que miró furioso. No entendía porque estaba haciendo esto. Lo único que podía ver era el verdadero rostro de Michael. Atrás se había quedado el semblante amable. Ahora había un chico frío. Sin nada de color positivo en sus ojos.

Me recordó un poco al viejo Zack.

Solo un poco. Pero estando sentada enfrente de Michael, me hizo sentir con mucho terror. Zack jamás me había mirado como Michael lo estaba haciendo en este momento, ni siquiera cuando nos topamos por primera vez y le había pegado ahí. La mirada de Michael estaba llena de maldad. Como si disfrutará hacerme sufrir.

«¿Quién era realmente él?, pensé con temor.

—¿Te asusta verme, Eil?

Lo miré molesta.

—No me llames así.

Me sonrió con sorna.

—¿Por qué? ¿Acaso ya no soy tu amigo?

Apreté mis dientes para no decir nada que lo molestará.

—Nunca fuiste mi amigo—respondí furiosa sin poder evitarlo.

Se le quitó la sonrisa y me miró fijamente.

—En otro tiempo y otras circunstancias, tal vez hubieras sido algo más.

Fruncí el ceño.

—¿Algo más?

—Sí, nena—sonrió—, ya sabes: una pareja, amor, sexo…—se detuvo cuando desvié la vista incomoda por decir eso. Se carcajeó.

Me sonroje por la forma en que buscaba humillarme.

—Nunca te hubiera querido en ninguna circunstancia—declaré enojada mientras bajaba la cabeza. No deseaba que me viera.

—¿Por qué? Le hiciste caso a Zack, fácilmente podías hacerme caso a mí. Sin él, tal vez, hubiéramos tenido algo. Es evidente que la oscuridad te atrae, pequeña luciérnaga.

Su mano se acercó para tocarme y me hice hacía atrás. Sin embargo, Michael parecía terco a seguir tocándome y aun cuando intenté desviar mi rostro varias veces de su agarré, él pudo sujetar mi barbilla con fuerza. De un tirón, me hizo que lo viera.

Con miedo, lo hice.

—Eres hermosa—continuó—, no tienes idea de cuánto.

Su otra mano se acercó para tocar mi brazo.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté con pánico. Mi corazón se aceleró del terror que sentí cuando su mano pasó por mi piel. Mis lágrimas salieron. Lo miré y pedí—: Por favor, no.

Sonrió.

—Quizás pueda divertirme contigo antes de que mi padre se encargué de ti. No puedes solo morir pura, ¿verdad?

Mi sangré se esfumó de mi rostro al escucharlo. Estuve a punto de gritar del horror al entender sus palabras cuando la camioneta frenó de golpe. El impactó improvisto hizo que Michael cayera encima de mí. No pude evitarlo.

Grité.

—¡Cállate, maldita sea! ­—espeto Michael furioso mientras se alejaba de mí y continuaba gritando­—, ¡¿Qué está pasando?!

—Un coche nos impidió el paso.

—¡¿Cómo?!

Levanté mi rostro y observé el coche de Zack enfrente de nosotros.

«¡Zack!»

—¡¿Quién mierda es él?!—apenas formuló esa pregunta Michael, escuché varios disparos. Agua cayó sobre mi rostro. Rápidamente, llevé mis manos a mis mejillas para quitarme las lágrimas de mi rostro y cuando observé mi mano, observé que estaba manchada de rojo.

«Sangre», pensé con miedo. Mi respiración se aceleró. No sabía de dónde provenía, pero no quise ver de quien era. Me sentí sola en un mundo oscuro.

Sollocé.

—¡Sal de ahí, Russo, y entréganos a la chica! —demandó una voz afuera.

Me limpié rápidamente la sangre en mi ropa y con desesperación empecé a ver dónde estaba Zack. Pero por más que intentaba buscarlo, no podía verlo. Solo había hombres rodeando la camioneta en que estaba siendo secuestrada. «¿Dónde estás, Zack?», pregunté con desesperación y miedo. Mi cuerpo estaba temblando sin control.

—Deja de llorar, maldita sea—murmuró agachado enfrente de mí, y en voz alta, gritó—: ¡Pienso matarla sino dejas que me vaya! ¡De todos modos, ese es su fin!

«¡¿Qué?!»

Empecé a llorar de miedo.

—Por favor no, Michael—pedí entre sollozos—, por favor no.

—¡Si lo haces, entonces ten por seguro que Zack te descuartizará! ¡Devuélveme a la chica! —volvió a gritar nuevamente la voz anterior.

—¡¿Y si lo hago qué?! ¡Sé también lo hará! ¡No gano nada con o sin ella!




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